jueves, mayo 31, 2007

1984

Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha consumido sustancias diversas. Es un acto instintivo: consumir para sobrevivir. La experiencia nos permitió valorar y clasificar estas sustancias en función de su uso: curativo, introspectivo, por placer... Hasta épocas relativamente recientes, su consumo (excepto algunas excepciones) nunca estuvo perseguido. Sin embargo, en este último siglo, la prohibición de determinadas sustancias ha constituido un caballo de batalla constante entre la clase gobernante y los grupos que defienden su legalización. Analicemos cuáles son las causas de esta situación.

Una de los enfrentamientos más significativos fue el que, en el siglo XIX, desencadenó las dos guerras conocidas con el nombre genérico de “Guerras del Opio”, entre China, por un lado, e Inglaterra, Francia y EEUU por el otro. China utilizaba el opio ya desde el siglo XIII estrictamente por motivos medicinales. Los mercaderes portugueses introdujeron su uso en el país como artículo de placer, pero fue la Compañía Británica de las Indias Orientales la que, en el siglo XVIII, inició su importación masiva al país asiático. Rápidamente el opio se convirtió en el artículo de consumo más demandado entre la población China, y un motivo de preocupación para sus gobernantes, quienes contemplaban aterrados no sólo el deterioro económico de sus ciudadanos (y por consiguiente el del país), sino también su deterioro físico. Ante esta situación, decidieron restringir estrictamente el comercio externo, para impedir la entrada de opio al país. Esta medida provocó en 1840 el bombardeo de Cantón por parte de los ingleses, y la toma de diversas ciudades costeras, como Amoy y Shangai. Entre las condiciones de paz firmadas por ambos países, figuraban la cesión de Hong Kong a Inglaterra, el control de las aduanas por parte de los cónsules extranjeros y el fin del monopolio de los mercaderes chinos, con lo que el opio siguió entrando en China, pero sin que el estado percibiera renta alguna. Tratados similares fueron firmados posteriormente con Francia y EEUU.

Es curioso observar cómo tres de los países que más han influido en la conciencia mundial de hoy en día con respecto al tema de las drogas, cuando les interesó sostuvieron una postura radicalmente opuesta a la actual.

¿Tiene alguna base el estado prohibicionista en el que vivimos ahora? Es una farsa total ampararse en el supuesto daño para la salud, cuando sustancias tan dañinas como el tabaco o el alcohol gozan de total impunidad legal. Bien es cierto que muchos gobiernos occidentales han iniciado una campaña para prevenir el consumo de tabaco (no así el de alcohol, a pesar de ser éste más ‘duro’ que el primero), pero me inclino a pensar que se trata más bien de una ‘concesión a la galería’ ante la creciente concienciación social sobre la discriminación de tratamiento que sufren otras drogas más ‘blandas’, como el cannabis. Por otra parte, la tan manida ‘salud pública’ también puede ponerse en tela de juicio. Como bien dijo la cantante Vanessa Paradis (y probablemente alguna otra persona antes que ella), “nadie se fuma un porro y le pega luego una paliza a su mujer”. Holanda, Suiza y Bélgica son claros ejemplos de políticas antiprohibicionistas que están dando buenos resultados. Entonces, ¿cuál es la verdadera razón para el mantenimiento de una política antidroga tan represiva?

Bien, por supuesto, existe una base económica: de la misma forma que los ingleses exportaban opio desde la India cuando en China estaba prohibido, actualmente es mucho más productivo ilegalizar drogas como la heroína y la cocaína (el dinero que mueven estas sustancias en el mercado negro multiplica lo que producirían si fueran legales) o el cannabis (pregunten si no a los productores norteamericanos de lino y algodón el beneficio económico del que gozan desde que, a principios del siglo XX, el Tribunal Supremo de EEUU decretara su prohibición – Tax Act Marihuana Prohibition, 1937, Washington – dando comienzo a una campaña a nivel mundial que, mayormente, nos ha conducido al estado prohibicionista en el que nos encontramos ahora). Pero, además de esa base económica, probablemente exista otra razón, que encontramos analizando la historia del hombre a lo largo de los siglos.

Desde el principio de los tiempos, el ser humano ha estado dominado por una élite poderosa, que ha guiado y decidido el destino del pueblo. Desde los primeros jefes de tribu, pasando por los señores feudales, hasta los dictadores de nuestros días, parece que siempre hemos necesitado algún ente superior que nos dijera qué hacer y qué no, lo correcto y lo que está mal. Esta especie de consciencia común ha sido siempre asumida por ambas partes, por un lado el pueblo, y por otro, llamémosle la ‘élite inconsciente’. Inconsciente porque, al igual que el pueblo, su asunción del estado de las cosas es instintivo, y, por tanto, no puede plantearse de otra manera. Debido a la naturaleza finita del hombre, nuestra visión del mundo es totalmente local, tanto en el espacio como en el tiempo. Las cosas son así porque es lo ‘normal’, desde que nacemos hasta que morimos vivimos de una forma, todo lo que nos rodea, nuestros padres, amigos y conocidos viven igual, tienen las mismas preocupaciones, los mismos objetivos, las mismas penas, y quien intenta vivir de otro modo, o cambiar el estado de las cosas, es considerado un loco, o como mal menor, un tipo raro. Si a esto le añadimos que durante siglos los cambios han sido mínimos, se refuerza la idea de que “el estado actual de las cosas es el correcto, el que siempre ha sido y el que siempre debe ser”. Esta especie de ‘inconsciencia colectiva’ (y tomo prestado el término de Carl G. Jung, aunque expresamos cosas distintas) se ha servido de distintos mecanismos para mantener un estado constante, con mínimas variaciones. De entre estos, sin duda el más influyente ha sido la religión, básicamente una serie de normas sobre lo que se puede hacer y lo que no, que han trascendido el ámbito espiritual para integrarse en el ámbito social. Aún hoy en día tenemos claros ejemplos de la influencia de la religión en algunos países musulmanes, en los que la ley se rige por premisas religiosas, y en los países occidentales, donde, afortunadamente, cada vez dicha influencia es menor, y la separación entre religión y estado es cada vez más tangible.

Analicemos occidente, con la religión cristiana como base moral y de comportamiento durante los últimos diez siglos. El consumo de sustancias enteógenas como base de conocimiento resulta un peligro potencial para el sistema de normas imperante; el pueblo debe seguir estrictamente las reglas que dicte la iglesia, protegida por el estado, y no se permiten pensamientos independientes que cuestionen lo más mínimo las creencias establecidas (esto, curiosamente, choca de lleno con la intención que, según estas mismas creencias, movió a Dios a poner al hombre sobre la faz de la Tierra, que era precisamente dotarle de libertad y capacidad de decisión). Los enteógenos proporcionan una visión del mundo que contradice en gran parte la visión impuesta por la religión, y que puede llevar a replantearse el papel de Dios y el hombre en el mundo (de ahí la palabra enteógeno, ‘llegar a ser dios’, o, en una traducción más libre, ‘llegar a ver como dios’). Esto es totalmente inadmisible para la Iglesia, que, excepto en lo que representa al alcohol, sacramentado por el mismo Jesús, siempre ha combatido este tipo de sustancias y de ritos asociados, tachándolos de satánicos y persiguiendo su uso y su consumo.

¿Y hoy en día, en el que las prácticas religiosas han perdido mayormente su influencia en el estado (hasta cierto punto) y en la sociedad civil? ¿Qué mecanismos de control se emplean, y cuál es su relación con el estado de prohibición?

Bien, de la misma forma que, el siglo pasado, la religión era el ‘opio’ del pueblo, ahora no existe un mecanismo predominante, aunque sí podemos distinguir una combinación de elementos que consiguen que aceptemos nuestra vida tal y como es, sin plantearnos la posibilidad de vivir de otro modo o bajo otras reglas. Entre éstos podemos distinguir el trabajo, que nos esclaviza ocho horas diarias (mínimo), la mayor parte del tiempo sin ser fuente de realización personal; la televisión, que dispara información sin contenido, y a la que cada vez se le dedica más tiempo de ocio (el soma de nuestros días); y, en general, elementos que consiguen que estemos demasiado ocupados para pensar, abrir los ojos y darnos cuenta que hay mucho más de lo que nos han enseñado y hemos vivido hasta ahora. Su objetivo es que no haya ni un instante libre para la meditación. Incluso en los pequeños aunque claramente insuficientes lapsos de tiempo que transcurren mientras nos desplazamos dentro de la ciudad, se emplean técnicas de distracción y entretenimiento que captan nuestra atención y consiguen que el tiempo dedicado a la introspección sea nulo. En Madrid, por ejemplo, como en otras muchas capitales europeas, las estaciones de metro se están llenando de televisores con publicidad y ‘noticias’, ruido al fin y al cabo, que cumple su función específica por y para el mantenimiento del sistema.

Ante todo esto, el uso de la marihuana, hongos psilocíbicos, plantas sagradas, proporcionan una fuente de conocimiento extra que se aparta de las fuentes tradicionales y que, como ya hemos discutido anteriormente, es considerada ‘peligrosa’ por las instituciones establecidas. Tal vez, algún día, esas mismas instituciones abran los ojos y, con el empleo responsable de estas sustancias, consigamos crear un mundo más justo, solidario y libre para todos.

miércoles, mayo 30, 2007

La estrategia del odio

Hace tiempo que tengo ganas de escribir sobre la estrategia del odio que se está utilizando últimamente en política. El problema, aparte de mi pereza, es que tengo tantas cosas en la cabeza que no sé muy bien cómo estructurarlo, así que he pensado en ponerme a escribir y a ver qué sale.

Mis ganas de escribir comenzaron cuando en mi trabajo, en el que estoy rodeado mayoritariamente por fachas, empiezo a oír comentarios del tipo de "habría que volver a montar el GAL" o "nos estamos preparando para la guerra civil" (no dichos por la misma persona), comentarios de odio con respecto a la legalización del matrimonio gay... El caso es que me acojono.

Sé que la situación no es ni peor ni mejor que otras veces, en todo caso yo diría que peor (para mí y por lo tanto mejor para la gente de derechas). Por mucho matrimonio gay que haya, los ricos son cada vez más ricos y todos los demás nos quedamos igual o peor. El tema es que el PP no está gobernando y han decidido utilizar la estrategia del odio, y además parece que los del PSOE están acojonados y tienen miedo de hacer cualquier cosa porque saben que el PP aprovechará cualquier oportunidad.

Una vez pasadas estas elecciones da la sensación de que la estrategia les está dando resultado, aunque no he dedicado mucho tiempo a ver análisis ni resultados. Pero dicen que han ganado en número de votos en las municipales y que eso es buena señal.

Antes de terminar deciros que a mí el PP y el PSOE me parecen casi lo mismo, exceptuando tal vez el estilo. Y que en estas elecciones no he votado y mucho tendrán que cambiar las cosas para que vuelva a votar.

Ahora preguntas:
-¿Habéis notado lo mismo que yo o es una paranoia mía?
-¿Estáis acojonados o por lo menos un poco asustados?
-¿Creéis que la estrategia les saldrá bien?
-Y si les sale bien, ¿se pondrá de moda y se generará cada vez más odio?
-¿Se os ocurren más preguntas?

martes, mayo 29, 2007

No soy Brad Pitt

Más bien me parezco a Johnny Depp

miércoles, mayo 23, 2007

2

- ¡Hola a todos!

Como ya esperaba, nadie respondió. Ni Joaquín ni Miralles habían vuelto aún a casa. ‘No sé de qué me quejo’, pensó, ‘si hay gente que llega a casa más tarde que yo’.

Bueno, probablemente no tardaran mucho en llegar, faltaban quince minutos para las diez, y ninguno de los dos solía salir tan tarde como él, aunque últimamente Miralles se pegaba unas buenas tundas. ‘Porque le han cambiado de departamento’, recordó. ‘Ahora está en ¿inversiones? ¿riesgos? Vete a saber’. A Miguel no le interesaban los bancos, le parecían una forma más de engañar a la gente y mantener el sistema, pero Miralles estaba contento, y eso era lo que importaba.

En dos minutos se puso ropa de estar por casa, se sentó en el sofá del salón y encendió el televisor. Era martes por la noche, estarían echando cualquier serie española. El Comisario, Cuéntame, o cualquier gilipollez como Los Serrano. De todas formas, a esas horas solía tragarse lo que fuera, más después de fumarse un canuto. Tampoco le sorprendió encontrarse con anuncios en el primer canal que eligió. Hizo un poco de zapping, pero no hubo suerte: anuncios en todas las cadenas. Seguro que se ponían de acuerdo para emitirlos al mismo tiempo.

- Lo justo para rularme el peta, hasta que empiece algo.

Se acercó a la mesa y de una pequeña caja de madera extrajo el papel, mechero, tabaco, y una diminuta china de hachís. ‘Ya no queda costo. Tengo que acordarme de llamar a éstos para que se pasen por Leganés a pillar’. Mientras, ya estaba quemando la mitad de la piedra. ‘La otra mitad, para la pareja feliz’. Joaquín y Miralles. Sonriendo, recordó a otro amigo suyo, Jorge, quién decía que Joaquín y Miralles debían ser considerados una única entidad, porque siempre andaban juntos, y se les debía llamar Joaquínmiralles. ‘Hola, ¿has visto a Joaquínmiralles?’ ‘Va a venir Joaquínmiralles’. La verdad es que Jorge llevaba razón, en parte. No es verdad que siempre estuvieran juntos, lo que sucedía es que cuando coincidían con Jorge solía ser en fiestas o para tomar una copa. E, invariablemente, si aparecía Joaquín, aparecía también Miralles. Miguel era un caso aparte, ya que Jorge era amigo suyo de antes, y posteriormente se lo presentó a los otros dos. Aunque, desde que vivían en el mismo piso, los tres hacían más cosas juntos. Así que a lo mejor en poco tiempo la unidad ya no sería Joaquínmiralles, sino Joaquínmiguelmiralles. O Jomimi, para abreviar.

Después de quemar el costo, separó la punta del cigarrillo y mezcló el resto del tabaco. Cogió el papel, lo colocó boca abajo sobre su palma izquierda tapando la mezcla, juntó ambas manos y le dio la vuelta. Luego prensó un poco el resultado, le añadió la boquilla obtenida previamente y, tras pasar suavemente su lengua por la pega del papel, terminó de rular el peta.

- Joder, qué fácil resulta ahora. Anda que no me ha costado, años y años de práctica hasta conseguir que salieran canutos decentes. Los de antes parecían caramelos.

Los Miguelpetas, los llamaban sus amigos. Él no se lo tomaba a mal, porque de todas formas era el único que sabía hacerlos, o de los pocos. Y además, sus colegas eran buena gente.

Encendió el mechero, se acercó el porro a los labios, le prendió fuego, aspiró y cerró los ojos, deleitándose en la sensación del humo, y en el olor y el sabor del hachís, impregnándose en sus pulmones. La primera calada solía ser la mejor.

En la pantalla aparecía ahora una familia sentada a la mesa, desayunando. El padre leyendo el periódico, los niños con el tazón de cereales, la madre pasando un pequeño paño por la encimera. Alguien debería hacer alguna vez un estudio (si es que no se ha hecho ya) sobre los anuncios costumbristas en televisión. Tanto luchar por la igualdad, pero en la tele, cada vez que sale una familia los roles asignados a sus miembros son siempre los mismos. Batería de preguntas sobre anuncios (de respuesta fácil):

1 – Una familia va en el coche. La madre, el padre, y los dos hijos. ¿Quién conduce?

2 – Reunión de directivos, el presidente, ¿es hombre o mujer? En la junta directiva, ¿hay más hombres que mujeres, o viceversa?

3 – El nuevo detergente quita las manchas sin dejar huella. El anunciante ensalza las excelencias del producto, dirigiéndose a un posible comprador, de género...

Se concentró de nuevo en la imagen. Más basura. A veces se preguntaba cómo sería vivir sin tele. De hecho, un día conoció a un chaval, amigo de Joaquín, que al parecer no tenía televisión en su casa.

- Pero, ¿qué es lo que haces, entonces, al llegar a casa? ¿O por las noches?

- Pues, yo qué sé, leo algo, me pongo con el ordenador, voy a casa de algún amigo... En verdad, desde que estamos sin tele me siento más libre, tengo mucho más tiempo, para hacer cosas. Además, muchas veces hay alguien en casa, así que no me aburro. Antes, volvía de la calle y automáticamente encendía la tele, me liaba un porro y se me pasaban las horas muertas. Ahora estoy mucho más activo, y encima, fumo menos, porque si fumo no tengo ganas de hacer nada, o hago las cosas mucho más despacio, y ahora sin televisión ya no tengo excusa para estar tirado en el sillón perdiendo el tiempo.

Miguel sonrió mentalmente, porque eso mismo era lo que hacía él todas las noches cuando llegaba a casa. Él, Joaquín y Miralles, o Joaquínmiralles. Y mucha gente que conocía. Desde luego, la televisión era una tentación, pero la combinación televisión + porros era lo peor. Quizás deberían vender la tele. O dejar los porros.

En esas estaba cuando oyó un click en la puerta. Siguió mirando la tele, y fumando, como aparentando no haber oído nada, o no darle suficiente importancia. A él no le gustaba asomarse a una habitación y sentir unos ojos fijos en él, expectantes por ver quién era, y luego una sombra de desilusión, imperceptible por lo demás, pero suficiente para hacer tambalearse su autoestima. Y, si era él el que se encontraba del otro lado, fijar sus ojos sobre el marco de la puerta antes de que apareciera alguien solía delatar su inseguridad, una dependencia de algo que era reconocido de forma inconsciente por los demás como una debilidad, o peor aún, como una desconsideración hacia su interlocutor, si es que en ese momento se encontraba hablando con alguien. Naturalmente, estando solo en la habitación, y siendo Joaquín o Miralles el que iba a entrar, tampoco tenía mucha importancia. Pero el hábito hace la costumbre, automatizamos nuestros gestos, nuestros movimientos, mediante su repetición incluso en situaciones en las que no son necesarias. Como ésta en la que se encontraba Miguel. Por lo demás, en ese momento captó su atención un anuncio bastante interesante (de los pocos que había, aunque los había), por lo que la indiferencia pasó a ser realmente involuntaria.

- Qué hay, chaval

Joaquín se asomaba a través de la puerta, sonriendo, como casi siempre.

- Buenas. Qué te cuentas, pareces cansado.

- Sí, ¿no? Nada, que llevo media hora intentando aparcar, y se me han ido poniendo delante 3 ó 4 que también buscaban sitio y justo han cogido, y es cabreante. Pero nada más.

- Pues llegas justo a tiempo, dijo Miguel, tendiendo su mano hacia Joaquín, y ofreciéndole algo más de la mitad del porro.

- Gracias, tío.

- Nos hemos quedado ya sin hachís.

- Lo vi esta mañana. Ya hablé con Miralles, él iba a pillar.

- ¿A dónde, a Leganés?

- Nop, al Petas.

Un nombre muy apropiado para un bareto de apariencia típica, una tasca, en la que además de una birra o un refresco podías pillar algo de grifa, cuando tenías prisa. Y no era de mala calidad, no tan buena como en Leganés, pero no era mala.

- ¿Qué estás viendo?

- Ni idea. Llevan más de 15 minutos con anuncios.

martes, mayo 22, 2007

El rocío

Pese a que lo he intentado, no he logrado aún sumergirme en las costumbres andaluzas más arraigadas, a parte del flamenco, que no es patrimonio exclusivo del Sur y que ya lo llevaba yo grabado a fuego en mi piel.
Andalucía tiene muchas cosas interesantes, sin duda, sobre todo la Andalucía Oriental y la mayoría de mis amigos y de las mejores personas que conozco son andaluces, pero andaluces no tópicos, ni típicos. Gente muy normal que actúan como ciudadanos del mundo sin afán localista.
Sin embargo hay otras cosas de Andalucía y de una minoría de andaluces que sobrepasan mi entendimiento. Esa minoría de andaluces presumen de ser los más graciosos, los que mejor saben vivir y desde que se piensan nación se han vuelto incluso más insoportables.
Esos andaluces no me resultan nada graciosos y el problema es que se hacen notar tanto, que uno parece vivir a medio camino entre canis y faralaes, al menos en la zona que Concha Espina denominara Estuaria en su Metal de los Muertos.
Puede que el problema lo tenga yo, que nací en Cáceres, y que en mi árbol genealógico no conozco ningún familiar que no haya nacido a más de 40 km de esta ciudad. Por mis venas corre una sangre demasiado alto-extremeña, y todo el mundo sabe lo necesario que es el mestizaje.
Un cacereño es un ser neutro, ni muy simpático ni muy antipático, un ser discreto y a veces acomplejado, que en ocasiones, no aprecia suficientemente el inmenso valor que tiene ser hijo de tan milenarias piedras. Y claro, tanta neutralidad y discreción chocan violentamente con el modo de ser de una Onuba que a veces obnubila y otras desespera.
Y ahora llega la gran época. Mientras escribo esta entrada, sin ningún ánimo de ofender a ningún/a andaluz/a, insisto que la mayoría son magníficos, en mi pueblo no hacen más que tirar petardos (esta gente tira más cohetes que los valencianos), porque las carretas salen al camino.
Mañana la autopista estará petada. Los bueyes y los volantes de lunares invadirán primero la carretera y después Doñana, y los pobres linces tendrán que esconderse ante tamaña marabunta de ateos enfervorecidos con tocar un "cacho palo" de una virgen no tan guapa.
Mañana los señoritos de pelo rizado y actitud chulesca se subirán a sus caballos y partirán hacia la Aldea mirando desde su montura con desdén, dejando tras ellos un rastro de inmensas cagadas de los equinos, ¡animalitos!.
Calimocho, jamón, whisky,... un macrobotellón de 1 millón de personas. Con una pequeña diferencia, al menos en este macrobotellón hay una virgen.
En fin, que mañana me moriré de asco en el atasco, pero ya he soltado la bilis por adelantado.
Pena me dan, los que realmente vayan a El Rocío por motivos religiosos. Pena me da a mí, que soy cristiana.
Y bueno, también pena por los que van a ver famosos. Que se han quedado sin las más grandes...

domingo, mayo 20, 2007

Mi Zahir mi Soledad

Estoy leyendo El Zahir, un libro en el que Paulo Coelho nos viene a recordar que el amor es el motor del mundo. Un Zahir es aquello con lo que una vez entramos en contacto, acaba poco a poco ocupando nuestro pensamiento, hasta que no somos capaces de concentrarnos en nada más. Para Coelho es una mujer. Para mí, en éstos, los peores años de mi vida, mi Zahir es mi soledad. Lo ocupa todo. Vaya donde vaya, mire donde mire, mi Zahir no me deja nunca. Nadie a quién amar ni nadie quién me ame. Nadie con quien pasear, nadie con quién soñar. Si el amor mueve montañas, si es la esencia de que está hecha la vida, los que no aportamos ni recibimos amor somos seres muertos e inútiles que deambulamos por las calles incapaces ni de mover una roca. Si no hay amor no hay movimiento, si no hay movimiento no hay vida y si no hay vida no hay amor...y si no hay amor no hay movimiento...y doy otra vuelta más a mi círculo vicioso.

Mi Zahir me lleva a veces al puente Segovia, y por suerte (buena o mala, nunca se sabe) tengo vértigo, así que no me asomo demasiado. En realidad, el ayer, el hoy y el mañana me producen más vértigo aún y no dejo por ello de asomarme y caer en su abismo, en el de recordar como una a una fui perdiendo a todas mis amigas, en el de vislumbrar un hoy en el que nadie desea mi compañía, en el de un futuro vacío, ni siquiera negro. La vida pasa, pesa y pisa mis sueños pero nada se posa en ella. Me dejo arrastrar por las horas que pasan y pesan y pienso: cuando uno siente hambre, come, cuando siente sed, bebe, cuando tiene un sueño lo persigue, pero cuando no siente nada no hay nada que perseguir porque nada nos alivia. Y si no se persigue nada no hay movimiento...Así que me repito cada día: si no venzo a mi Zahir más me valdría morir. (Repeating in my head__ If I can't be my own__ I'd feel better dead).

Es curioso como un libro que se supone optimista y lleno de frases que inducen a vivir, a mi me inducen a no encontrarle ningún sentido a mi vida. Quizás porque Coelho para vencer o conseguir a su Zahir se ayuda del misticismo y ese es un lenguaje que a mí no me llega. Quizás porque su victoria hace más patente mi derrota. Quizás porque me recuerda que no tengo nada ni nadie que me haga saltar hasta tocar las nubes.

Sigo con el viaje de mi vida, con mi Zahir al lado recordándome que lo haré sola y que vaya donde vaya nadie estará esperándome. Esa sensación me vuelve loca cada día, nadie con hablar, nadie con quién reír, nadie a quién le importe si vivo o muero, ni siquiera a mí... y entonces vuelvo otra vez a pensar en lo innecesario de mi presencia.

Tengo que acabar con él, con mi Zahir, con mi soledad, porque ella esta acabando conmigo, debo impedir que siga ocupándolo todo porque si no seré un pez muerto al que se lo lleva la corriente del río y no hay nada más triste y despreciable que estar muerta en vida. Pero sin ilusiones, sin sueños, sin nadie a mi lado, no sé cómo voy a conseguirlo... o más bien no sé para qué.

En tarros de miel

Tarde de mayo. Entramos en el paraíso cuando el sol pegaba fuerte y picaba. Entre risas, y deprisa, la cerveza comenzaba a regar nuestras gargantas secas y a aplacar la sed acumulada a lo largo de cientos de noches con las manos atadas con cuerdas implacables. La música llenó todo y nos dejamos inundar por ella. Comunión perfecta entre escenario y albero. Las horas cayeron sin darnos tiempo a frenar el reloj (y es que los buenos momentos vuelan). Cuando nos dimos cuenta, ya estábamos de cháchara con la luna. Guardaré estos momentos en tarros de miel.


sábado, mayo 19, 2007

Momentazo erótico!

Acabo de llegar a mi casa después de dar un paseo por Huelva. Esto de vivir en un pueblo tiene sus ventajas y sus incovenientes. Uno de los inconvenientes es que necesitas coger el coche cada vez que quieres ir a la ciudad, pero no es tan grave, pues el pueblo donde vivo dista sólo 14 km. El caso es que esta tarde me ha dado por ir a ver escaparates a la zona comercial onubense. Por querer ir bien vestida, con mis ajustados pantalones blancos y mi veraniega camisa, no me ha quedado otra que ponerme los zapatos de tacón. Que son muy bonitos y muy adecuados en una sala de torturas.
El caso es que he llegado, de vuelta al pueblo, he metido el coche en el garaje y he tomado el ascensor para subir a casa. Sin embargo, he recordado que esta mañana, cuando estuve tendiendo la ropa, alguien estaba usando mis cuerdas. Probablemente un hombre, por el tipo de ropa colgada que había. Mi vecino de abajo hace poco que se ha mudado, por tanto, he pensado que quizás la ropa era suya. El caso es que en vez de pulsar el botón 2 he pulsado el 1, pese a que mis castigados pies no estaban muy de acuerdo. Al bajar del ascensor he comprobado que había luz en el apartamento y he llamado al timbre una vez. La ventana de la cocina estaba abierta y la música a todo volumen.
Como no me abría he llamado una segunda vez al timbre y desde el interior una voz ha gritado: "¿Quién es?..." Yo he contestado, también gritando, para superponer mi voz al corte de reggeton que ese momento estaba sonando: "¡Soy tu vecina de arriba!". Pensé: "¡Jo!, si en vez de reggeton fuera jazz, parecería la escena de una película de los sesenta, protagonizada por Rock Hudson y Doris Day. Pero era reggeton.
En esto que, finalmente, después de un intervalo de tiempo más o menos largo, mi vecino (un chico joven más bien bajo, delgado y con una cara bastante graciosa) me abre la puerta: "Lo siento me estaba duchando". Una pequeña toalla tapa sus vergüenzas, y descubro que ser repartidor es mejor que cualquier sesión de gimnasio. El torso bien formado y un poco peludo, (menos mal, porque tanta metrosexualidad cansa y se vuelve grimosa). Le pregunto, intentando no sonrojarme: "Perdona, no quería molestarte. ¿Has tendido ropa arriba?" Me responde que no. Me justifico diciéndole: "Es que como eres nuevo en el edificio y la ropa era masculina, pues pensé que quizá era tuya. Pero, no importa, seguiré buscando entre los vecinos nuevos que se hayan mudado". Las tres últimas palabras creo que temblaron un poco en mis labios. Empezaba a sentir ganas de reir. Así que me vuelvo a disculpar y me despido: "Venga, lo siento, hasta luego". Y contesta: "hasta ahora". Me meto en el ascensor, meditando sobre el momento vivido. "He visto a más de un tío en pelotas. No sé de qué me sorprendo." Pienso para mí misma. "¿Por qué se despide diciendo hasta ahora?". Sigo meditando. Me miro en el espejo del ascensor y veo que el maquillaje sigue intacto y que estoy guapa. Sonrío. Me alegro de haber llamado un día de esos en los que he decidido arreglarme para salir. Salgo del ascensor, abro la puerta de mi casa y sigo sonriendo...

Huída hacia adelante

Hace tiempo que ya nadie
se pasa por casa.
La gente sólo viene
cuando hay grandes fiestas
o si invitamos a cenar.
Pero ya nadie me llama
y me dice
'qué hay kike, me paso
por tu casa
y nos tomamos un té
o un café'.
Ni siquiera un porro.
Hubo un tiempo en que
todos los días
cuando llegaba a casa
por la noche
siempre había gente en el salón.
Sarah, Micheal, Manuela,
y tantas otras personas
que hacían mi vida diferente.
Mucho más amena.
No tan rutinaria.
Claro que antes estaba Sergio
y Sergio daba mucho juego.
Ahora la gente del piso trabaja
y su vida social
se juega en otras canchas.
El único que a veces se pasa es Ángel,
pero él es el vecino
y vive en el cuarto.
Realmente
desde que vivo en un quinto sin ascensor
mi vida ha cambiado mucho.

miércoles, mayo 16, 2007

10º aniversario

Somos una promoción que se ha caracterizado por experimentar una extraña dificultad para emprender cosas juntos; dificultad aliñada, eso sí, con una irreductible voluntad para intentarlo :-). Me dice Julia que esto es así en las generaciones venideras, salvo en una cosa, en la voluntad de los intentos. Así que, brindemos por eso... ¡por las voluntades que nos quedan!



Esta es la historia de un grato intento [Gracias Julia por organizar y coordinar el aparato logístico. Gracias Nata por la presión e información activa a los miembros rezagados y al colectivo anti-Moodle]

Con esta extraña mezcla de sabores nos acercamos a un Cáceres resacoso todavía por el Womad que terminaba (una pena), bajo los augurios de un cielo de polen y estornudos (si me pongo cursi siempre podéis saltaros los textos e ir directamente a las fotos jeje), y con la promesa siempre suculenta de una interminable tarde de cañas.

La gente fue llegando al Carpe Diem. Caras y nombres conocidos en su mayoría, excepto el mítico José Hernández Cumplido, la gran estrella invitada, que se coló en la fiesta sin que nadie supiera a priori asociar su nombre con su cara jaja. Un gran placer volver a verte Jose, pese a no recordar tus apellidos no te olvidamos :-)

Tras intercambiar unos comentarios generosos sobre nuestros aspectos (¡estás igual!, ¡no cambiaste nada!), falsos en su mayoría, y las típicas preguntas de ubicación contextual (¿dónde andas? ¿te casaste? ¿cuántos hijos tienes?), la tarde trascurrió como si no hubiera pasado apenas un segundo desde la última vez que nos vimos. Un gran placer, la verdad, que transcurrió en apenas un suspiro.

Me pasé gran parte de la jornada tratando de encontrar una tara en Beatriz, la chica de David (alias "guapín", o "el vaquilla", como prefieras). Guapa, inteligente, simpática... Al no encontrarle tara me fijé en Rocío, la chica de Manolo (alias "el fari"), y tampoco lo entendí, ni posiblemente lo entienda nunca. El caso es que fui recorriendo pareja por pareja (1512, Antonio, etc.) y comencé a no entender nada. Se me debió poner entonces una cara como la de Joey (el de Friends) cuando para poner expresión de consternación se imagina haciendo la raíz cuadrada de 657. Me encontraba ante un abismo espiritual difícilmente salvable. Entonces me metí de golpe un cacho de huevo frito en la boca, me bebí de un trago media cerveza, y ¡de pronto lo entendí todo! Debíamos haber desarrollado sin pretenderlo una extraña forma de inteligencia que hacía posible que nos eligieran mujeres mucho mejores que nosotros :-). No había otra explicación. Mucho más tranquilo, al saberme poseedor de esa inteligencia, dejé de hacerme preguntas y me entregué a la tarde y a la conversación.

Dicen las malas lenguas que alguien había pagado 50€ a José Luis para que soportara mis historias durante toda la tarde. Barato le salió a quien sea :-) En la siguiente foto Manolo riéndose de algo (debía de ser de otra conversación paralela), yo en plena historieta, José Luis aguantando estoicamente el chaparrón con cara de estar pasándolo que te cagas, y a la derecha Antonio, el gran Reinoso, que no ha cambiado nada prácticamente desde la carrera :-)



En la siguiente foto, el gran "fari" a la izquierda, David portando un mítico collar de bolas feromónico a lo Chayanne y barba a lo George Michael, yo con mi atractiva sonrisa fotográfica, kike, con su camiseta-chaleco y sus rizos con mechas de colores, y el richi, sin coleta ya, con melena en franco retroceso, pero con la sonrisa peligrosa e imperecedera de siempre, que augura una larga jornada y que se ve acuciada por el vino que porta y que hábilmente deglute.



El acontecimiento deportivo planificado se suspendió a última hora, al no encontrarse rival adecuado y competitivo para el quinteto titular de la foto anterior. Aunque están ligeramente fuera de forma aún apuntan maneras. Manolín sigue siendo el salinas del área, guapín sigue siendo un gran repartidor de juego, yo aporto el "jogo bonito" y los pases de espuela entre líneas, kike es el defensa leñero a lo puyol, y el richi sigue corriendo la banda, no sin alguna que otra dificultad. Si a esta equipo le sumas a 1512 como carrilero... ¿quién necesita a Joaquín y Vicente (los del valencia - aclaración para chicas ;-)?

Alfonso se presentó al evento con sus dos hijos, sorprendentemente parecidos entre sí, y afortunadamente no a él :-) Pese a que Maricruz nos informó que los pequeños eran algo tímidos les intuí un desparpajo natural en los bares, y les vi mirar los culillos de cerveza con curiosidad, algo del padre parecen haber sacado :-)

En la siguiente foto estamos en el bar donde comimos, de arriba a abajo e izquierda a derecha, un zorro, otro :-), el gran perico, Antonio, ¿alguien conoce a Hernández Cumplido?, el gran kike, 1512, Natalia, Inés, Sonia, un cacho de Manolo, Julia, José Luis, Laura, Natalia (guapísima), David, no tan guapo y portando gafas y collar feromónico, el richi con camiseta turca, y Rocio.



Las chicas optaron por el blanco y rojo para las cañas y por cosas brillantes para la noche, mi condición masculina me impide precisar más. Inés, Nata, Natalia, ¿alguien conoce a Jose Hernández Cumplido? y Antonio.



En la siguiente foto, ya en la cena, nuestras chicas: Elena, Natalia, Julia, Inés, Anabel, Natalia, Rocío, Laura, Sonia, y delante, en pose cinematográfica, con peinado nuevo y con tatuaje que se intuye en el tobillo derecho y que se muestra con femenina habilidad, Nieves.



En la siguiente foto, Jose, que se coló prácticamente en todas las fotos, kike a dos carrillos, Ifi, como representación internacional, y el gran Vicente, la insigne Vi de Vicaro, con melena al viento, perilla fina a lo mosquetero, y ese aire de poeta de otro tiempo y con la desidia de estos. Estos chicos se nos casan este verano en Grecia, espero verlo, desde aquí os deseamos mucha suerte!



En la siguiente se ve otro trozo de Manolete (se intuye cartón amigo), un cacho de David (no deja lugar a la intuición), su chica Beatriz, Alfonsito, con quien no pude compartir revoluciones esta vez (las revoluciones zapatistas están en horas bajas, el subcomandante marcos ha perdido market-share), pero más ocasiones habrá, Perico, que es la única persona que conozco a la que me sería imposible criticar, es realmente un tipo admirable al que quererle se convierte en imperativo categórico (te quiero perico!!!), Ignacio, al que me alegró ver tras diez años, y el Richi, haciendo como que piensa o rascándose algo del brazo.



Guapísimas ellas: Inés, Natalia, Julia y Nata. Inés y Natalia, que abandonaron sus churumbeles a su suerte con el Chiqui y Miguel, respectivamente, dos grandes ausencias de la tarde-noche (chicos, me hubiese gustado veros, en otra ocasión será) Y Julia y Nata, con aspecto sonriente... ¡deben ser muy felices en sus respectivos matrimonios! :-)



Los supuestos responsables de tanta felicidad, ajenos por completo a ella, y entregados a causas más nobles, como el pan y el vino, grandes referencias bíblicas. En la foto José Luis jugando con una cuchara (creo que pedíamos el cambio de tercio)



Agradecer de corazón a Elena y Juan (en la siguiente foto) que quisieran compartir con nosotros esta noche. En las copas tras la cena se les vió mejores maneras que a muchos de nosotros, que acusábamos el cansancio de la jornada (excusas :-). Un gran placer tenerles, durante la carrera y diez años más tarde (gracias!). Se echó en falta la presencia de vicerrectores entrantes y salientes :-) y de, en general, mayor participación del profesorado. Lejos de tener en cuenta este abandono institucional, que otros tendrían por franco agravio, y prontos a la conciliación, nos ofrecemos a olvidarlo todo, y aceptamos gustosamente ser invitados el año que viene, con todos los gastos pagados, a algún balneario, hotel rural, etc.



En la foto anterior puede verse también a Abel, a dos carrillos, que junto a Kike representaron a la promoción hasta altas horas de la madrugada, ¿alguien conoce a Jose? :-), Kike, Ifi, Vicente, Nieves y de espaldas Anabel.

Esto ya termina, mi verbo fácil no da para más, y tengo que hacer las maletas ipso facto. Esta sección es completable, crecerá seguro, seguid su evolución a través del blog (que dinamiza Kike y en el que también participa Nieves, Richi y un servidor). Dar las gracias de nuevo por la organización del evento, diestramente sincronizado con la épica remontada del Madrid de la que estuvimos pertinentemente informados via SMS. Espero que nos veamos con mucha mayor frecuencia. Espero que hagamos cosas juntos. Espero que todo os vaya fantástico, y que cuando no sea así... ya sabéis donde encontrarnos.

Fue un gran placer veros a todos. A los que no estuvieron pedirles que se animen a la próxima cita. Lo pasé francamente bien. Muchísimos besos.

martes, mayo 08, 2007

El Observador (Hetero) Totalmente Pasivo

El OTP (posteriormente matizado a OHTP para no dar lugar a malentendidos, aunque quizás el malentendido podría ser prescindible desde el momento en que un OTP no es ni desea ser hombre o mujer; él es totalmente andrógino), como decíamos, un OTP observa, pero no actúa. Cuando ve una chica que le gusta comienza una interacción, pero no la fuerza, ni desea su continuidad. La disfruta en sí misma. Permite que las cosas fluyan a su alrededor. No busca temas de conversación que ofrecer, la conversación viene sola, o ya se encargará la chica de buscarla. Si no hay conversación es porque no tiene que haberla. El OTP sabe que si una interacción no funciona, es mejor que sea así. En el momento en que es consciente de su deseo por continuar una interacción, se relaja; piensa en las sensaciones que le ha producido esa chica y nota que, aunque quizás le guste algo, existen vibraciones de distinta frecuencia entre ellos; respira abdominalmente en ocho tiempos, su deseo se desvanece y continúa su camino.

El Observador Totalmente Pasivo comprende que el deseo es una ilusión de la inconsciencia que distorsiona la realidad y conduce a la frustración y el desencanto.

El Observador (Hetero) Totalmente Pasivo sabe que, el día en que una interacción fluya por sí misma en ausencia de deseo, alcanzará la dicha.

domingo, mayo 06, 2007

Te quise sin poder quererte

UNA CARTA NUNCA ENVIADA...

Nada me dolió tanto como aquel susurro en el que me dijiste “te quiero”. Evité escuchar tus palabras y te pedí que las repitieras. Negaste con la cabeza y sonreíste amargamente, pero no volviste a decir nada. Fue desgarrador. Tu me querías, y yo aun queriéndote no podía quererte. Después de la tormenta que arrastró las últimas hojas de aquella flor por florecer, alguien me contó que me quisiste de verdad, con la misma fuerza, que el amor que no pude darte y que siempre guardaré por si algún día se te ocurre buscar en los recuerdos amargos, aquellos labios que pocos besos te dieron.

No olvidaré la intensidad de aquellos momentos, la brisa de tus caricias, tus miradas eternas, sobrecogedoras y profundas, la dulzura de tu piel prohibida y los abrazos en las sombras más oscuras y alejadas de la vida.

Obviamente, muchas veces pienso en ti. En esos momentos añoro saber algo de tu vida, de tu deambular por el mundo. Y eso que por pequeños rescoldos que vas dejando sé que vives y hasta sé dónde vives. Pero… ¿Quién soy yo para cruzarme en tu camino, aún sabiendo por dónde está? ¿Quién soy yo para intentar recuperar, no ya lo que perdí, sino lo que abandoné? No me asiste ningún derecho y lo sé.

Quiero provocar al mar, hacer que las aguas turbulentas choquen contra la tierra. Hacer saltar las olas con tanta fuerza que quiebren milenarios acantilados. Es muy difícil, pues con mi voluntad no basta y mi debilidad es inmensa. ¿Cómo puedo hacerte mirar hacia mí, sin que salga de mi boca un leve suspiro? ¿Cómo hacerte recordar, si es que no recuerdas, aquellos días de agridulce sabor y de aromas de tierra mojada?

Con el paso de los años he conseguido no llorar lágrimas. Nadie me verá llorar por ti. Pero mi alma, desgarrada, se aferra con ansia y dolor a las zarzas de tu recuerdo eterno, al sabor de tu aliento, al color de tus ojos, a la miel de tu boca y a tantas cosas que marcaron mi vida, que jamás dejarás de morar en mi corazón.

viernes, mayo 04, 2007

Un experimento social

Buenas, acaba de comenzar la fiesta en casa y acabo de publicar este post. Hemos dejado unos papeles en el salón y las habitaciones hablando de este artículo y del blog, para ver si alguien tiene curiosidad y se deja caer por aquí a dejar su comentario. Si estuviste en la fiesta cuéntanos qué te parecio,

bueno, son las 6:45h de la mañana y el borrador que empecé esta mañana ahí se quedó, y acabo de recordarlo ahora. Voy con retraso (espero que nadie haya intentado conectarse hasta ahora), si es así, lo siento, las cosas son como son. Abrazos a tod@s

miércoles, mayo 02, 2007

Vivir en Onubacanilandia

El otro día fui al cine a ver la película "Hannibal Rising". Me gustó mucho, ¿para qué negarlo? Cierto es que yo ya sentía una morbosa simpatía por tan elegante personaje, pero después de ver la peli me invadió un sentimiento a medio camino entre la compasión y la admiración.

No tendría todo esto mucha importancia, de no ser porque mi admiración por Aníbal ha crecido en los últimos tiempos de un modo proporcional a la plaga que asola el pueblecito donde vivo y la ciudad donde trabajo.

La plaga no es que el rio Tinto se haya vuelto más rojo, o que los mosquitos se hayan vuelto más grandes. No, ójala.

La plaga de la que hablo es una plaga de seres a medio camino entre la ameba y el mono: los canis. Bueno decir que están a medio camino entre las amebas y los monos es insultar a demasiadas especies a la vez. Dejemos pues de llamarles seres, y démosle un nombre más apropiado: engendros.

Pues bien, estos engendros que se comunican entre sí con frases tales como: "me vá a shupá la punta la polla" o "me va a comé el pitorro del coño", se diferencian de los demás seres vivos en su indumentaria, su lenguaje, su cobardía y sobre todo, su mala leche.
Eso sí, un cani te putea si va en grupo, porque a solas, no hay huevos.

Son niñatos que no respetan nada y odian a todo el mundo: los pijos por pijos, los heavis por heavis, los perros por perros, etc. En fin, destilan odio por cada poro de su piel. Muchos además presumen de ser auténticos racistas.

Y en Onuba, ciudad antes tranquila y agradable, la plaga ha inundado cada rincón. No sé que habremos hecho de malo para tener que soportar tan deleznable plaga. Los niñatos se pasean en sus coches tuneados con su chandal tuneado con el movil tuneado y la neurona tuneada haciendo ruido. Con la música a todo volumen, los bajos retumbando por todos lados, a ritmo de los patéticos Camela o Haze.

Da igual que seas joven o viejo, ellos te faltarán al respeto. Si vas con tu coche y ellos están ocupando la carretera tendrás que pararte, y ni se te ocurra pitar o gesticular porque te pondrán de puta o de cabrón para arriba.

Es por ello, que cada vez que salgo de mi casa y los veo sentados en la plazoleta, fumando porros y vociferando con su ropa hortera y sus modales de engendro (aunque la mayoría son o niños de papá o niños de traficantes de algo, porque si no no se explica como pueden tener semejantes cochazos), pues eso, que cada vez que los veo me viene a la cabeza la imagen de Aníbal con la boca llena de sangre y relamiéndose, mientras recorta unas setas en el bosque para cocinar las mejillas del capullo de turno. ¡Quién fuera Aníbal!