martes, agosto 26, 2008

Intercambios

Cambio masajes de didgeridoo por cualquier tipo de masaje (reiki, sueco, reflexología...)

A quien le apetezca que me mande un mail.

lunes, agosto 25, 2008

Pintar

Pinto un cuadro con palabras
y plasmo en él la belleza
de tu cara,
de tus ojos y de tu piel...
Juventud
de la que mi pluma bebe.

Anhelo el terciopelo cobrizo
de sangre fresca y carne firme,
anhelo los placeres vírgenes
y los sueños del último día
de la primavera perdida
en una tarde color pastel.

Pinto un cuadro
y en cada trazo
dejo mis días y mis años
mientras dibujo la sonrisa
que una noche te robé.

v.m.j.a.
(nov 2003)

miércoles, agosto 13, 2008

WAKE UP! LLAMAN A LA PUERTA

Estoy lo que se dice comiendo techo, tirada en un colchón de migas de chocolate y galletas. El silencio invade la habitación y su recuerdo mi mente. Llaman con unos golpecitos a la puerta. Sé que no puede ser él pero el “y si fuera” me hace levantarme de un salto desparramando el café por el suelo. Con el corazón a mil abro la puerta. Un encapuchado con las manos agarrándose los codos está al otro lado.

- Lucas? Eres tú?

El encapuchado no me responde y desesperada por la intriga le echo la capucha hacia atrás. Unos ojos negros, puede que los más bonitos que haya visto nunca, me miran fijamente. Sus labios pálidos me dicen:

- Pero no decías que Lucas no merecía ni tu desprecio? Qué no querías ni que se enterase de tu muerte!

-Sí, bueno, ya se sabe como va esto del amor...le odio pero le quiero.

-Así no va el amor.

No puedo dejar de pensar que quizás sea la mirada más interesante que me he cruzado en mi vida. Me hundo en su inmensidad sin poder apartar los ojos. Mareada por el vértigo le respondo vagamente.

-Sí, supongo...pero a falta de amor verdadero bienvenidos estos entretenimientos, si no sería todo muy aburrido...o no...yo que sé.

- Bueno, he venido a buscarte, estás lista?

Atónita le miro inquisitivamente, quién es éste peregrino con el que estoy hablando en el rellano? Tiene la piel color canela, barba de tres días, es alto y adivino unos pectorales cubiertos de bello. Mi mente le proyecta sin el hábito y sonrío tontamente.

- Oye, no sé quién eres...

- Ya lo creo que sí, me acabas de llamar.

Intento recordar...si hubiera visto antes esos ojos no se me hubieran olvidado.

- Perdona, no estarás buscando a Diana, la vecina de arriba.

Mientras se lo pregunto me proyecto también en su contestación: “No, te busco a tí”.

-No, vengo a por tí.

No puedo contener ahora una gran sonrisa de alegría y curiosidad.

-A mí? Qué vendes?

-Más bien qué compro.

-Qué compras?

Me imagino que me quiere comprar a mí.

-Digamos que vengo a comprarte a tí.

Mis ojos si que son expresivos ahora. Compruebo que no haya ningún error.

-Vaya...a la mejor me confundes entonces con la de abajo...se gana una pasta extra acostándose con tíos de vez en cuando...

-Mira, nunca ando bien de tiempo, si me invitas a pasar hablamos claro.

Y cómo le voy a decir que no? Nos sentamos en el colchón que está en el suelo del comedor, muy juntos porque no es muy grande. Respiro su cuerpo pero no huele a nada.

-Hace un rato me llamaste, querías venirte conmigo porque ya no aguantabas más aquí, recuerdas? Querías desaparecer y morirte...no sabes vivir sin amor.

Este tío me descoloca y me encanta esa sensación cuando conozco a alguien.

-En tal caso debes de ser el Amor o la Muerte.

Ahora es él quién se baña en mi mirada, me penetra hasta dentro y puedo sentir una oleada de frío dentro de mí, seguida otra de intenso calor, otra de frío. Me pregunto cómo sabe lo de Lucas.

-Prefiero que seas el Amor, porque para la Muerte siempre hay tiempo.

-Pues entonces deberías pensar antes de pensar qué deseas. Me has hecho venir para nada...Quiero decir que encantado de conocerte en persona, pero triste de que me no me quieras tanto como yo pensaba.

Qué sonrisa tan bonita, mezcla de serenidad y satisfacción. Le ofrezco un té pero no quiere nada.

- No me irás a decir que eres la Muerte...no esperaba verte tan pronto.

- Algo así... soy lo que aquí no se llama vida...lo que no se llama realidad pero que es mucho más real que esto...

-Pareces un flipaó de Matrix.

- Buena aproximación...Sólo que tú ya te has tomado la pastilla roja y sin embargo sigues aquí, en este colchón, lamentándote porque no tienes alguien a quién abrazar. Yo hace tiempo que estoy allí, quizás esperándote.

- Sí, tienes razón, intento que las emociones no me dominen...pero es que a veces me parece que todo es una broma...que hay alguien ahí que nos ha puesto a Lucas y a mi delante para que no nos gustemos como pequeños seres humanos pero nos amemos espiritualmente...

Me mira muy fijamente, su mano se ha apoyado en mi rodilla.

- Otra vez una buena aproximación. Verás, la energía que tenéis Lucas y tú en el universo, antes de que el random cósmico os utilizara como energía interna de dos personas, estaba en perfecto equilibrio cuando estabais juntas...Pero encerrados en vuestros cuerpos no podéis reconoceros, apenas intuiros, tendríais que desapegaros de vuestra vida aquí para daros cuenta de lo que está pasando en realidad...vuestras energías se atraen pero vuestros cuerpos hacen de muro...me entiendes?

Joder, cómo me pone la Muerte, un compañero único de tertulia.

- Sí, descubrir el truco y jugar con el mago. Romper los hilos y dejar de ser marionetas, conseguir la libertad del espíritu.

-Los personajes que representáis aquí no debería impedir el Amor...pero lo hace, no?

Me quedo pensativa un rato.

-Sí, supongo que ninguno hemos descubierto aún el truco, aunque yo cada vez observo más atentamente los movimientos de cada mano, de cada carta...Cada vez veo más que todo encaja como un puzzle sideral. Pero si es que le gusta Rocky 6!!

Nos echamos a reír. Nuestras cabezas se han apoyado de lado en los cojines del colchón, nos miramos muy de cerca mientras conversamos. Tengo unas tremendas ganas de besarle, pero como siempre pienso que esperaré a ver si él me besa primero. Aunque esta vez creo que va a ser diferente. Acerco mis labios a los suyos, despacio pero con seguridad, y noto como el también se acerca a los míos. Cuando están a punto de rozarse me dice:

-Sabes, me gustaría no tener que decirte esto, me gustaría dejarme llevar por lo que siento y hacerte el Amor durante horas...pero tienes que estar segura de a quién estás besando... porque después ya no hay marcha atrás.

-Me estás hablando del beso de la Muerte?

-Sí.

Nos damos la mano al tiempo que separamos nuestros cuerpos. Me echo a reír.

-Vamos, no me jodas. Hace siglos que no deseo besar a nadie como a tí en este momento y vas y me dices que si te beso me muero. Jo, no sé que hacer. Besando a Lucas no siento esto, pero a cambio sigo aquí...y no me va tan mal.

Se levanta muy despacio del sofá y me levanta suavemente de la mano que seguimos teniendo entrelazadas.

-Escucha, no deberías desear la Muerte, todavía no estás preparada. Me alegro...Aunque me hubiese dado tanta paz que vinieras conmigo...no te imaginas como fluyen nuestras energías allí juntas, esto de ahora no es ni una calada enteógena.

-Y porqué no te quedas aquí?

-Puf, también nos iría muy bien...pero yo pasé por aquí hace ya mucho, no hemos coincidido en el tiempo...en este momento no es posible que vuelva.

No puedo resistir las ganas de besarle, de abrazarle, de pedirle que se quede, de decirle que me lleve. Amor significa Muerte. Me mira dulcemente y luego empieza a reír. Qué decir de su sonrisa! Se la quiero comer.

-No te preocupes, sobra decir que volveremos a vernos. Espero que la próxima vez sea para besarnos. Pero por ahora no le des vueltas, es mejor que te quedes.

No sé ni que decir. Quiero y no quiero que se vaya. Nos miramos y nuestras caras brillan y sonríen.

-Hasta luego entonces.

Le veo alejarse hacia la puerta y cuando se cierra voy a la ventana para verle caminar por la calle. Tras varios minutos nadie sale del portal. Claro, es la Muerte, habrá subido por el tejado para llegar a su casa.


sábado, agosto 09, 2008

Sensaciones

En casa siempre hemos sido muy futboleros. De hecho, uno de los primeros recuerdos que tengo de mi niñez es jugando al fútbol con mi hermano, mi abuelo y mi padre. A mi madre, ni fú ni fá, pero con el tiempo se aficionó. Eso de tener fútbol en casa todos los sábados, y con el tiempo sábados y domingos, influye mucho. El hábito hace al monje.

Mi padre es bético, mi hermano Manolo también. Todos los demás, sevillistas. Otro día os contaré las circunstancias de tan singular reparto, ahora no vienen al caso. Pero siempre hemos sido muy tolerantes. ¿Qué vas a hacer, enfadarte con tu padre por el fútbol, cuando es un cacho de pan? Y mi abuelo, aún siendo muy sevillista, siempre ha puesto paz. Amor de abuelo, que no distingue entre los colores de sus nietos.

Para ver el fútbol, en casa tenemos una disposición establecida por la costumbre: mi padre se coge un sillón y se pega al balcón, a la izquierda; mi abuelo se coge otro y se pone a la derecha. Ambos justo enfrente del televisor, para poder verlo bien. Mi madre se sienta donde siempre, en SU sillón, a la derecha de la mesa, detrás de mi abuelo. Yo tenía la costumbre de ver los partidos en el sofá, detrás de la mesa, pegadito a mi madre. Suelo tener el portátil enchufado, pero con el tiempo, conforme me ha ido fallando la vista y me he vuelto más aficionado, he terminado cogiendo yo mismo un sillón y acomodándome entre mi padre y mi abuelo, pero sólo para ver los partidos del Sevilla.

Mi afición. Ésta se ha ido incrementando con el paso del tiempo, debido principalmente a Internet. Antes, bueno, sí, era sevillista, me enteraba de los resultados, veía los partidos cuando los daban por la tele, a veces oía la radio, pero poco más. Con Internet comencé a relacionarme con otros sevillistas, gente de allí, que te mantenía al tanto de las novedades del equipo, gente de Madrid, con los que quedaba para ver los partidos cuando el sevilla estaba en segunda, medios digitales donde encontrar información que los periódicos nacionales o las televisionhes, si no es del barca o del madrid, no mencionan... hasta el punto de que terminé haciéndome abonado (socio también con dos acciones) aún viviendo en Madrid, eso sí, abono compartido con un amigo de Plasencia (también conocido a través de Internet), lo que me ha permitido asistir a muchos partidos emocionantes en casa y a varios importantes fuera (semifinales de la uefa en Alemania y final en Eindhoven; final de la copa del rey en Madrid...), momentos muy divertidos, aparte de por el encuentro en sí, por el hecho de viajar, reencontrarme a distintos amigos por los diferentes sitios por los que me he movido y conocer lugares nuevos y gente muy interesante, con alguna de la cuál aún no está dicha la última palabra.

El caso es que esta afición la he trasladado a casa. Comprando bufandas, hablando del sevilla con mi abuelo y mi madre, llevándomelos a partidos o a reuniones sociales con el presidente, Monchi, Caparrós, Pablo Alfaro... A mi madre la llevé a un partido contra el atleti en Sevilla (nosotros vivimos en Badajoz) y, aunque empatamos a cero, se lo pasó tan bien que me dijo que si viviera en Sevilla iría todos los domingos. Mi madre usó también esa afición para animar a mi abuelo cuando el pobre andaba jodido de la espalda. Debo aclarar que mi abuelo es un toro: bajito, fuerte, como él dice no ha estado enfermo en su vida. Yo creo que si me da una mascá, me tumba. Y hace un par de años comenzó a darle problemas la espalda, y andaba tristón. Claro que con ochenta años, más cerca de los noventa, qué te puedes esperar, no vas a pedirle peras al olmo. Así que mi madre aprovechaba los partidos del Sevilla, sacaba las bufandas, y cuando marcábamos un gol, cosa que en los últimos tiempos era bastante frecuente, pues todo el mundo a gritar, a aplaudir, y a agitar las bufandas. Bueno, todos menos mi padre y mi hermano Manolo, que son béticos. Pero mi padre sonreía y también se le veía feliz, porque como ya he dicho, aunque bético, es un cacho de pan.

Los últimos meses de mi madre se invirtieron los papeles. Ella estaba en un estado somnoliento, por la morfina, y porque el hígado ya le fallaba y liberaba toxinas que iban directamente a su cabeza. Me imagino que es como cuando estás fumado o de hongos, que estás en otro mundo y de vez en cuando regresas a éste. Sólo que cuando estás fumado o de hongos sabes que ese estado es temporal, mientras que el de mi madre no lo era. Y debe ser agobiante. Y cuando estás en un estado consciente no eres capaz de situarte. Recuerdo una vez que, estando con ella en su habitación, me dijo que la acompañara al baño, que tenía ganas de vomitar. Una vez allí se echó a llorar desconsoladamente preguntándome que qué hacíamos en el baño. Yo le dije que había ido con ella porque tenía ganas de vomitar. Me miró sin comprender, aún llorando, y me dijo que no, que ella no me había dicho nada. Luego preguntó que qué le estaba pasando.

En esos momentos no sabes qué hacer. Intentas explicarle que con las medicinas, que es normal que se le olviden las cosas, pero no sabes si decirle lo del hígado, porque tu padre y tu hermano, que son médicos, te han dicho que parte de las esperanzas de que se recupere están en que ella siga optimista y pensando que se va a recuperar. Y claro, si le cuentas lo del hígado, a lo mejor no ayudas. Así que tienes que disimular, sonreír, darle un abrazo y decirle que es normal, que es la medicación. Y tragar con todo, con la pena, con el dolor, con la rabia. Porque tú sabes que se está muriendo. Y que no puedes hacer nada por evitarlo.

Así que cuando mi madre estaba en ese estado, siempre tumbada en la cama, siempre sin fuerzas, la llevábamos al salón si le apetecía, para ver al Sevilla. Y era mi abuelo el que sacaba las bufandas, y era mi abuelo el que se la ponía alrededor del cuello, y el que le decía 'Carmen, ha sido gol', y agitaba la bufanda delante de ella para que reaccionara. Mi madre sonreía, se le iluminaban por un instante los ojillos, y movía la suya ligeramente, para volver a caer de nuevo en ese estado de no-vigilia casi permanente.

Ya casi al final mi madre quiso comer con nosotros. Solía comer en la cama, le llevábamos una bandeja y le dábamos de comer, porque no tenía fuerzas ni para tragar. Pero ese día dijo que quería levantarse. Pusimos la mesa, la ayudamos a sentarse, y comimos. Supongo que quería recuperar algo de vida normal, hacer algo que formara parte de la rutina diaria, cuando la rutina era lo habitual. Quería sentirse viva de nuevo, poder decirse, todavía puedo comer con mi familia, como antes, la enfermedad aún no me ha quitado eso. O tal vez era consciente de que le quedaba poco tiempo y quería disfrutar una última vez de los momentos que la hacían feliz. Eso es lo que pensé yo en ese momento, que a lo mejor era la última vez que comíamos juntos, como así fue. Te llega de repente, como una revelación, que no puedes asimilar en ese ahora porque el ahora está centrado en tu madre, en que se encuentre a gusto, en que la comida de hoy sea tan normal como todas las comidas que habéis tenido juntos y que hace tantos meses que no tenéis, que no haya nada que la signifique, que pueda disfrutar de su familia como si no existiera la enfermedad. Y optas por no pensar en nada, que todo esto no te afecte, porque no es justo que tu madre, que es la que está jodida, tenga que cargar además con la pena de verte triste.

martes, agosto 05, 2008

Cementerio abandonado


Camino sobre frías piedras negras,
sobre mármoles de tumbas abiertas,
sobre cruces caídas de su pedestal,
y sobre fangos,verdes, podridos.

A veces se oye en el silencio mortal,
el lamento, el llanto y el quejido,
de huesos que entre sí chocan,
en fria y macabra música de crujidos.

Palomas negras en su vuelo oscuro,
ciegan mis ojos a la bruma de la noche,
y cuervos voraces picotean
los restos blanquecinos,
de lo que una vez fue vida.

27/marzo/2000
v.m.j.a.