Babel
Hoy es mi último día en Cambridge. Ya tengo mi certificado de que he completado mi curso de inglés. Tenía miedo de que el viaje me decepcionara. Hasta ahora sólo había viajado por España y Portugal. Este era un salto grande con respecto a mi vida cotidiana.
En absoluto me ha decepcionado. Cambridge es una ciudad magnífica y Reino Unido es un país realmente precioso.
Además de mejorar un poco (más bien poco) mi nivel de Inglés que no sale del Upper Intermediate, he aprendido varias cosas realmente significativas.
La más importante de todas está relacionada con la falsedad de los tópicos. Para empezar ha hecho bastante calor y no ha llovido ningún día, ya que el este parece bastante más seco que el resto.
La gente es simpática, educada y agradable, bastante más que lo que yo conozco del lugar de España en que vivo.
A diferencia de lo que ocurre en España, los telediarios no parecen estar tan llenos de malas noticias, y no se nota un miedo especial en la gente al terrorismo o a las desgracias. La gente parece muy feliz. En cualquier tienda te tratan especialmente bien si les pides que sean compresivos con tu nivel de inglés. Hay millones de inmigrantes, perfectamente integrados, pero sin renunciar a su cultura. Mujeres árabes completamente cubiertas comprando cosas realmente caras en Harrods, aunténticas princesas de cuento, con ojos profundos soberbiamente envueltas en magníficas telas. Mujeres indias vestidas con su tradicional estilo. Darse una vuelta por el barrio de Candem Market es acercarse a un mundo underground donde tiene cabida toda raza urbana. En fin, que no es como en España, que la gente de raza negra está vendiendo pañuelos en un semáforo, aquí puedes verlos ejerciendo de abogados o policías. Lo poco que he visto de Inglaterra ha cambiado cualquier percepción que tuviera de este país. Pese a los tópicos de lo cerrados que son los ingleses, yo he descubierto un paraiso de gentes de diversas culturas que parecen entenderse bastante bien.
Cierto es que siempre hay un garbanzo malo en toda olla. Pero afortunadamente yo no lo he encontrado.
Gente de los cinco continentes caminando unida sin entorpecerse o renunciar a su cultura pero respetándose.
Me voy para España sólo con ganas de comer un buen cocido o una buena paella. Me voy para España con la seguridad de que este viaje me ha enseñado a ser mejor persona y a ser mucho más crítica con mi propio país, que indudablemente tiene muchísimo que aprender sobre convivencia y respeto.
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