lunes, septiembre 24, 2007

Sangre fresca

“¿Veis como está todo?. El silencio reina en cada rincón. Solamente el viento se atreve, tímido, a soplar brevemente en susurros. Es la canción de la muerte... ¡Mirad el cielo!. Está cubierto de nubes espesas y grises, que amenazan una lluvia que no termina de brotar. ¡Quiero que la lluvia lo llene todo para que limpie tanta sangre seca esparcida!. Pero el capricho de la naturaleza no atiende mis deseos. El amanecer sin embargo, ha sido tan limpio y tan claro...

Permitidme un momento que descubra mi cabeza. El casco me está dando un calor infernal. Tengo la cara sucia y el pello es todo de sudor y polvo.

¡Aquí está mi espada! , ya lo veis, compañera de tanta lucha, asesina infatigable ¿Cuánta sangre ha corrido hoy por este macabro filo?. La voy a limpiar con un poco de hierba fresca. ¿Podéis oler la sangre? Es un olor de una crudeza atroz. Si dejara que se secara más en el filo, llevaría consigo el perfume inconfundible de la muerte.

¡Mirad de nuevo alrededor!. Me estremezco por el terrible paisaje de desolación y muerte que se extiende a mis pies. Pero la verdad, es que en este momento, la calma más profunda relaja mis músculos. Todo está ya hecho. La tranquilidad serena mi alma y mi conciencia no se hace preguntas. ¿Para qué sirve ahora cuestionarse algo?. Se ha consumado, todo se ha cumplido. Ya no hay vuelta atrás y la muerte y el dolor se ha extendido para siempre. Pensaréis, como yo, que para el muerto ya no hay más remedio ni caridad que el de no dejar que su cadáver sea consumido por las alimañas, enterrándolo, en un acto de piedad sin mucho sentido. ¿Cuántas vidas se han segado en una sola mañana?. El número no tiene importancia, como tampoco lo tienen los motivos que han llegado a desencadenar los acontecimientos.

Detrás mi podéis ver mi bandera, hecha jirones, pero aún firme en la lanza que se sirve de mástil clavada en este suelo extranjero y hostil. Creo haber cumplido con mi obligación y quedo firmemente convencido que lo he hecho bien.

¡Pero no me miréis así!. Tampoco soy tan cruel. También tengo familia y sé lo que es el miedo. ¡Claro que paso miedo! ¡Mucho miedo! un miedo horroroso a morir, un miedo que me hace ser como un animal acorralado, como una bestia salvaje y me transforma en el más despiadado de los hombres. Se trata de matar o de morir. Y, sinceramente, prefiero matar a dejarme morir. ¿Qué soy un asesino?. ¿A quién le importa?. ¿Qué reglas hay cuando lo que se juega es la vida?. Mi propia vida...

24/09/2007
v.m.j.a.

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