5 años de vícaro: El geranio inmortal
Fecha original de publicación: 21 de diciembre del 2006
Autor: carlos
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Aquel día salíamos de “El final” después de tomarnos quince o veinte té’s. El té era nuestro, lo llevábamos en un bote y nos echábamos cucharadas en vasos de agua caliente que Pepa nos cobraba de vez en cuando. Los clientes del bar miraban el bote con curiosidad. Debían pensar que aquella hierba del bote era alguna droga que consumíamos con regularidad.
En la puerta, todavía con cachos de hierbajos de té pegados entre los dientes, Vicente soltó una reflexión de ésas que sólo un genio como él es capaz de soltar, y que el intelecto de uno tarda años en asimilar. Si es que lo hace alguna vez.
Dijo Vicente: “Tío, con los avances de la clonación, en el futuro será posible hacer un clon de ti mismo y así evitar la muerte. Si tienes una enfermedad, sólo necesitas crear un clon tuyo sin ella y si tú te mueres queda tu clon. Seremos inmortales.”
Yo, desde mi ignorancia le contesté: “Amigo, tu clon será igual que tú, pero no serás tú. Será una copia de ti, pero lo que tú eres es intransferible. Si la pinchas, lo único que tienes garantizado es que habrá otro tío igual que tú, pero no podrás continuar tu vida en él.”
Vicente, al escuchar esto, se quedó serio durante unos segundos. En aquel momento pensé que se había dado cuenta de que su reflexión era estúpida. Pero ahora, mirándolo con perspectiva, tengo mis dudas.
Quizás estaba triste porque yo no había comprendido con profundidad el sentido de su reflexión :-)
Hoy creo entenderlo mejor, aunque seguramente necesite unos cuantos años más para comprenderlo por completo.
Me di cuenta el otro día.
Resulta que hace un año, en un viaje a Sevilla, cogimos un trozo de un geranio y lo plantamos en casa. Y brotó.
Llevo un tiempo pensando en cortar otro trozo del geranio, para plantarlo en otra maceta y tener así otro ejemplar, digamos que una copia de seguridad. No me gustaría que se secara y quedarme sin él.
Este pensamiento hizo que me asaltara una duda existencial: si corto un trozo del geranio, lo transplanto y crece, y en un futuro se muere el brote de geranio que traje de Sevilla, ¿se habrá muerto “el geranio de Sevilla”?
Estaba ahí, con el comecome de mi duda, y pensé que debía compartirla con alguien. Así que pregunté a Natalia: “Natalia, si cortamos un trozo del geranio de Sevilla, lo plantamos en otra maceta y agarra, y después se muere el geranio original… ¿dirías que se ha muerto el geranio de Sevilla?”
Su respuesta fue contundente: No.
Yo también creía que no.
Entonces me di cuenta de que ni siquiera estaba seguro de que el geranio sevillano del que cogí mi brote inicial fuera el geranio original. Tal vez era una copia de una copia, un brote de un brote de otro brote. Puede que el original muriera ya hace años, y puede que ni siquiera fuera de Sevilla.
Lo mismo el original era de Murcia y había otro en su casa trasplantándolo de un lado a otro para que “el geranio de Murcia” no se le muriera. Este sinsentido me hizo darme cuenta de que el geranio de Sevilla era inmortal porque nunca nació ni existió en realidad, más allá de en mi necesidad de darle un nombre.
Y entonces creí entender algo, de manera difusa, subliminal. Y después volví a no entender nada.
Puede que te parezca una locura, pero tengo la sensación de que me queda mucho que aprender de ese geranio. Si lo hago te lo contaré desde este lugar mágico y entrañable que nos conecta hace tiempo,
Con cariño,
Carlos
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