Inocencia Interrumpida
Miguel tenía 8 años cuando le dieron la noticia. Estaba en su habitación, haciendo los deberes. Su madre le observó desde la puerta. Concentrado en su tarea, parecía mayor de lo que era. 'Y sin embargo, es sólo un niño', pensó Maribel. 'Ojalá pudiera seguir siendo siempre un niño. Pero tiene que saberlo'.
- ¿Cómo van los deberes, Miguel?
- Muy bien, mamá.
- Miguel, tengo que hablar contigo de algo. Creo que ya eres lo suficientemente mayor, y es hora de que lo sepas.
Miguel se sentó con la espalda erguida, la posición que adoptaba en los momentos importantes. Tenía ya 8 años y no era la primera vez que su madre le hablaba de cosas serias (cosas como que tenía que cuidar de su hermano Andrés, o que fuera a comprarle algo a la tienda de abajo). Al fin y al cabo, era el hermano mayor.
- Dime mamá, contestó con gesto serio.
Su madre dudó un instante, no sabía cómo empezar, pero con un gesto de resolución comenzó a hablar.
- Mira Miguel, se están acercado las Navidades y el otro día te acuerdas de que escribimos la carta a los Reyes...
- Sí, la escribimos con Andrés.
- Sí, con Andrés. Pues bueno, en realidad, el que los Reyes Magos os traigan juguetes todos los años a ti y a tu hermano...
- Y a ti y a papá también os traen regalos.
- Sí, es verdad, a papá y a mí también. Pero de eso se trata, Miguel. Mira, es todo una invención, los Reyes Magos no existen.
Miguel se tensó un poco. ¿Los Reyes Magos no existen? ¡Pero si traen regalos todos los años desde que él recuerda! ¿Y por qué iba a ser todo una invención? No, no puede ser, su madre le estaba gastando una broma.
- ¡Anda ya!, respondió con una sonrisa.
- No, Miguel, te lo estoy diciendo de verdad, los Reyes Magos no existen, es todo una invención.
- ¿Cómo van los deberes, Miguel?
- Muy bien, mamá.
- Miguel, tengo que hablar contigo de algo. Creo que ya eres lo suficientemente mayor, y es hora de que lo sepas.
Miguel se sentó con la espalda erguida, la posición que adoptaba en los momentos importantes. Tenía ya 8 años y no era la primera vez que su madre le hablaba de cosas serias (cosas como que tenía que cuidar de su hermano Andrés, o que fuera a comprarle algo a la tienda de abajo). Al fin y al cabo, era el hermano mayor.
- Dime mamá, contestó con gesto serio.
Su madre dudó un instante, no sabía cómo empezar, pero con un gesto de resolución comenzó a hablar.
- Mira Miguel, se están acercado las Navidades y el otro día te acuerdas de que escribimos la carta a los Reyes...
- Sí, la escribimos con Andrés.
- Sí, con Andrés. Pues bueno, en realidad, el que los Reyes Magos os traigan juguetes todos los años a ti y a tu hermano...
- Y a ti y a papá también os traen regalos.
- Sí, es verdad, a papá y a mí también. Pero de eso se trata, Miguel. Mira, es todo una invención, los Reyes Magos no existen.
Miguel se tensó un poco. ¿Los Reyes Magos no existen? ¡Pero si traen regalos todos los años desde que él recuerda! ¿Y por qué iba a ser todo una invención? No, no puede ser, su madre le estaba gastando una broma.
- ¡Anda ya!, respondió con una sonrisa.
- No, Miguel, te lo estoy diciendo de verdad, los Reyes Magos no existen, es todo una invención.
Miguel la miró de nuevo, esta vez más convencido, y aún con cierto aire de suspicacia, preguntó:
- ¿Y papá lo sabe?
- ¿Y papá lo sabe?
1 comentario:
me encanta esa historia...
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