Súbete a un Columpio
Hace unas semanas volví a experimentar esa sensación tan agradable que se tiene cuando te subes a un columpio. La verdad es que no sé por qué no lo hago más a menudo, quizás por falta de oportunidades, quizás porque mi mente está tan condicionada al mantra eso-es-cosa-de-niños que automáticamente bloqueo cualquier impulso de montarme en uno cuando aparece ante mis ojos. O directamente, bloqueo la misma imagen del columpio.
Y es una pena, porque cada vez que me subo a uno me lo paso estupendamente, me sale la risa fácil, me invade una inmensa sensación de libertad.
Me pregunto por qué es tan raro ver a un adulto montado en un columpio. Supongo que tiene que ver mucho con el sentido del ridículo, con el apego a la identidad de adulto, con pensamientos del tipo 'la gente que me vea va a pensar que soy un inmaduro', etc. Y esto me hace pensar en cómo presumimos de ser libres para tomar nuestras propias decisiones, pero en realidad no lo somos tanto como para hacer algo tan simple como montarnos en un columpio.
Así que te propongo un experimento: la próxima vez que un columpio se cruce en tu camino, reivindica tu libertad y súbete a él. Y disfruta.
1 comentario:
Es una sensación de alegría plena...Se disfruta de lleno el momento presente..Yo sí que me subo a los columpios...si no lo hago más es porque en muchos no me cabe el culo jajaja
La hamaca, flotar y dar vueltas en el agua...
un abrazoooo
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