Piojos púbicos
Una vez tuve una erupción debajo del ombligo. Era una erupción molesta, aunque no demasiado, pero como pasaban los días y no desaparecía llamé a mi padre (es médico) para que me aconsejara. Me recomendó una especie de polvos de talco antierupciones (talquistina, creo que se llamaba) que me aliviaron algo, aunque las molestias no desaparecían. Así que fui a ver a un amigo médico. Me hizo desnudarme, le echó un vistazo y luego observó con una lupa.
- ¿Y qué dices que te estás echando?
- Talquistina. Me lo recomendó mi padre.
- ¿Y has notado mejora?
- Algo, pero no mucha.
- No me extraña. Lo que tienes ahí no es una erupción. Son ladillas.
- ¿Ladillas?, repetí, incrédulo.
- Sí, ladillas. O piojos púbicos, como se les conoce más formalmente. ¿Has estado con muchas mujeres últimamente?
- Pues... no. Y siempre he usado preservativos. ¿Estás seguro de que son ladillas?
- Segurísimo. Y lo de usar preservativo no tiene nada que ver, no evita el contagio. Pero no te preocupes, no es grave y se cura fácil. Yo también las tuve en su momento, son más comunes de lo que la gente piensa. ¿Sabes quién te las ha pegado?
- Creo que sí. ¿Cuanto tiempo hace falta para que se desarrollen?
- Pues depende de muchos factores. Las hembras ponen huevos que tardan de cinco a siete días en eclosionar, y luego otros cinco en desarrollarse. Si no te pegaron individuos, sino sólo los huevos, pues algo más.
- Sólo he estado con una chica en los dos últimos meses.
- Pues entonces ya lo sabes.
Salí de la consulta perplejo. ¿Ladillas? ¿Piojos púbicos? Aún no salía de mi asombro, aunque la tranquilidad de mi amigo y el saber que él también las había tenido me tranquilizó a mi vez. Lo primero que hice fue avisar a la niña con la que había estado. Lo segundo, entrar en una farmacia. Había dos chicas detrás del mostrador.
- Buenos días. Quería algo para los piojos púbicos.
- ¿Dónde los tienes?, preguntó una.
- Ha dicho piojos púbicos, le aclaró la otra.
- Ah, perdona. No te había oído.
Se acercó a la estantería y cogió un bote pequeño.
- Toma esto. Es muy bueno.
Pagué y me fui para casa. Leí el prospecto y busqué información en internet. Al parecer es conveniente utilizar un producto adecuado, a continuación pasar un peine fino para desprender los huevos que estén pegados, y repetir el proceso una semana después, por si ha eclosionado algún huevo remanente. Y conviene también lavar toda la ropa y las sábanas que hayan estado en contacto con la zona, ya que aunque los individuos no sobreviven más de 24 horas fuera del cuerpo que los acoge, siempre conviene tomar precauciones extra. Hablando de precauciones, efectivamente el uso de preservativos no los detiene. La única protección posible es la abstinencia sexual, y ni eso, ya que también se contagian si usas ropa contaminada de otra persona o durmiendo en sus sábanas. Ahora que lo pienso, mucha gente duerme en mi cama, así que igual se me pegó de esa manera, ya que mi pareja en ese tiempo nunca llegó a tenerlas, ni tampoco se las pegué yo. Y, efectivamente, son más comunes de lo que la gente cree.
De esta historia saqué como mínimo tres conclusiones. Una, que cualquier cosa puede pasar en cualquier momento, y normalmente en el menos oportuno. Dos, que el conocimiento que podamos tener de algo, por muy imbuido que esté en nuestro cerebro y en nuestra piel, puede cambiar completamente en cuanto nos informemos un poco. Y tres, que es muy arbitrario el juzgar a la gente. Antes de esto relacionaba las ladillas con falta de higiene e irresponsabilidad. Ahora lo que creo es que, si me ha pasado a mí, le puede suceder a cualquiera.
2 comentarios:
En serio te ha pasado? O es pa darle vidilla al foro? Porque es muy íntimo pa contarlo, aunque la moraleja (las tres), están bien.
¿kién sabe ké hay de cierto
de imaginación
o de inconsciencia
en los posts de este blog?
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