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Miguel Ángel salió de la oficina a las 20:34h, según su reloj (que llevaba adelantado unos 8 minutos, para corregir en parte su manía de llegar tarde a todos sitios). ‘Ya está bien’, pensó, evitando las miradas acusatorias de sus compañeros de trabajo, mientras recorría los pocos metros que le separaban de la salida a los ascensores. ‘Hoy salgo antes. No se puede mantener este ritmo cinco (a veces seis) días a la semana, sentirte culpable si sales a tu hora, y encima sin cobrar las horas extras’.
La verdad es que no entendía por qué los informáticos tenían que ser diferentes a otros profesionales. Normalmente (o eso creía él) tú trabajas las horas que te pagan, y que están prescritas por ley, o sea, cuarenta horas semanales, o lo que es lo mismo, ocho horas diarias de lunes a viernes. Cierto es que algunos conocidos suyos trabajaban nueve horas al día, pero a cambio de salir los viernes a las 14h. O de tener jornada intensiva los meses de verano.
- Pero esto de los informáticos es que no hay quien lo entienda. Normalmente hay trabajo de sobra, con un poco que sepas y un poco que te muevas es relativamente fácil encontrar una empresa que se interese por ti, así que tenemos poder (o, al menos, una base inicial de negociación) para exigir nuestros derechos. Entonces, ¿por qué no lo hacemos?
Su cara dibujó un rictus de amargura al recordar a sus ¿compañeros? mientras abandonaba la oficina.
- Es el eterno problema. Primero, nuestros padres nos han imbuido la idea de que el trabajo es lo más importante. Eso podía ser cierto en su época, nuestros abuelos vivieron la posguerra, y nuestros padres la escasez; no tenían cubiertas sus necesidades básicas, y había que luchar por sobrevivir. Al fin y al cabo, mi abuelo trabajaba 16 horas al día.
Pero las cosas habían cambiado, claro que habían cambiado, ya no se luchaba por sobrevivir, sino para mantener un nivel de vida más o menos desahogado. Y ocho horas diarias de curro eran más que suficientes para cubrir esa necesidad.
- Incluso menos. Pero bueno, partiendo de la base de 8 horas diarias. A casi nadie le gusta trabajar más de 8 horas, y a quien le guste, fenomenal, allá él. Pero los informáticos trabajamos más, en nuestra mayor parte sin quererlo. Y de esto sólo se beneficia la empresa, que juega con nuestro miedo, con lo que nos han inculcado en casa. ‘Tú a callar y a trabajar, no te quejes tanto, que yo cargaba piedras hasta que se ponía el sol y nunca me quejé, señoritingo’. O sea, a trabajar y a callar, porque si te planteas que algo está mal, eres un desagradecido. La mentalidad de los señoritos y la servidumbre, o del amo y los esclavos, porque eso es al final lo que somos, amos y esclavos, si nos ponemos en plan radical. Pero trasladado a un contexto moderno y socialmente aceptado, que no legalizado.
Al abandonar el ascensor y salir a la calle se sorprendió de que aún hubiera luz natural, aunque algunas farolas ya empezaban a encenderse. Era finales de octubre, dentro de poco ni saliendo a esas horas disfrutaría de la luz del día. Y aún tenía compañeros que lo justificaban.
Pero bueno, la empresa tiene que tener unos resultados’, le había dicho en una ocasión Yolanda, su jeja de proyecto. ‘En ese caso, es normal que todos pongamos de nuestra parte, y si hay que sacrificarse un poquito, nos sacrificamos todos’.
- Por supuesto, Yolanda. Pero yo me sacrificaré en momentos concretos. Y si me sacrifico cuando las cosas van mal, me gustaría que la empresa se pringase y nos compensara cuando las cosas van bien.
- Pero si nos compensa.
- ¿Ah, sí? ¿Cómo?
- Pues, por ejemplo, con las subidas.
- Este año, muy poca gente ha tenido subida.
- No hombre, eso no es cierto.
- Yo no he tenido subida. Edu tampoco. Y de nuestro departamento, no conozco a nadie que la haya tenido.
- Ya, pero este año la empresa no ha tenido beneficios, y sin beneficios...
- No me vas a convencer, Yoli. Estamos en lo mismo. No me puedes decir que la empresa nos compensa con subidas, cuando luego no las da, o peor, se las da siempre a los mismos. Y aunque las diera. Yo trabajo para vivir, no vivo para trabajar. Que me tengo que quedar 9, 10 u 11 horas diarias, y venir fines de semana, pues lo hago, como ya lo he hecho más de una vez. Pero lo hago durante dos semanas o un mes, a lo sumo. Y que luego me compensen. No lo acepto como forma de vida.
Y con esa frase lapidaria, se había acabado la conversación. En realidad había acabado antes, cuando Miguel llamó ‘Yoli’ a su jefa, en vez de ‘Yolanda’, cosa que a ‘Yoli’ no le gustaba nada. Ahora se arrepentía de haberlo hecho, porque sabía que tenía todas las razones de su parte, y emplear trucos de ese tipo le quitaba parte de ellas. Pero también sabía que Yolanda no iba a cambiar de opinión, porque era de las que se mantenía gracias al sistema. No hacía mal su trabajo, se esforzaba en aprender, pero no era informática, era química. Dios, química. Otra incongruencia de las jerarquías empresariales. Era como poner a un filósofo a diseñar puentes, y a los ingenieros a cargar carretillas y remachar juntas. Y ninguno de sus compañeros protestaba. A los que habían protestado, los habían echado a la calle. Y ni pensar en ir a quejarse al delegado sindical, porque no había. A los que propusieron su creación, los habían largado también.
Miguel Ángel entró en el metro cada vez más deprimido. ‘Adiós, luz’, pensó irónicamente, a sabiendas de que cuando volviera a salir a la calle, en Carpetana, las luces que vería serían las de las farolas, los coches y las ventanas. Pasó a través de los tornos con su abono de transportes, bajó las escaleras mecánicas, y mientras esperaba de pie a que llegara el metro que le llevaría a su casa, sacó el periódico gratuito, que recogía todos los días a la salida de la estación, antes de entrar a trabajar, y leyó el titular:
‘Afganistán: 150 mutilados diarios a causa de las minas antipersonales’
Una sonrisa irónica y amarga al mismo tiempo se le dibujó en la cara. A fin de cuentas, en España no se vivía tan mal.
3 comentarios:
Hola Kike,
Gracias por pasarme el papelito con la dirección de vuestro blogg, ha merecido la pena intercambiar papel por papel.
Un saludo libre,
Kat.
un placer. mándame un correo y seguimos en contacto.
besos libres,
kikE
los informáticos somos los primeros q tenemos la culpa de no vivir (mejor dicho, "trabajar") como podríamos
y otra de las razones es el intrusismo profesional. a un fisico, matemático, filósofo (!),...q sale de la carrera, casi sin futuro profesional alguno, le das un curso, un curro de oficina y sus 600 euritos, y se dan con un canto en los dientes.
conozco empresas informáticas,q su horario "oficial" son 47 horas semanales, y ni jornada intensiva ni pollasenvinagre
por supuesto q no culpo a los curritos, si no a las empresas, estado y universidades
deberia haber un colegio oficial, como el de los arquitectos, médicos,... y así viviríamos como ellos, pero encima estamos dando las gracias por no estar tan mal como otras profesiones
pero más chungo pinta el futuro, la tendencia es llevarse los proyectos a la india y sudamérica, donde las empresas ya están formando o han formado mano de obra barata y agradecida
cagontó!
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