jueves, diciembre 25, 2008

Reacción

Iba bajando las escaleras hacia la Calle Mayor, sobre las 3 de la mañana. Al fondo esperaban dos chavales, de no más de 20 años, con síntomas evidentes de haber bebido. Uno llevaba un botellín de cerveza en la mano.

- Perdona, ¿tienes un euro para dejarme?

- Sí, claro, respondí mientras abría la cartera. Saqué el euro y lo deposité en su mano abierta. Cogió el euro y sin soltarme, me dijo:

- Dame más. Dame todo lo que tengas.

- Sí hombre, ya te he dado un euro, no te voy a dar más.

- Pues a ver si voy a tener que sacar la navaja..., dijo al tiempo que se metía la otra mano en el bolsillo y agachaba la cabeza.

Esto ya me cabreó. En estos días no ando muy fino emocionalmente, y sólo me hacía falta que dos niñatos, a los que encima les doy un euro por la cara, me vengan con amenazas. Así que le dí un empujón y me lo quité de encima. Me miró algo sorprendido, y yo le sonreí.

- Venga, saca la navaja.

Dudó un poco, mirándome fíjamente, como si no hubiera comprendido.

- Hoy es un buen día para morir. Tan bueno como otro cualquiera. Así que saca la navaja. Vamos a divertirnos.

El otro le agarró del brazo y tiró de él.

- Venga Santi, déjalo. Vámonos.

El tal Santi se dio la vuelta y se alejaron, mirando de vez en cuando hacia atrás y farfullando no sé qué sobre el día que me cogiera solo (supongo que se refería a él solo, porque yo ya lo estaba) y de que esa noche había tenido suerte. Esperé a que desaparecieran y luego me fui para casa.

Y es que la gente en el fondo no tiene cojones.

miércoles, diciembre 24, 2008

Filosofía de Juan Carlos

La vida son cuatro días: dos salen nublados, otro lloviendo, y el cuarto, que sale sol, si no lo aprovechas...

Cuento de Navidad

Hace frío por las calles del barrio antiguo. El olor de la leña recién quemada se derrama por las chimeneas y empapa el aire, haciéndolo más denso y cálido. Dos sombras cruzan un solitario adarve y alcanzan el Arco de la Estrella. Hay luces de colores que anuncian fiestas. La Plaza Mayor está engalanada y de la fachada del Ayuntamiento cuelgan adornos imposibles y brillantes.

Las dos sombras se dirigen a la primera puerta que encuentran. Golpean y nadie abre. Seguramente, por algún moderno video-portero alguien los observa y decide no responder. Son un hombre y una mujer, y por la pinta, parece que son extranjeros y pobres... — ¡Pobres a estas horas... Llamando para pedir limosna! No les abro—Alguien piensa en un acogedor hogar, también adornado, cálido, con una buena mesa preparada y una familia acomodada a su alrededor.

Van por todas la puertas y nadie abre. En un hotel, un amable recepcionista los invita, antes de abrir la boca, a irse de nuevo a la calle. — Lo siento, no queda ni una habitación —. Se fija en la mujer, y ve que está embarazada. —Sólo hacía falta que esta se pusiera a parir aquí, en la recepción, ¡con el jaleo que tenemos esta noche! — Piensa, mientras les echa fuera.

En la calle Pintores hay mucha gente. Antiguos villancicos se oyen en modernos equipos de sonido. Las luces de los comercios deslumbran en elaborados escaparates. La pareja sube sin que nadie repare en ellos. Ambos van descalzos, pese al frío. La mujer tirita y él se quita su raída y sucia chaqueta y se la pone a ella por los hombros, intentando hacer que guarde un poco de calor. Al pasar por la puerta de la iglesia ven personas que salen de misa. Se acercan a pedir ayuda, pero lo único que consiguen son un puñado de céntimos.

— No, muchas gracias señora... pero no, no queremos dinero, solo buscamos ayuda... — Dice el hombre con acento extranjero mientras la señora le da definitivamente la espalda sin hacer caso a sus torpes palabras.

Siguen su camino, lento y tortuoso. Llegan al paseo de Cánovas. Las luces y la música acompañan cada uno de sus pasos. Los comerciantes siguen vendiendo felicidad envuelta en brillantes papeles. Montones de personas recorren la calle. Una calle en la que no hay sitio para dos extranjeros pobres.

Se alejan del bullicio, del resplandor, del estruendo... Y llegan a un barrio de la ciudad. Es triste y no hay luces ni se oye el eco de la música. No hay nadie por la calle. La noche ha llegado ya a su centro, llenando de frío cada uno de los rincones. La mujer rompe aguas... no puede seguir caminando. El hombre la toma en sus brazos y tambaleándose llegan al portal de un pobre edificio. Empuja la puerta y la encuentra abierta. Al menos, en aquel portal se cobijarán del frío mientras ella da a luz.

El llanto de un niño quiebra el silencio de la madrugada. Los habitantes del edificio despiertan sobresaltados y bajan por la escalera para ver con sus propios ojos a un bebé recién nacido en brazos de su madre. La cara del pequeño es increíblemente bella, llena de paz, de luminosidad... de amor. La pobre gente, enseguida trae mantas, alimentos, bebidas caliente... Ofrecen su casa y abren sus puertas de par en par, para que la familia pueda pasar, al menos, la noche.

Entonces, ante el asombro y la incredulidad, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria los envolvió con su luz, y quedaron sobrecogidos. Un coro celestial alababa a Dios diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a las mujeres y hombres de buena voluntad”... Y todos quedaron sumergidos en un sentimiento eterno de paz y amor.


¿Tenemos las puertas de nuestro corazón abiertas al nacimiento de Dios?


24 diciembre 2008
Víctor M. Jiménez Andrada

martes, diciembre 16, 2008

miércoles, diciembre 10, 2008

Espera

Son las 6'15h de la mañana. Estoy sentado en un pasillo de la planta tercera de la Fundación Jiménez Díaz, esperando que en un rato despierten a David y a su padre. Supongo que será en unos quince minutos, porque los bajan a quirófano a las 7'30h. A David comenzaron a fallarle los riñones hace tiempo, y tras muchos análisis y burocracia (al parecer aquí en España las donaciones de riñones las tiene que aprobar un juez, aunque sean de tu padre) hoy le operan a las 8 de la mañana. Así que me he venido temprano, en parte porque ayer le dije que me iba a venir a verle por la tarde y al final me lié tomando café, regalando libros y montando un círculo energético. Las cosas son como son, supongo. Y esta mañana a las 4'30h ya no podía dormir, me he duchado y me he venido. Por cierto, que estoy regalando las cosas de mi habitación, así que si queréis algo decidlo. Tenéis hasta principios de febrero.

Y aquí en el hospital, pues me acuerdo de mi madre. Acabo de volver de Badajoz, mi abuelo estuvo ingresado una semana. Este último año he andado un rato de hospitales, mi madre, Amelia, mi abuelo y ahora David. Los hospitales cansan mucho, mi abuelo decía que como le cogieran ya no lo soltaban. Afortunadamente lo soltaron, cinco días después. Ahora anda algo pachucho el pobre, con una ronquera que según él ya no suelta hasta que se muera. Que ya está viejo. Y lo que le pasa es que está asustado. Desde que murió mi madre.

Llorar está bien, pero a los tíos nos cuesta un mundo. Dámaris dice que para las chicas resulta más fácil porque el período les supone unos cambios emocionales más bruscos, que es como hacer borrón y cuenta nueva. Yo estuve llorando el sábado, que nos fuimos de setas a Cercedilla. Con setas resulta mucho más fácil todo. Ella me preguntaba, 'Elfi, ¿estás bien?' y yo le decía que sí con la cabeza, y los ojos llenos de lágrimas. Lloré por todo un poco, aunque me habría gustado llorar más. Los tíos nos avergonzamos de llorar, no eres un hombre si lloras, tienes que mantenerte fuerte y mantener emocionalmente al resto de la familia, y sólo se disculpa en casos muy extremos. Pero no está bien. La tristeza, el llorar, es un sentimiento intenso y necesario, que hay que saber explorar, y que te libera. A mí me cuesta llorar. Supongo que será un condicionamiento emocional que tendré que ir superando. Poco a poco.

Las 12'00h. Han salido para informarnos de que a Antonio le están poniendo una epidural para que no le duelan los puntos, así que con él ya han acabado. Parece que va todo más rápido de lo previsto. Está todo el mundo mucho más relajado, con mucha más confianza. Son las 23'00h en Auckland, la capital de Nueva Zelanda. Y la marquesa debe estar de siesta (si durmiera siesta). Se está pasando el tiempo muy rápido. Con suerte, quedan menos de dos horas.

Las 13,20h, todo ha salido bien. Antonio aún sigue grogy y David está en la UCI. Me voy a casa. A dormir.

domingo, noviembre 30, 2008

El año de la crisálida

Por aquellos días de primavera, la adolescencia hervía en mi en todo su esplendor. Quizás no tuviera más de trece años, muchas fantasías en la cabeza y terribles historias de amor no correspondido.

Los juegos de otros tiempos habían quedado olvidados, enterrados y desterrado por siempre. Los amigos seguían siendo los mismos, pero la forma de pasar el tiempo era muy distinta.

Tras la primavera, llegó el primer verano de mi etapa "adulta" o el último verano de mi niñez, según el prisma con el que se mire. Las sensaciones eran incómodas y en mi estaban ya bien despiertos los instintos naturales. Mi tiempo transcurría entre partidas eternas de Monpoly, penosos conciertos con un pequeño teclado Casio, y largas, larguísimas charlas con los amigos. Por entonces descubrí también la música. Los programas de radio comenzaban a tener sentido y empezamos a comprar alguna cinta que otra y también vinilos que aún hoy conservo con cariño. Aquellas desoladoras tardes mis pensamientos volaban entre notas musicales.

No arreglábamos el mundo en nuestras eternas conversaciones, para eso habría tiempo algunos años más adelante. De hecho, no creo tener consciencia entonces de los problemas que siempre nos rodean. Nuestras charlas distaban mucho de ser filosóficas, científicas o en algún modo útiles para otros fines que no fueran aplacar el fuego de nuestras hormonas.

Sí, hablábamos de chicas. Hasta hacía poco tiempo, las niñas eran seres extraños, que tenían sus juegos, su forma de ser tan distinta a la nuestra, sus cosas... Ahora las líneas, antes paralelas, comenzaban a tomar ángulos, comenzaban a buscarse irremediablemente en el espacio y en el tiempo.

Aquel verano, hubiera sido el novio de cualquier niña que me lo hubiera propuesto (yo era entonces demasiado tímido para proponer algo). Entendiendo el concepto de novios, el mero hecho de aceptarse mutuamente como tal. Lejos estaba entonces cualquier acercamiento de otro tipo. De hecho, recuerdo el "escándalo" montado por uno de nuestros amigos cuando besó en los labios a una chica. Aquello era lo máximo, lo inalcanzable, lo platónico, lo nunca visto. Nuestro amigo, tuvo que relatarnos muchas veces cómo lo hizo, como sabía su boca (seguramente a chicle de fresa), y qué sintió. Mi amigo se deshacía en el relato de un beso que no llegó a tres segundos, lo alargaba hasta el aburrimiento, lo estiraba como una goma, sintiéndose envidiado protagonista .

No sé si fueron años inocentes, pero eso me da igual. Fue lo que me tocó vivir y no me he planteado nunca nada al respecto.

Recuerdo perfectamente aquel verano. A parte de mi Casio PT20 y el Monopoly, por las mañanas jugábamos al baloncesto en la pista cercana de la Parroquia. Sudábamos de tal forma que terminábamos metiendo la cabeza bajo el chorro de agua, nada fría, de una fuente de hierro cercana. Algunas tardes las pasábamos en la piscina, mirando los cuerpos de toda fémina, como buitres hambrientos. De vuelta, alargábamos la tarde hasta entrada la noche, charlando, como siempre, en los alrededores de nuestra casa, en un lugar que llamábamos el muro. Allí nos sentábamos, como pájaros posados en un alambre, y allí pasaban las horas perezosas, hasta que alguien era llamado para irse a dormir.

A principios de septiembre de ese caluroso verano se celebraron las fiestas de la Parroquia, verbena incluida. Recuerdo con mucha ternura aquella noche del siete de septiembre. La música sonaba, nos habíamos puesto guapos para la ocasión, y fue quizás la primera vez que nos acercamos directamente a las niñas de nuestro barrio.

Aún conservo en el corazón aquel beso de presentación de Inma. Sus cabellos largos y rubios, ligeramente rizados. Su talle fino, casi espigado y sus ojos color miel. Su voz tierna y acaramelada. Inma estaba sudando ligeramente, como lo estábamos todos, y la leve humedad de su rostro al contacto con el mío despertó mis sentidos. Quizás fuera la primera "mujer" que me presentaran "formalmente". Mis manos se movían nerviosas como independientes del resto de mi cuerpo y mi boca solo balbuceó un tímido y ahogado "hola" que no escuchó ni el cuello de mi camiseta. Sonaba la canción de Suzanne, y siempre asociaré este tema a aquel encuentro.

La vida no fue justa con Inma, era una auténtica muñequita, que perdió la inocencia quizás demasiado pronto. No tardamos en verla convertida en una mujer, madre, y despreciada por un marido mayor que ella que el único mérito que tuvo fue quedarla preñada antes de cumplir los dieciocho. Hace años que no sé de ella. Hace años que quedó perdida en esos días que solo existen en la memoria.

Por aquellos entonces llegó Lola a mi vida. Mi dulce y tierna Lola. Nunca tuve un amor platónico más doloroso, duradero y horrible que el de Lola. Me pasaba las noches sin dormir pensando en ella, en su piel pálida, en su cabello corto y negro, en sus ojos profundamente oscuros. Escribía largas cartas de amor, que por supuesto jamás le entregaba, y fue la musa de mis primeros poemas. Leía a Becquer hasta aprenderme de memoria cada verso, escuchaba baladas tristes y ahogadas que me hacía sufrir, y ese sufrimiento me ensalzaba más aún, me hacía más fuerte en mi propósito de conseguir que Lola se fijara en mi. La perseguía por la calle y hacía cómplices de mis movimientos a mis amigos.

Fue una batalla perdida. Nunca hubo correspondencia. Estuve más de un año anhelando una respuesta que no llegó jamás, y cuando lo hizo, fue una negativa tajante.

Tras aquel verano empecé el Bachillerato, y dejé definitivamente mi vida anterior atrás. Una tarde de domingo, cambiamos sin planearlo la reunión en la sala de juegos por una cerveza, la primera, en un bar de la Plaza Mayor. No olvidaré nunca aquel sitio, que luego frecuentamos cientos de veces; ni aquella cerveza, que sin tomar más que la mitad, llegó a producirme cierta resaca a la mañana siguiente. La sensación de haber echo algo que no debía, me llenó a la vez de arrepentimiento y libertad. Comenzaba a jugar a ser adulto.

Durante ese curso la discoteca New People nos marcó a todos de alguna manera. Comenzamos a ir a las fiestas que por la tarde de viernes y sábado se organizaban. Allí nos juntábamos toda una generación. Mi generación. Allí esperábamos pacientemente a que la música cambiara a ritmo de lentas para sacar a bailar a la chica de turno. Allí sentí baladas como Still Loving You de Scorpions, Last Christmas de George Michael o Cruz de Navajas de Mecano. Allí recibí negativas firmes y tajantes cuando me atrevía a pedir algún baile y allí bailé por primera vez con una chica, que era la prima de uno de mis amigos, unos años mayor que yo. Entonces no vi en ella el gesto de compasión y piedad que seguramente tuvo.

Poco tardó luego la vida en curtirme y en hacerme más firme y decidido. Como cazador de amores imposibles fallé varios blancos, pero la experiencia me sirvió para afinar la puntería hasta tal extremo que en la primavera terminé saliendo con una chica, la primera, pasando por encima de otros rivales, que además de rivales eran amigos.

Mi corcho de inocencia estaba totalmente perdido y mi perspectiva de las cosas era muy diferente. No es que hubiese madurado, ni mucho menos, pero la pequeña crisálida que habitaba en mi, había salido ya transformada de su letargo, pero eso es otra historia.

v.m.j.a.
julio 2006

miércoles, noviembre 19, 2008

Represión

Ayer eran los inmigrantes de países no de la CEE.
Hoy son los italianos, franceses y alemanes
que se llevan a comisaría
por no llevar identificación encima.
Como esto siga así
y no haga algo pronto,
mañana seré yo.

(variación de un original de Martin Niemöller)

viernes, noviembre 14, 2008

Reflexiones: La tranquilidad de la ignorancia.

Hace unos años (no muchos), vivíamos en lo que podíamos llamar la "tranquilidad de la ignorancia". Había medios de comunicación, claro. Estaba la televisión, con un par de canales, los periódicos y por supuesto, también la radio. Pero hay que reconocer que la gran avalancha informativa se ha producido con internet. Muchas veces nos cuesta trabajo digerir todo lo que se nos viene encima. Basta estar suscrito a media docena de boletines de actualidad (de cualquier tipo) para comprobar lo que digo. La información es mucha y en numerosas ocasiones nos interesan demasiadas cosas, más, bastante más de las que podemos asumir. Así estamos generandonos un tipo de angustia muy típica de esta época. Basta asomarse a los cientos de miles de páginas web, los cientos de miles de foros (de todas las clases), por no hablar ya de los blogs, como éste desde el que escribo, para ver que es imposible, por muchos años que vivamos el ver todo lo que queremos.
Hace años el problema es que la información no llegaba. Vivíamos con lo que nos suministraban otros. Ahora somos nosotros los que buscamos lo que queremos y los que nos dedicamos a generar información. Tanta que es imposible cuantificarla, tanta que es imposible digerirla.

miércoles, noviembre 12, 2008

Astoga + Rainbow Mataveneros 2008

- ¡Hey Didgewind, hola, qué haces!

- Ké hay, Luis. Me voy para la tienda, a descansar un poco.

- Haces bien, haces bien. Por cierto, qué colgante más bonito

- Sí, ¿verdad? Era de mi madre. Murió hace un año, de cáncer, y mi padre está terminando de sacar sus cosas para regalarlas. Así que me he quedado con esto.

- ¿Ah, sí? Pues mira, te cuento. A mí también se me murió mi segunda pareja, hace año y medio, y también llevo alguna cosa suya. Y más que lo bonito que es este colgante, es la dignidad con que lo llevas. Que seguro que hace también que sea más bonito.

jueves, octubre 30, 2008

Elena

- ¿Te apetece jugar a un juego?

- Al parchís, no, dijo ella, sonriendo. Sonreí a mi vez.

- No, no es al parchís. Se trata de que adivines de qué color llevo la ropa interior.

A Elena se le iluminaron los ojitos.

- Cada vez que falles te quitarás una prenda.

Su sonrisa se hizo aún más grande.

- Si te terminas quedando desnuda, gano yo. Si aciertas antes, ganas tú. El que pierda tiene que hacerle un completo al otro. ¿Quieres jugar?

- Claro que sí.

- Pues empieza.

- Ummmm... ¿roja?

- Tan tan tan tan. Primera prenda. Espera, me voy a ir poniendo cómodo, dije al tiempo que me tumbaba sobre la cama.

- ¿Los pendientes cuentan como prenda?

- Eso lo decides tú.

Elena meditó antes de hablar.

- No, no valen. Espera, que voy a situarme yo también, dijo mientras se subía a horcajadas sobre mi vientre y se quitaba la camiseta.

- Segundo intento.

- Veamos... ¿rosa?

- Eeeeeehhhh... ¡no!

Soltó una carcajada. Lo cierto es que no paraba de sonreír. Y se despojó de su segunda camiseta. Su sostén color azul claro cubría sus dos hermosos pechos. 'No por mucho tiempo', pensé yo.

- Una pregunta. ¿Qué pasa si es de colorines? ¿Tengo que adivinarlos todos?

- No, no hace falta. El color es el que es.

- Vale. Ummmmmmmm...... azul no puede ser... ¿amarillo?

- Hoy estás sembrá. Hala, tercera prenda.

Se despojó de su sujetador con parsimonia, dejando al descubierto sus pequeños pezones, ya erectos por la excitación. Acaricié con deleite la curva de sus senos.

- Cómo me gusta jugar contigo.

Elena se inclinó para besarme. Sus labios estaban húmedos. Su lengua, caliente.

- No vale si te digo un color, por ejemplo, el rojo, me dices que no y luego es granate.

- No, no vale. Pero para que te quedes más tranquila, cuando terminemos, si no estás de acuerdo con algo lo negociamos.

- Me parece bien. Morado.

- Nop.

Se incorporó levemente para quitarse la falda. Sus braguitas eran de color violeta. Sus medias, negras. Podía sentir el calor de sus muslos en mis costados, y la textura de su coñito sobre mi vientre. Me costaba estarme quieto, así que comencé a acariciar todo su cuerpo. Elena se dejaba hacer. La atraje hacia mí. Esta vez fui yo quien la besó.

- No sé si te habrás dado cuenta de que sólo te quedan tres oportunidades.

- Lo sé, lo sé, soy muy consciente. Verde.

- Jé. Dos.

Elena levantó su pierna derecha para quitarse una media. Despacito. Disfrutando del momento. Y volvió a sentarse sobre mi vientre.

- Ya estás nerviosa.

- Para nada. Yo me lo voy a pasar igual de bien.

Pensó un momento antes de decir:

- ¡Ah! ¡Negro!

- Ups...

- ¿Es negro? ¡Es negro, a qué sí!

- No, no es negro.

- ¿Entonces por qué has dicho 'ups'?

- Porque ya sólo te falta una prenda. Venga, la otra media.

Y se la quitó. Volvió a besarme, esta vez con más pasión.

- Qué bien me lo paso contigo.

- Yo también.

- A ver, azul no puede ser...

- ¿Y por qué no puede ser azul? ¿Lo has dicho ya, o qué?

- No, no lo he dicho. ¿No será azul?

- ¿Eso es tu último intento o es una pregunta retórica?

- No, espera, estoy pensando...

- ¿Y por qué dices entonces que no puede ser azul?

- Porque el azul no es un color para la ropa interior.

Puse cara de circunstancias. Para jugar con ella.

- ¿Es azul?

- Repito. ¿Es ése tu último intento?

- Sí, venga. Azul.

- Psss...

Abrió los ojos, sorprendida.

- ¿Es azul?

- Especifica.

- ¡Pero eso no vale, si es azul, es azul!

- Es que no es exáctamente azul, pero si sú lo ves y consideras que sí que es azul, entonces tú ganas. Pero concreta antes.

- Pues un azul... veamos... tirando a violeta. Como éste, dijo señalándo sus braguitas.

- Oooooohhhhh. Perdiste.

- ¿He perdido?

- Yo creo que sí.

- ¿No es azul?

- Ahora lo verás.

Elena se puso en pie y fue bajando sus braguitas, contoneándose levemente para ofrecerme un mejor espectáculo. Tenía una vista completa de su coñito rasurado sobre mi cabeza. Cuando acabó, volvió a sentarse. Ahora sí sentía totalmente su humedad sobre mi vientre. Estaba muy caliente.

- ¿Qué es exáctamente un completo?

- Un completo es como tú quieras.

Sonrió pícaramente.

- Muy bien.

Se acercó a mí, sin besarme. Sentía su aliento en mis boca. Cerré los ojos. Besó mi frente, mis párpados, rozó levemente mis labios. Comenzó a mordisquearme el cuello, y con su lengua saboreó mi pecho, mis pezones, bajando despacito hacia el ombligo, demorándose ligeramente antes de empezar a bajarme los pantalones. Luego soltó una carcajada.

- ¡Eres un tramposo!

No soy un tramposo. Simplemente, que en esta época del año nunca llevo ropa interior. Es mucho más cómodo.

Siberia Extremeña

Qué bonita que es mi extremaura...

Didge grooving

El otro día estabamos el Uli, Tutxi y yo haciendo el tonto en el estudio de Uli, e improvisamos esto de aquí. Echadle un vistazo y me lo comentáis, si se escucha bien, si se puede aprovechar algo, lo que queráis, pero sobre todo meted caña. Tened en cuenta que grabamos con un solo micro, así que el postproceso ha tenido que ser mínimo. Un saludo.

miércoles, octubre 22, 2008

Por qué no soy capaz de leerme 'La Playa', de Alex Garland

Porque nada más comenzar el libro aparece una chiquita francesa, “...con un rostro exquisito. Piel morena y cabello oscuro. Labios carnosos”...”...La chica francesa apareció sin su chico y sin zapatos. Sus piernas eran morenas y estilizadas, su falda corta. Se desplazó delicadamente por la cafetería. Todos la observamos. El yonqui mudo, el grupo de americanos, los chicos tailandeses de la cocina. Todos contemplamos el modo en que movía sus caderas para evitar las mesas y los brazaletes de plata en sus muñecas. Cuando sus ojos escudriñaron la habitación todos apartamos la vista, y cuando se giró para salir volvimos a mirar”.

Y me resulta demasiado doloroso.

miércoles, octubre 08, 2008

Crisis

¿Son imaginaciones mías, o de repente hay mogollón de anuncios de compañías de seguros?

lunes, septiembre 22, 2008

Talento incipiente

Hoy, revisando el correo, me he encontrado con una grata sorpresa, el relato que me ha enviado una amiga, que publico a continuación. Siempre me resulta interesante y sorprendente el punto de vista de las chicas con respecto al sexo. Que lo disfrutéis.




Camino del baño se sentía culpable, sabía que eso no estaba bien, de hecho se lo habían enseñado desde que era pequeña. Pero el movimiento del tren le estaba dando unas ganas incontenibles de correrse, había intentado dormirse dando varias vueltas en su minúsculo asiento pero era imposible, su sexo le pedía a gritos, mejor dicho, le exigía que se ocupara de él. Sabía que con poco, con muy poco se iba a correr, no necesitaba casi ni tocarse pero le daba demasiada vergüenza hacerlo con todo el mundo a su alrededor, no es que ella fuera muy escandalosa pero seguro que su placer lo podían sentir sin verlo ni oírlo.

A su lado hay un muchacho joven, ella piensa que seguro que si le cuenta lo que le sucede entre los dos lo pueden solucionar. Lo mejor sería coger su mano y acercarla a mis, digo, a sus piernas y poner las manos de ella en su polla, sobre sus pantalones; o quizá sea mejor hablarle...mmm... qué duda y lo peor que su sexo no le deja pensar con claridad, ya no hay tiempo y por experiencia sabe que el sexo nunca es tan sencillo como follar con un desconocido en el baño de un tren y adiós muy buenas. La gente cuando folla adquiere derechos que nadie le ha dado. Definitivamente la idea no es muy buena, lo mejor será ir al baño sola.

De camino todos la miran, irradia algo que los demás no tienen y que les produce cierta envidia, incluso parece que sus pechos son algo más grandes y su boca tiene el gesto de cuando sabes que vas a hacer algo que te va a gustar.

Mierda! el baño está ocupado, ya no puede esperar más. Llega otra chica que también está esperado para ir al baño, es atractiva, pero no, definitivamente no tiene tiempo de convencer a nadie que se plantee su bisexualidad.

Al fin! Ya se queda libre el baño, tiene poco tiempo, pero no importa, sabe que no necesita mucho.

Se pone frente al espejo, será divertido, y mientras con una mano toca su sexo con la otra recorre su cuerpo, su boca, sus tetas, su culo... Cada vez más húmedo su cuerpo empieza a temblar y los dedos cada vez más deprisa entran y salen y se recrean buscando nuevos rincones, y entran y salen, una y otra vez, y otra vez, y otra vez, cada vez más fuerte. Se imagina varias escenas, con varias personas tomándola y penetrándola por varios sitios a la vez, se imagina chupando una polla mientras la penetran, o.... chupando el coño de la chica que está esperando al otro lado de la puerta. Mientras, su mano, ya algo cansada sigue sin parar y su cuerpo parece que va a explotar de un momento a otro.

El clímax no es tan espectacular como se había esperado, pero al menos está algo más calmada y puede volver a su asiento a leer. Su sexo está más relajado y su cabeza vuelve a tener lucidez, al menos vuelve a poder pensar en otras cosas, porque tal y como le han enseñado son los chicos los que piensan en el sexo de esa manera.

lunes, septiembre 08, 2008

Ulises el Forro

Esto son dos temas que tocó un colega con su grupo el otro día en el café la palma. Más en www.myspace.com/elforro.





miércoles, septiembre 03, 2008

lunes, septiembre 01, 2008

martes, agosto 26, 2008

Intercambios

Cambio masajes de didgeridoo por cualquier tipo de masaje (reiki, sueco, reflexología...)

A quien le apetezca que me mande un mail.

lunes, agosto 25, 2008

Pintar

Pinto un cuadro con palabras
y plasmo en él la belleza
de tu cara,
de tus ojos y de tu piel...
Juventud
de la que mi pluma bebe.

Anhelo el terciopelo cobrizo
de sangre fresca y carne firme,
anhelo los placeres vírgenes
y los sueños del último día
de la primavera perdida
en una tarde color pastel.

Pinto un cuadro
y en cada trazo
dejo mis días y mis años
mientras dibujo la sonrisa
que una noche te robé.

v.m.j.a.
(nov 2003)

miércoles, agosto 13, 2008

WAKE UP! LLAMAN A LA PUERTA

Estoy lo que se dice comiendo techo, tirada en un colchón de migas de chocolate y galletas. El silencio invade la habitación y su recuerdo mi mente. Llaman con unos golpecitos a la puerta. Sé que no puede ser él pero el “y si fuera” me hace levantarme de un salto desparramando el café por el suelo. Con el corazón a mil abro la puerta. Un encapuchado con las manos agarrándose los codos está al otro lado.

- Lucas? Eres tú?

El encapuchado no me responde y desesperada por la intriga le echo la capucha hacia atrás. Unos ojos negros, puede que los más bonitos que haya visto nunca, me miran fijamente. Sus labios pálidos me dicen:

- Pero no decías que Lucas no merecía ni tu desprecio? Qué no querías ni que se enterase de tu muerte!

-Sí, bueno, ya se sabe como va esto del amor...le odio pero le quiero.

-Así no va el amor.

No puedo dejar de pensar que quizás sea la mirada más interesante que me he cruzado en mi vida. Me hundo en su inmensidad sin poder apartar los ojos. Mareada por el vértigo le respondo vagamente.

-Sí, supongo...pero a falta de amor verdadero bienvenidos estos entretenimientos, si no sería todo muy aburrido...o no...yo que sé.

- Bueno, he venido a buscarte, estás lista?

Atónita le miro inquisitivamente, quién es éste peregrino con el que estoy hablando en el rellano? Tiene la piel color canela, barba de tres días, es alto y adivino unos pectorales cubiertos de bello. Mi mente le proyecta sin el hábito y sonrío tontamente.

- Oye, no sé quién eres...

- Ya lo creo que sí, me acabas de llamar.

Intento recordar...si hubiera visto antes esos ojos no se me hubieran olvidado.

- Perdona, no estarás buscando a Diana, la vecina de arriba.

Mientras se lo pregunto me proyecto también en su contestación: “No, te busco a tí”.

-No, vengo a por tí.

No puedo contener ahora una gran sonrisa de alegría y curiosidad.

-A mí? Qué vendes?

-Más bien qué compro.

-Qué compras?

Me imagino que me quiere comprar a mí.

-Digamos que vengo a comprarte a tí.

Mis ojos si que son expresivos ahora. Compruebo que no haya ningún error.

-Vaya...a la mejor me confundes entonces con la de abajo...se gana una pasta extra acostándose con tíos de vez en cuando...

-Mira, nunca ando bien de tiempo, si me invitas a pasar hablamos claro.

Y cómo le voy a decir que no? Nos sentamos en el colchón que está en el suelo del comedor, muy juntos porque no es muy grande. Respiro su cuerpo pero no huele a nada.

-Hace un rato me llamaste, querías venirte conmigo porque ya no aguantabas más aquí, recuerdas? Querías desaparecer y morirte...no sabes vivir sin amor.

Este tío me descoloca y me encanta esa sensación cuando conozco a alguien.

-En tal caso debes de ser el Amor o la Muerte.

Ahora es él quién se baña en mi mirada, me penetra hasta dentro y puedo sentir una oleada de frío dentro de mí, seguida otra de intenso calor, otra de frío. Me pregunto cómo sabe lo de Lucas.

-Prefiero que seas el Amor, porque para la Muerte siempre hay tiempo.

-Pues entonces deberías pensar antes de pensar qué deseas. Me has hecho venir para nada...Quiero decir que encantado de conocerte en persona, pero triste de que me no me quieras tanto como yo pensaba.

Qué sonrisa tan bonita, mezcla de serenidad y satisfacción. Le ofrezco un té pero no quiere nada.

- No me irás a decir que eres la Muerte...no esperaba verte tan pronto.

- Algo así... soy lo que aquí no se llama vida...lo que no se llama realidad pero que es mucho más real que esto...

-Pareces un flipaó de Matrix.

- Buena aproximación...Sólo que tú ya te has tomado la pastilla roja y sin embargo sigues aquí, en este colchón, lamentándote porque no tienes alguien a quién abrazar. Yo hace tiempo que estoy allí, quizás esperándote.

- Sí, tienes razón, intento que las emociones no me dominen...pero es que a veces me parece que todo es una broma...que hay alguien ahí que nos ha puesto a Lucas y a mi delante para que no nos gustemos como pequeños seres humanos pero nos amemos espiritualmente...

Me mira muy fijamente, su mano se ha apoyado en mi rodilla.

- Otra vez una buena aproximación. Verás, la energía que tenéis Lucas y tú en el universo, antes de que el random cósmico os utilizara como energía interna de dos personas, estaba en perfecto equilibrio cuando estabais juntas...Pero encerrados en vuestros cuerpos no podéis reconoceros, apenas intuiros, tendríais que desapegaros de vuestra vida aquí para daros cuenta de lo que está pasando en realidad...vuestras energías se atraen pero vuestros cuerpos hacen de muro...me entiendes?

Joder, cómo me pone la Muerte, un compañero único de tertulia.

- Sí, descubrir el truco y jugar con el mago. Romper los hilos y dejar de ser marionetas, conseguir la libertad del espíritu.

-Los personajes que representáis aquí no debería impedir el Amor...pero lo hace, no?

Me quedo pensativa un rato.

-Sí, supongo que ninguno hemos descubierto aún el truco, aunque yo cada vez observo más atentamente los movimientos de cada mano, de cada carta...Cada vez veo más que todo encaja como un puzzle sideral. Pero si es que le gusta Rocky 6!!

Nos echamos a reír. Nuestras cabezas se han apoyado de lado en los cojines del colchón, nos miramos muy de cerca mientras conversamos. Tengo unas tremendas ganas de besarle, pero como siempre pienso que esperaré a ver si él me besa primero. Aunque esta vez creo que va a ser diferente. Acerco mis labios a los suyos, despacio pero con seguridad, y noto como el también se acerca a los míos. Cuando están a punto de rozarse me dice:

-Sabes, me gustaría no tener que decirte esto, me gustaría dejarme llevar por lo que siento y hacerte el Amor durante horas...pero tienes que estar segura de a quién estás besando... porque después ya no hay marcha atrás.

-Me estás hablando del beso de la Muerte?

-Sí.

Nos damos la mano al tiempo que separamos nuestros cuerpos. Me echo a reír.

-Vamos, no me jodas. Hace siglos que no deseo besar a nadie como a tí en este momento y vas y me dices que si te beso me muero. Jo, no sé que hacer. Besando a Lucas no siento esto, pero a cambio sigo aquí...y no me va tan mal.

Se levanta muy despacio del sofá y me levanta suavemente de la mano que seguimos teniendo entrelazadas.

-Escucha, no deberías desear la Muerte, todavía no estás preparada. Me alegro...Aunque me hubiese dado tanta paz que vinieras conmigo...no te imaginas como fluyen nuestras energías allí juntas, esto de ahora no es ni una calada enteógena.

-Y porqué no te quedas aquí?

-Puf, también nos iría muy bien...pero yo pasé por aquí hace ya mucho, no hemos coincidido en el tiempo...en este momento no es posible que vuelva.

No puedo resistir las ganas de besarle, de abrazarle, de pedirle que se quede, de decirle que me lleve. Amor significa Muerte. Me mira dulcemente y luego empieza a reír. Qué decir de su sonrisa! Se la quiero comer.

-No te preocupes, sobra decir que volveremos a vernos. Espero que la próxima vez sea para besarnos. Pero por ahora no le des vueltas, es mejor que te quedes.

No sé ni que decir. Quiero y no quiero que se vaya. Nos miramos y nuestras caras brillan y sonríen.

-Hasta luego entonces.

Le veo alejarse hacia la puerta y cuando se cierra voy a la ventana para verle caminar por la calle. Tras varios minutos nadie sale del portal. Claro, es la Muerte, habrá subido por el tejado para llegar a su casa.


sábado, agosto 09, 2008

Sensaciones

En casa siempre hemos sido muy futboleros. De hecho, uno de los primeros recuerdos que tengo de mi niñez es jugando al fútbol con mi hermano, mi abuelo y mi padre. A mi madre, ni fú ni fá, pero con el tiempo se aficionó. Eso de tener fútbol en casa todos los sábados, y con el tiempo sábados y domingos, influye mucho. El hábito hace al monje.

Mi padre es bético, mi hermano Manolo también. Todos los demás, sevillistas. Otro día os contaré las circunstancias de tan singular reparto, ahora no vienen al caso. Pero siempre hemos sido muy tolerantes. ¿Qué vas a hacer, enfadarte con tu padre por el fútbol, cuando es un cacho de pan? Y mi abuelo, aún siendo muy sevillista, siempre ha puesto paz. Amor de abuelo, que no distingue entre los colores de sus nietos.

Para ver el fútbol, en casa tenemos una disposición establecida por la costumbre: mi padre se coge un sillón y se pega al balcón, a la izquierda; mi abuelo se coge otro y se pone a la derecha. Ambos justo enfrente del televisor, para poder verlo bien. Mi madre se sienta donde siempre, en SU sillón, a la derecha de la mesa, detrás de mi abuelo. Yo tenía la costumbre de ver los partidos en el sofá, detrás de la mesa, pegadito a mi madre. Suelo tener el portátil enchufado, pero con el tiempo, conforme me ha ido fallando la vista y me he vuelto más aficionado, he terminado cogiendo yo mismo un sillón y acomodándome entre mi padre y mi abuelo, pero sólo para ver los partidos del Sevilla.

Mi afición. Ésta se ha ido incrementando con el paso del tiempo, debido principalmente a Internet. Antes, bueno, sí, era sevillista, me enteraba de los resultados, veía los partidos cuando los daban por la tele, a veces oía la radio, pero poco más. Con Internet comencé a relacionarme con otros sevillistas, gente de allí, que te mantenía al tanto de las novedades del equipo, gente de Madrid, con los que quedaba para ver los partidos cuando el sevilla estaba en segunda, medios digitales donde encontrar información que los periódicos nacionales o las televisionhes, si no es del barca o del madrid, no mencionan... hasta el punto de que terminé haciéndome abonado (socio también con dos acciones) aún viviendo en Madrid, eso sí, abono compartido con un amigo de Plasencia (también conocido a través de Internet), lo que me ha permitido asistir a muchos partidos emocionantes en casa y a varios importantes fuera (semifinales de la uefa en Alemania y final en Eindhoven; final de la copa del rey en Madrid...), momentos muy divertidos, aparte de por el encuentro en sí, por el hecho de viajar, reencontrarme a distintos amigos por los diferentes sitios por los que me he movido y conocer lugares nuevos y gente muy interesante, con alguna de la cuál aún no está dicha la última palabra.

El caso es que esta afición la he trasladado a casa. Comprando bufandas, hablando del sevilla con mi abuelo y mi madre, llevándomelos a partidos o a reuniones sociales con el presidente, Monchi, Caparrós, Pablo Alfaro... A mi madre la llevé a un partido contra el atleti en Sevilla (nosotros vivimos en Badajoz) y, aunque empatamos a cero, se lo pasó tan bien que me dijo que si viviera en Sevilla iría todos los domingos. Mi madre usó también esa afición para animar a mi abuelo cuando el pobre andaba jodido de la espalda. Debo aclarar que mi abuelo es un toro: bajito, fuerte, como él dice no ha estado enfermo en su vida. Yo creo que si me da una mascá, me tumba. Y hace un par de años comenzó a darle problemas la espalda, y andaba tristón. Claro que con ochenta años, más cerca de los noventa, qué te puedes esperar, no vas a pedirle peras al olmo. Así que mi madre aprovechaba los partidos del Sevilla, sacaba las bufandas, y cuando marcábamos un gol, cosa que en los últimos tiempos era bastante frecuente, pues todo el mundo a gritar, a aplaudir, y a agitar las bufandas. Bueno, todos menos mi padre y mi hermano Manolo, que son béticos. Pero mi padre sonreía y también se le veía feliz, porque como ya he dicho, aunque bético, es un cacho de pan.

Los últimos meses de mi madre se invirtieron los papeles. Ella estaba en un estado somnoliento, por la morfina, y porque el hígado ya le fallaba y liberaba toxinas que iban directamente a su cabeza. Me imagino que es como cuando estás fumado o de hongos, que estás en otro mundo y de vez en cuando regresas a éste. Sólo que cuando estás fumado o de hongos sabes que ese estado es temporal, mientras que el de mi madre no lo era. Y debe ser agobiante. Y cuando estás en un estado consciente no eres capaz de situarte. Recuerdo una vez que, estando con ella en su habitación, me dijo que la acompañara al baño, que tenía ganas de vomitar. Una vez allí se echó a llorar desconsoladamente preguntándome que qué hacíamos en el baño. Yo le dije que había ido con ella porque tenía ganas de vomitar. Me miró sin comprender, aún llorando, y me dijo que no, que ella no me había dicho nada. Luego preguntó que qué le estaba pasando.

En esos momentos no sabes qué hacer. Intentas explicarle que con las medicinas, que es normal que se le olviden las cosas, pero no sabes si decirle lo del hígado, porque tu padre y tu hermano, que son médicos, te han dicho que parte de las esperanzas de que se recupere están en que ella siga optimista y pensando que se va a recuperar. Y claro, si le cuentas lo del hígado, a lo mejor no ayudas. Así que tienes que disimular, sonreír, darle un abrazo y decirle que es normal, que es la medicación. Y tragar con todo, con la pena, con el dolor, con la rabia. Porque tú sabes que se está muriendo. Y que no puedes hacer nada por evitarlo.

Así que cuando mi madre estaba en ese estado, siempre tumbada en la cama, siempre sin fuerzas, la llevábamos al salón si le apetecía, para ver al Sevilla. Y era mi abuelo el que sacaba las bufandas, y era mi abuelo el que se la ponía alrededor del cuello, y el que le decía 'Carmen, ha sido gol', y agitaba la bufanda delante de ella para que reaccionara. Mi madre sonreía, se le iluminaban por un instante los ojillos, y movía la suya ligeramente, para volver a caer de nuevo en ese estado de no-vigilia casi permanente.

Ya casi al final mi madre quiso comer con nosotros. Solía comer en la cama, le llevábamos una bandeja y le dábamos de comer, porque no tenía fuerzas ni para tragar. Pero ese día dijo que quería levantarse. Pusimos la mesa, la ayudamos a sentarse, y comimos. Supongo que quería recuperar algo de vida normal, hacer algo que formara parte de la rutina diaria, cuando la rutina era lo habitual. Quería sentirse viva de nuevo, poder decirse, todavía puedo comer con mi familia, como antes, la enfermedad aún no me ha quitado eso. O tal vez era consciente de que le quedaba poco tiempo y quería disfrutar una última vez de los momentos que la hacían feliz. Eso es lo que pensé yo en ese momento, que a lo mejor era la última vez que comíamos juntos, como así fue. Te llega de repente, como una revelación, que no puedes asimilar en ese ahora porque el ahora está centrado en tu madre, en que se encuentre a gusto, en que la comida de hoy sea tan normal como todas las comidas que habéis tenido juntos y que hace tantos meses que no tenéis, que no haya nada que la signifique, que pueda disfrutar de su familia como si no existiera la enfermedad. Y optas por no pensar en nada, que todo esto no te afecte, porque no es justo que tu madre, que es la que está jodida, tenga que cargar además con la pena de verte triste.

martes, agosto 05, 2008

Cementerio abandonado


Camino sobre frías piedras negras,
sobre mármoles de tumbas abiertas,
sobre cruces caídas de su pedestal,
y sobre fangos,verdes, podridos.

A veces se oye en el silencio mortal,
el lamento, el llanto y el quejido,
de huesos que entre sí chocan,
en fria y macabra música de crujidos.

Palomas negras en su vuelo oscuro,
ciegan mis ojos a la bruma de la noche,
y cuervos voraces picotean
los restos blanquecinos,
de lo que una vez fue vida.

27/marzo/2000
v.m.j.a.

jueves, julio 31, 2008

Fuego

Las paredes negras y las cortinas de negro terciopelo grueso contrastaban con la palidez de su cuerpo desnudo, de manera que parecía emanar luz de cada poro de su piel. Su sonrisa preciosa, casi infantil, contenía en cambio la dulzura de una maldad deliciosa. Sus ojos, sin embargo, no disimulaban, que su color miel no era más que la antesala de un infierno de fuego.

Alargó la mano hacia mí y me dejé llevar. Acercó sus labios a mi oído y susurro algo parecido a un hechizo, del que recuerdo las palabras amor, tentación, lujuria, dolor y profundidad. Luego mis ojos solo fueron para ella. El fuego llegaba a cada rincón escondido de su cuerpo. Puñales candentes se clavaban en mi alma, y me sentía desposeído de todo pasado.



Tomó mi mano y me dejé guiar entre las cortinas. Llegamos a una sala un poco más grande, de color negro, iluminada por hachones que dibujaban sombras alargadas por todos lados, que se movían como espíritus de otros tiempos, quebrados por terribles tormentos, por el peso de pecados no confesados. Allí encontramos a Magdalena, la maestra del círculo del principio y el fin, en su eterno altar, tan pálida como la luna, tan bella como la mar, tan mágica como la propia vida. Abrió sus brazos hacia nosotros y sus ojos verdes y transparentes nos llamaron hacia ella sin que de su boca entreabierta saliera palabra alguna.

Fundimos nuestros cuerpos en un abrazo tierno, cálido, suave y eterno. Entonces, nuestras almas se evaporaron y subieron a lo más alto, entremezclándose como el humo de tres volcanes.

8/dic/2007
v.m.j.a.

viernes, julio 25, 2008

Su presencia

Ha llovido mucho desde aquella primavera pero hoy me he despertado sintiendo de nuevo su presencia. Me miraba desde arriba, mientras mi cuerpo se desvanecía en los brazos de Morfeo. Sentí su aliento fresco cuando sus labios se aproximaron a los míos y mis ojos se confundieron en el mar embravecido de su mirada. Al día de hoy, ni siquiera sé si vive o ha muerto, pero su alma vuela libre muchas noches por mis sueños. (noviembre 2005)

Optimismo siempre

Comparto con vosotros algo que encontré por la red hace tiempo y que rebuscando entre archivos antiguos me ha aparecido:

En una dinámica de grupo para trabajar en una empresa multinacional, se hizo la siguiente pregunta a tres candidatos: ¿Qué le gustaría que dijesen de usted en su velatorio?
El primer candidato dijo: - Que fui un gran médico y un muy buen padre de familia.
El segundo candiato respondió:- Que fui un hombre maravilloso, excelente padre de familia, y un profesor de gran influencia en el futuro de la juventud.
Pero el tercer candidato arrasó: -Me gustaría que dijesen... ¡¡¡Mira, se está moviendo!!!

ESO ES OPTIMISMO. Claro, fue contratado.

jueves, julio 24, 2008

PODREDUMBRE

El alma rota se me escapa entre los jirones de piel de mi cuerpo descosido. La aguja que debería coserlos se me ha perdido o más bien la he dejado perderse. Nunca he sabido cuidar de las cosas importantes. Tirada en la acera observo cómo los borbotones de amor van haciendo regueros en el suelo como un estuario rojo que va a parar al mar de la alcantarilla. Si el suelo fuera plano tendría un lago bajo mi cuerpo; no me hubiera gustado pudrirme en un charco. He tenido suerte de caer sobre una pendiente, era más probable de todas formas, siempre intentando alcanzar la cumbre sin disfrutar de la ladera. Con el alma resbalando quedaré primero bien seca por dentro, sin un hálito de vida, lentamente la iré perdiendo y mis ganas de ella en cada gota. Lo prefiero así, el olor será menos y no llamaré la atención de nadie, me pudriré sola sin que nadie tenga que respirar el hedor de mi inmundicia.

Las horas pasan, quizás los días, y a veces me viene la idea de recomponerme, de hacerme parches con ilusión rescatada de algún bolsillo...mas la alegría de vivir no existe ya en mi cuerpo. Si sus manos quisieran coserme todo sería distinto, pero sé que esas manos están muy lejos de pasar ya por aquí. También se me perdieron, o más bien las dejé perderse. Nunca he sabido cuidar de las cosas importantes.

Pesadillas

Algunas mañanas, el tirano sonido del despertador, suena como música celestial, que me saca de las pesadillas y fantasmas de la noche. Poco importa que aún no haya amanecido, que mi boca esté seca y mi cuerpo empapado en sudor frío, el bip-bip metálico me transporta a una realidad deseada. No importa las horas de sueño descontinuadas, nada profundas y quebradizas, el cansancio se paga sin pensarlo, por ver la luz del día romper el horizonte de una noche amarga. No importan las ojeras, el sabor de boca amarga, el dolor de cabeza o que sea lunes; todo se agradece por salir del laberinto de sueños terribles.

El violinista

Toca y vuelve a tocar. Las manos, seguramente agrietadas del frío, siguen arrancando melodías hermosas al violín. A sus pies, la funda abierta del instrumento, sirve de improvisado recogedor de fortunas (más bien con escaso éxito). Pongo una moneda, él me sonrie agradecido. Pero el que tiene que agradecer soy yo, por llenar con su música, el hueco infernal que deja la ruidosa multitud anónima que surca la calle.

Desgraciadamente, otras veces, paso a su lado y ni siquiera lo intuyo. Demasiadas cosas en la cabeza, mucha prisa y escaso tiempo para sentir, aunque sea por un momento, los pequeños placeres que la vida nos da. Me convierto entonces en parte de esa multitud, en una gota más de agua, que se deja arrastrar por una corriente, que nos lleva a la nada.

martes, julio 22, 2008

Chambao y Diego el Cigala en Badasom 2008

A falta de posts, que la imagen tome la palabra.







lunes, julio 21, 2008

La noche antes

La mirada perdida en el horizonte delataba su tristeza. Sentado en las escaleras del ayuntamiento, con un vaso de plástico en las manos, daba pequeños sorbos al amargo néctar que como fuego recorría su garganta, deshaciendo un poco la angustia que le ahogaba. En la otra mano un cigarrillo casi consumido elevaba al aire el humo como una forma fantasmal.

La tarde dominical se desvanecía con insultante color del cielo. El rojo del sol se mezclaba en alegre orgía con el gris azulado de las nubes otoñales, entrecortándose entre las torres y las murallas, que como añejos centinelas, contemplaban el paso fugaz y efímero de la vida a sus pies.

Hoy las torres tenían algo más que contar con el transcurrir de los años: La desesperación de Carlos, su mirada ausente y su cabeza quebrada de pensamientos imposibles.

La noche antes, en el mismo escenario, era todo muy distinto. Ahora la plaza se veía desierta. Solamente en por los portales de la izquierda, algunos viejos paseaban lentamente, y algún turista despistado miraba hacia los balcones más alto, apuntando con su cámara de fotos, con el peligro de dar un traspiés en el irregular firme de la calle. Todo era silencio, solo quebrado por el paso aislado de algún coche que bajaba la Gran Vía a una velocidad imprudente.

* * * *

La noche antes...

No sabía muy bien qué ocurrió. Fue todo tan rápido... que cuando quiso correr hacia del alboroto que se originó en la calle, él ya yacía tumbado boca arriba. Sus ojos estaban muy abiertos y en blanco y de su boca corría un hilillo de sangre. Una llamada y la ambulancia no tardó en llegar. Los sanitarios se bajaron rápidamente, apartando a la gente, que como moscas a la miel se habían congregado. Llegó un coche de la policía nacional. Intentaron disolver el tumulto formado alrededor del herido, a voces...

- ¡Venga esto ya se ha acabado...!
- ¡Despejen por favor!¡ Dejen sitio para respirar!.

Carlos se quedó muy quieto, dejó caer de su mano la copa que aún tenía, observando una realidad que le parecía imposible. Ahí mismo, en el sucio asfalto de la calle, a su amigo le llenaban de tubos... Marián, chillaba desesperada y se abrazaba a Sandra, que pálida e inerte miraba el cuadro que se le presentaba. Nando aporreaba la pared cercana con sus puños y lloraba a viva voz, presintiendo lo que todos temían.

Lo subieron en la ambulancia. El personal sanitario corría de un lado para otro coordinadamente y la policía se abría paso entre la multitud que se amontonaba alrededor. Las sirenas comenzaron su canto lastimero, rompiendo el aire de aquella madrugada.

Carlos aún no se explicaba cómo había podido acelerar tanto en tan poco espacio. Una breve despedida, un “hasta mañana, me largo que tengo que levantarme temprano...” Aquel chirriar de neumáticos y luego el golpe seco.

La moto aparecía destrozada. El carenado totalmente arrancado era la prueba del violento golpe. La aceleración, el ligero frenazo y luego el estruendo contra el bordillo, los contenedores de basura y la señal de tráfico... Ese sábado por la noche la fiesta había terminado.

* * * *

En el hospital, todo tomó una faz más siniestra. La fría sala de espera de urgencias aparecía en penumbra y casi en silencio. La ausencia de noticias a lo largo de los minutos que tan lentamente pasaban angustiaban la espera. La llamada a la familia, en mitad de la madrugada fue otro trago de hiel, tan doloroso como necesario.

Nervios, llantos y oraciones ahogadas en los que aún creían en un dios que esa noche les había abandonado.

Ya despuntaba un triste amanecer por las ventanas de la sala de espera de urgencias cuando un médico con la cara larga, huesuda y con la mirada vidriosa se dirigió a ellos.

- ¿Algún familiar, por favor?

Una madre y un padre destrozados, puestos en pie ante el llamamiento del doctor. Se apartaron un poco del grupo. En susurros el médico habló con ellos en un rincón de la maldita sala de espera...

Un grito desesperado, les hizo comprender, sin palabras que todo había acabado para su amigo.

* * * *

Ahora Carlos recordaba cada momento vivido con su amigo como si se hubiera grabado a fuego en su mente para siempre. Se puso en pié y cogió el teléfono de su mochila para llamar al resto de los amigos. Se necesitaban todos más que nunca. El funeral sería al día siguiente, y las horas venideras serían largas y duras, muy duras.




Víctor m.j.a.
28 julio 2005

viernes, julio 11, 2008

No soy ni hombre ni mujer, sólo soy una persona

Está atardeciendo, llevo muchos kilómetros en el cuerpo y busco un sitio donde poder aparcar la furgoneta. Un sitio tranquilo puesto que voy a pasar la noche en ella, en mi casita azul. Como la ley de costas está hecha para los ricos, para los que pagan por construir sus chaletes en primera línea, para los que conocen a la policía y permiten a sus amigotes que aparquen sus lujosas caravanas en medio de la playa, y no para los jipis, tengo que buscar minuciosamente el sitio del que no me puedan echar, aunque ahora ya pueden largarte de cualquier sitio si quieren, no se puede dormir en la playa, ni en la calle, ni dentro de tu coche. La otra noche en una playita la guardia civil echó a una parejita que estaba al final de la playa en su furgoneta, en un rinconcito en el que no molestaban a nadie. Pero no dijeron nada a dos pedazo de caravanas que estaban dentro de la playa, en todo el medio, ocupando todo el sitio que querían con sendos territorios a modo de jardín que se habían agenciado. Cosas del sistema.

Así que cuando veo una callecita que está en primera línea de playa, un lujo legal donde aparcar, esbozo una sonrisa triunfal y allí que me planto. Me hago mi cena y me siento en la acera, apoyada en la pared de lo que viene a ser un tremendo chalete, donde celebran un cumpleaños a lo grande. Yo estoy bajo la farola, con mi Lady Chatterley´s lover y mis cereales con leche. Los invitados pasan por mi lado y me miran de soslayo, me desprecian con la mirada. Tras unas páginas de lectura el niño del cumple sale con el porsche que le acaban de regalar a dar una vuelta. Pasan a mi lado, la mujer que va con él me mira sonriéndose; se piensa que siento envidia.

Ya por la mañana me despierto prontito, cuando la luz entra por las cortinillas de la furgoneta. Miro al techo y no recuerdo dónde estoy...Miro a mi derecha y mi chikulin no está a mi lado, recuerdo entonces que está a miles de kilómetros de distancia. No voy a llorar, yo elegí la soledad de la carretera. Salgo a mirar el mar, a pisar la arena de la playa, a darme un baño de vida, con las olas que me despierten el cuerpo y me alegren el alma, con la intención de disfrutar del presente. Como no estoy en lo que la gente llama zona naturista no me puedo bañar desnuda, la policía suele llamarte la atención en este tipo de sitios por escándalo público. A mi lo que me parece un escándalo es que no se tomen el desnudo con más naturalidad. Bueno, pues me baño con mi tanga amarillo, ya ves que diferencia, así no pasa nada, es decente porque no se me ve el sexo. El agua me activa, me siento viva. Cuando salgo, las miradas masculinas se posan en mi cuerpo, el dueño del chalete que ayer me ignoraba ahora me mira los pezones y hasta me saluda. El niño pijo del porsche pone su toalla muy cerca de la mía y al cabo de un rato se me acerca. Qué si tengo hora!! me dice el pipiolo...y luego que si quiero me lleva al pueblo a la noche a tomar unos cubatas. Ya ves, soy la misma de ayer, pero con los atributos físicos al aire el trato que recibo es muy diferente. Se qué tengo suerte de ser blanca, joven y de buen ver, por lo menos en lo que respecta a poder estar en la calle leyendo si quiero. De lo malo me pueden mirar mal, pero si llego a ser negra, Rumana o un viejo barbudo podrían incluso llamar a la policía. Es muy fuerte lo que determina nuestras vidas y nuestra libertad, el color y el cuerpo con el que hemos nacido. Pero ser joven, femenina y de buen ver me complica también la vida. En este viaje furgonetero me estoy encontrado mucho tío que se cree con derecho de venir a molestarme con sus groserías sólo porque estoy sola. Se me acercan con cualquier estúpido pretesto, se permiten mirarme lascivamente, se creen con derecho a todo, me ven como al ñu cojo; indefensa fuera de la manada.

Una caravana con matrícula portuguesa se ha puesto cerca de la mía, un digamos jipi con su perro ha llegado a la playa. Durante todo el día nos observamos sin molestarnos. Cuando está cayendo la noche me acerco y le digo que tenga cuidado porqué donde está aparcado pueden echarle. Me sonríe, es granadino y ya sabe cómo está el percal. Empezamos a charlar, me dice que no se ha acercado a mí antes porque no le va el rollo de acercarse a una tía y que se piense que quiere ligar; se lo agradezco. La conversación fluye espontánea, pasamos unas buenas horas juntos, nos entendemos muy bien. El tabaco se acaba y tiene que irse al pueblo a comprar, luego seguirá viaje. Nos despedimos deseándonos suerte. Le veo alejarse y me siento muy agradecida de haber disfrutado de su compañía, me deja ver que hay mucha gente que merece la pena, que aunque haya una gran mayoría de mete pollas también hay desconocidos con los que se puede charlar muy tranquilamente. Me vuelvo a mi hueco en la acera, bajo la farola continuo leyendo...

martes, junio 03, 2008

El viento y el arcoiris guían mis pasos

Dejo que el viento me lleve de un lado a otro, y, cuando un arcoiris se cruza en mi camino, simplemente lo sigo.

domingo, mayo 25, 2008

Posesión


Poseído por los tentáculos de tus palabras tentadoras, mis sueños se turban en la madrugada, y me lanzo con los ojos cerrados a terribles abismos, sin medir las consecuencias.

Mi espíritu deja de ser mío, y dentro de mi ser, siento la presencia de otro que no soy yo.

Entonces vienen las musas oscuras a vomitar garabatos desde la punta de mi pluma. Intento así, escupir el veneno, que como etérea sombra fantasmal, has depositado en mis labios sedientos.

v.m.j.a.

lunes, mayo 19, 2008

Diana

- Hola Diana, soy Enrique.

Llevaba unos días en Málaga. Había ido a finales de junio para ver a Little (cuando aún no se llamaba Little) y nos dedicábamos a ir a playas nudistas durante el día y a salir de farra por la noche. Yo más, porque el pobre de Sergio trabajaba montando estanterías para un centro comercial por las tardes y sirviendo copas en un garito por las noches. Aunque este último trabajo no le disgustaba mucho: conocía muchas chicas y los chupitos nos salían gratis.

- ¡Hola, qué tal! ¿Aún sigues por aquí?

- Sí, he decidido quedarme unos días más.

Mi plan original era pasar un par de días con Sergio y luego tirar para Granada; luego se apuntaron Eva y su hermana, y los dos días se convirtieron en cinco; luego vinieron Judit y la feria y me quedé diez días... Supongo que los planes están para cambiarlos. La transgresión debe comenzar por las propias normas.

- ¡Me alegro! ¿Quieres que nos veamos?

- Claro que sí. ¿Qué te parece si nos vemos esta noche en La Vinatería? Tienen un vino dulce que está muy gracioso. Luego podemos ir a bailar salsa y a ver a Sergio en el bar en el que trabaja.

Little curraba en un bar en el centro, no recuerdo cómo se llamaba, ya que ahora mismo estoy en Italia digamos que La Garbatella. Estaba siempre lleno, no era ni mucho menos fashion, era más bien un bareto como alguno de Malasaña o muchos de Lavapiés. Y tenían una carta de más de cien chupitos, que, como he comentado antes, nos solían salir gratis.

- ¿Cómo nos conocimos? ¿Fuera del bar?

- Tú estabas muy borracho.

- Ya lo sé, y no me acuerdo, por eso te pregunto.

- No fue fuera, fue dentro. Te acercaste a mí y me preguntaste si era alemana.

- ¿Y tú qué dijiste?

- Que no soy alemana. Soy checa.

- Me suena algo. ¿Y luego ya salimos?

- No, estuvimos hablando un rato. Y me dijiste que te daba igual si era alemana o checa, que lo único cierto es que tenía unos ojos preciosos. Y eso me gustó mucho.

- Bueno, ya sabes el dicho, que los únicos que dicen siempre la verdad son los niños y los borrachos.

Diana tenía unos ojos preciosos. Verdes como la hoja de marihuana, límpidos como un atardecer de septiembre en la isla de Menorca. En algunas horas del día tornaban grises; entonces era cuando más hermosa se la veía.

Terminamos la botella de vino y nos fuimos de bares. La salsa que conocíamos estaba petada de gente, pero nos tomamos un par de mojitos. Fuimos a otro bar y luego al garito de Sergio. Allí nos pusimos ciegos a chupitos y a copas. Avanzaba la noche, alternábamos con la gente. El bar se iba vaciando.

- ¿Dónde está el baño?

- Al fondo. Voy contigo.

Esperamos en la puerta del servicio de chicas a que quedara libre, luego entramos y cerramos la puerta. Era un baño algo pequeño, de unos dos por dos metros. Comenzamos a besarnos. Rodeaba sus anchos hombros con mis brazos, agarraba su trasero con ambas manos; ella dibujaba con sus dedos figuras imaginarias en mi espalda. Mordisqueé su cuello mientras acariciaba sus pechos por encima de la tela. Luego levanté su camiseta y su sostén. Recuerdo que me llamó la atención porque era (o me pareció) un sostén elástico. Era la primera vez que veía un sostén así. Le comí las tetas. Diana comenzó a acariciarme la polla sobre el pantalón. Dieron dos golpes en la puerta.

- ¡Un momento!, gritó Diana con los ojos cerrados. Me gustaban mucho sus tetas. Sabían a jamón.

Diana se sentó en el wáter, desabotonó mi pantalón y me bajó el boxer. Mi polla saltó como un resorte, y se la metió en la boca. Tenía rastas en el pelo, y desde luego, sabía chuparla. Me estaba transportando al séptimo cielo.

Como no teníamos mucho tiempo, la levanté y apoyé sus manos contra la puerta del baño, para evitar también que empujaran y la abrieran. Desabroché su pantalón con una mano mientras seguía acariciando su pecho con la otra. Luego acerqué mi mano a su boca. Diana comprendió y chupó mis dedos al tiempo que terminaba de bajarse la ropa. Luego volví a morderle el cuello y utilicé mis dedos mojados para lubricarla.

- ¿Tomas algo?

- ¿Cómo?

- Que si me pongo un preservativo.

- No, entra, entra.

Así que aparté a un lado su tanga negro y entré. Fue la polla. Diana tenía un culo grande, unas tetas justas y las curvas bien puestas. Había donde agarrar. Di unas cuantas embestidas lentas, disfrutando de su sabor, sintiendo mi polla en su coñito ardiente. Ella cerraba los ojos y se mordía los labios intentando no gemir demasiado alto. Volvieron a golpear la puerta. Esta vez fui yo el que gritó.

- ¡Un momento!

- Déjalos, se oyó decir a una chica, deben estar follando.

Diana y yo nos reímos. La verdad es que era una situación divertida. Borrachos, follando en los baños del bar, con un público impaciente porque termináramos el acto. Después de eso no duramos mucho más. Cuando acabamos esperé a que meara y salimos. Había dos chicas esperando.

- Podíais haberos dado prisa.

- Toda la que hemos podido. ¿Por qué no habéis entrado en el baño de tíos? Está libre.

Volvimos a la barra y pedimos otros dos chupitos. Nos volvimos a besar. Sergio andaba liándose con una chiquita rubita de ojos azules.

- Déjame las llaves, me voy para casa.

Diana y yo recorrimos las calles oscuras agarrados de la cintura, como dos enamorados, parándonos de vez en cuando en alguna esquina a satisfacer nuestro amor. Al llegar a casa pude desnudarla tranquilamente y detenerme en cada parte de su cuerpo. Me demoré en los hoyuelos de su espalda. Nunca hasta entonces había estado con una chica checa, y nunca he vuelto a estar. Disfruté mucho saboreando el momento.

Recuerdo que cambiamos varias veces de postura, y que repetimos mucho la del misionero alternando con momentos en que salía de ella, colocaba mi polla entre sus pechos y me regalaba una cubana inclinando su cuello para chupármela al mismo tiempo. Luego volvía a penetrarla en la misma posición. Recuerdo también que la cama hacía bastante ruido y cuando nos cansamos fui a la cocina a buscar algo de aceite para engrasar los muelles. El compañero de piso de Sergio me vio y se pensó que buscaba el aceite para practicar una penetración anal. Hay gente que tiene mucha imaginación. El aceite no hizo mucho efecto, así que al final tiramos el colchón al suelo y seguimos haciendo el amor. A pesar de eso durante unos días la gente del edificio (casi todo era gente joven que estaba de vacaciones) estuvo preguntando quién había estado haciendo ruido durante tanto tiempo. Que no habían podido dormir­.

Después de eso Diana y yo nos vimos algunos días más, hasta que me fui. Ella trabajaba en Torremolinos, en una tienda de regalos para turistas. También hacía tatuajes de hena, aunque a mí no llegó a hacerme ninguno. Me quedaba con ella y pasábamos horas hablando de su país, de los lugares que habíamos visitado o de qué me gustaría ser de mayor. El último día, antes de irme, fui a comer a su casa. Preparó algo de arroz y luego hicimos el amor dulcemente, sabiendo que era la última vez. Después nos quedamos dormidos abrazaditos, en cucharilla. Al volver a casa me percaté de que me había olvidado una cadena de plata que siempre llevaba puesta y que me había regalado mi madre hacía años. Me gusta pensar que aún la conserva, y que cuando la ve o la cuelga alrededor de su cuello se sigue acordando de mí.

jueves, mayo 15, 2008

Wardog

Saltándome las normas de este blog, os dejo un enlace a este otro. Os recomiendo que comencéis por esta entrada y después ésta. Los informáticos me comprenderán. Salu2 a tod@s.

Normas del blog

1 – No se hará publicidad de otros blogs en este blog.

Ésta la he puesto para poder saltármela en el siguiente post. Ya sabéis que para ser transgresor hay que transgredir las propias normas.

De momento no hay más normas. Dejad en los comentarios las que os apetezcan.

miércoles, mayo 14, 2008

Ingeniero blanco soltero busca

Hola a tod@s. Busco a una chica que no conocí en una clase de capoeira a la que no asistí. Tiene el pelo negro y largo y es de altura media (le calculo 1'68, aunque siempre he sido muy malo para las medidas). No está delgada, aunque tampoco gordita. Está como a mí me gusta. Y por supuesto tiene un buen par de tetas (al menos eso me pareció, aunque en un momento dado tampoco es tan importante, siempre que tengan un tamaño mínimo).

No sé su nombre, sólo sé que es francesa. Igual era de París, pero de eso no estoy seguro, porque al decirlo su sonrisa iluminó toda la habitación, me obnubiló y ahora no puedo recordar los detalles. De hecho tampoco recuerdo muy bien su cara. Supongo que era guapa, porque me fijé un poco para ver si lo era y terminé decidiendo que sí. Pero sinceramente, sólo puedo recordar su sonrisa.

Me llenó completamente en un instante. Había electricidad en el aire, al menos por mi parte, espero que también por la suya. Todo es cuestion de comprobarlo de nuevo. Luego desapareció y no la he vuelto a ver.

Si alguien sabe de ella o la encuentra, por favor, que le diga que la estoy buscando, y que con suerte estaremos hecho el uno para el otro, al menos durante un instante. Que me gustaría verla de nuevo, que no pierde nada por tomar un café conmigo. Que puedo enseñarle a tocar el didgeridoo. Y que si por casualidad seguimos adelante y algún día tenemos niños, puede ponerles los nombres que a ella más le gusten.

Decidle que me mande un mail a través de este blog, o que me busque en las clases de yoga que montamos los miércoles a las 9 en Los Jacintos. Si no estoy puede preguntar por mí a Tomás, que me conoce. Es un buen tío.

Muchas gracias por vuestra ayuda, y paz y amor para todos.

martes, mayo 13, 2008

Qué bien me lo paso con mis amigos

Nas, esto es una improvisación que surgió en el parque de Correggio, donde estoy pasando unos días con Mateo y Valentina. Suenan un didgeridoo, una guitarra (Davide), una mandolina (Marco) y un cajón flamenco con una pandereta (Mateo).

¡¡¡Disfrutadlo!!!



domingo, mayo 11, 2008

Florencia é bella

Florencia es la polla.



viernes, mayo 09, 2008

Yo bebo té

Yo bebo té.

Yo, té bebo.

Yo te bebo.

martes, mayo 06, 2008

Percepción

Acabo de tener relaciones sexuales con una italiana de 20 años.

¡Pero os juro que pensaba que tenía 27!

viernes, mayo 02, 2008

Idiosincracia étnica

André, ¿qué hora es?
André mira su reloj con parsimonia.

- Las 6, dice muy seguro.

Luego alza la vista y fija su mirada en un punto indeterminado. Cuando voy a volverme, sentencia:

- Cuasi las sete.

¿Será porque es brasileiro?

Tus besos

Tus besos saben a fresa. A frambuesas de la Vera recién lavadas en el agua fresca que baja de las montañas. A las naranjas que cogemos del naranjo que tiene mi tío en Sanlúcar la Mayor.

Tus labios son cerezas que derraman zumo de pasión al besarlos. Sorbo cada gota que me das y me alimento de su jugo, y muerdo tu lengua que me traslada a Colombia, a las papayas maduras que comíamos en San José, en la Sierra de los Farallones. Su textura es similar al morojó de Guineal, y la electricidad que recorre mi boca son los gusanitos que nacían en los guanábanos que recogíamos del suelo cuando estaban en su mejor momento para ser consumidos.

Besarte es comer cien frutas al mismo tiempo. Cómo echo de menos tus besos.

martes, abril 29, 2008

Resumen de actividades

Aquí os dejo dos vídeos de lo que he estado haciendo estos días en roma. No son especialmente interesantes, sólo aparece algún sitio de la ciudad y gente con la que me he juntado.

Salu2.












lunes, abril 28, 2008

Nuria

- Tío, tú eres muy raro.

Era la tercera vez que hacíamos el amor. Por aquel entonces yo era prácticamente virgen, y las dos veces anteriores no había durado ni cinco minutos. La primera fue después de una juerga en el Arabella's: subimos a su habitación, me senté en la cama y ella se quitó el sostén, liberando esos dos inmensos globos que tenía como pechos. Se sentó al lado mía.

- No te voy a violar, sonrió.

Comenzamos a besarnos, y enseguida me lancé a comerle las tetas. Me encantan las tetas gordas. Al rato me empujó contra el colchón, me besó el cuello, el pecho, hacía circulitos con su lengua en mis pezones, el vientre, el interior de mis muslos, y mi polla. No tardé en correrme. La segunda vez me pasó lo mismo.

- Tú tienes un problema con esto, ¿verdad?

- Pues la verdad es que no lo sé porque no tengo mucha experiencia, pero si tú lo dices...

- Sí, porque la otra vez pensé, no sé, igual es por la maría, pero dos de dos...

Así que a la tercera me concentré y aguanté hasta la penetración. Estábamos de pie, ella con sus manos apoyadas en el armario, y me corrí de nuevo nada más entrar. Nuria hizo ademán de salirse.

- No, espera un momento.

Mi polla volvió a crecer dentro de ella y seguimos follando hasta que me cansé. No sé cuanto tiempo sería, ¿media hora? ¿una hora? Pierdo el sentido del tiempo cuando hago el amor. Fue entonces cuando me dijo que era un tío raro.

- Tío, tú eres muy raro.

- Bueno, es lo que hay.

A Nuria le encantaba comerme la polla. Decía que eso era lo que más le excitaba. Luego se subía encima y comenzaba a cabalgarme, primero lentamente, acelerando el ritmo conforme se iba calentando.

- ¿Qué es lo que dices cuando tienes un orgasmo?

- ¿Digo algo? ¿De verdad?

- Sí, no siempre pero a veces hablas. Las primeras veces pensaba que era catalán, pero luego he prestado más atención y no sé en qué idioma hablas.

- ¿Ah, sí? Pues no me doy cuenta.

Con Nuria follábamos en cualquier lado; si estábamos en una fiesta, me llevaba a cualquier habitación. Una vez volvimos al salón y Andy, mi compañero de piso me miró muy seriamente con un cubata en la mano y me preguntó: 'Still alive?'. Si estábamos en un bar nos metíamos en los baños; en los cámpings lo hacíamos en las duchas. A veces la cogía en brazos y la apoyaba contra la pared, para penetrarla mejor. En la playa, en el ascensor, en medio de la calle, en el campo... Ha sido la tía con la que he follado en los sitios más raros. Nos encantaba.

Nuria se enfadó y dejó de hablarme cuando comencé a salir con otra chica. Un mes antes yo había intentado establecer un compromiso más formal con ella. Se agobió y me pidió que lo dejáramos. Nuria era un alma libre: se tiraba a quien le daba la gana, cuando le daba la gana y como le daba la gana. Me gustan las chicas así, sobre todo en lo que me toca. Luego empezó a hablarle mal de mí a mis amigos. Igual fue porque me la follaba mal.

Evolución

El sábado me inicié con las cariocas. Ayer aprendí a tocar el birimbau (¿o es birimbimbau?). Hoy voy a clase de capoeira. Y por supuesto, toco el didgeridoo a todas horas.

Hay que ver lo rápido que se crece en cuanto sales de tu entorno.

domingo, abril 27, 2008

Soy Y no Soy

Alfileres que se clavan desde dentro, en cada poro de la piel. Imposible moverse; el dolor se acentúa hasta no ser capaz de soportarlo. No sé cuanto tiempo llevo aquí , ni siquiera sé donde estoy. Estoy tumbada? Debo haber decidido no moverme para que no me duela más. Mi espalda se ha apegado al suelo en que se apoya. Dónde estoy? Ahh!, no puedo ni mover la mano para tocarlo pero creo que está húmedo. Estaré en el barro? Quizás sea mi sudor. La cabeza empieza a darme vueltas...No puedo moverme porque no soporto el dolor que me produce y estar aquí tumbada sólo me proporciona ese descanso. Me pregunto si habrá alguien por aquí cerca que pueda ayudarme. Pero ahora que pienso... hace mucho que no recuerdo a nadie. Tengo la sensación de que llevo siglos sola. A ver, vamos a intentar poner la cabeza en orden...

La gravedad me aspira por el hueco de un túnel vertical, me traga. Arriba puedo ver el círculo de luz del que me voy alejando cada vez más. Me quedo casi a oscuras. Extiendo los brazos mientras caigo para ver si me puedo agarrar a algo. Con las puntas de los dedos puedo rozar las paredes. Pego un pequeño salto y me cuelgo de una rama. Los oídos dejan de sentir el zumbido de la caída, el pelo cae lacio sobre mi cara, noto el peso de mi cuerpo. Por un momento agradezco el descanso pero en seguida me doy cuenta de que mi nueva situación no es muy alentadora, en algún momento mis brazos no serán capaces de sostenerme y volveré al vértigo de la caida tarde o temprano. Lo único que puedo hacer es soltarme por mi propia voluntad,para que no sea repentina. Tomar la decisión de saltar es dura, pero peor será caer sin previo aviso, así que me lanzo a la oscuridad de este pozo sin fondo. Me mareo, siento naúseas, no puedo soportarlo...Como las alternativas son pocas, para evitar esta agonía intento amoldarme otra vez a la caída, a dejarme llevar por ella sin sentir que me engulle. Incluso si pliego los brazos puedo ir más rápido. Claro, cuanto antes llegue al fondo menos durará mi agonía. Qué habrá allí abajo? Por más que fije la vista allí, en el infinito, no conseguiré ver nada. Poco importa de todas formas, si sigo cayendo en algún momento pararé; ya que no puedo elegir cuando llegará ese momento mejor no pensar más en ello. Pero aquí en el pozo no hay mucho más en que pensar. O sí? Puede que si vuelvo a alargar los brazos encuentre algo. Me tiro contra las paredes, reboto en ellas en mi caída. Me duele pero no reparo demasiado en ello. Creo que así voy a encontrar una salida. Tras no se bien cuantos metros de caida estoy a punto de darme por vencida pero entonces mi cuerpo se golpea violentamente contra una piedra y se detiene en ella. Ahhh! ahora si que duele. Creo que he encontrado una cueva. Creo que unos brazos han suavizado mi caída. Creo que hay alguien más aquí. La oscuridad es completa pero tengo esa sensacion de que no estoy sola, de que alguien me observa desde muy cerca. Quiero hablar pero no puedo, hace tanto que no lo hago que mi lengua no articula y mis labios están como pegados. De repente tengo mucho miedo, empiezo a agitar los brazos a mi alrededor para ver si estoy sola o no. Me encuentro con otros brazos que también andan buscando algo. Curiosamente ninguno de los dos nos asustamos, nos cogemos las manos, nos tocamos la cara, el cuello, el pecho, palpamos nuestros contornos. Y entonces nos abrazamos. Intentamos besarnos pero nuestros labios están tan secos que no podemos despegarlos sin que duela. Mi compañero de cueva está realmente empalmado y yo me siento el sexo muy mojado. No recuerdo haber experimentado mejores orgasmos. Claro, que en realidad no recuerdo nada de lo que hacía antes de caerme al pozo. Aunque noto como los labios se me desgarran, trato de abrir la boca, quiero hablar con él, quiero besarle. las lágrimas de dolor se me saltan al tiempo que la piel y la carne se me resquebrajan. Él nota lo que estoy intentando, pone sus manos en mi cara y trata de impedir con dulzura que lo haga. No sé porqué. No sé si no quiere que sufra o no quiere oirme. Le aparto las manos de la cara. Me coge de la nuca y me atrae hacia él para volver a penetrarme. El sexo vuelve a ser maravilloso, me siento viva. Y empiezo a querer quedarme en la cueva. Para qué seguir cayendo? Mejor quedarse aquí. Parece que nos comunicamos perfectamente sin hablar, sabemos en todo momento lo que estamos pensando; sabe que me quiero quedar; sé que quiere empujarme. Boom! El vértigo se ha triplicado ahora, no me he caído, me han tirado, y mi cuerpo no consigue asimilarlo. Grito, lloro, la rabia puede con todo, ya no puedo más! Pero me equivoco, la caída es tan larga que volveré a recuperarme. Y sigo cayendo con el sabor agridulce de su recuerdo. Ya no quiero volver a tirarme contra las paredes para encontrar otra cueva. Ya no creo que haya nada que encontrar. Me dejo arrastrar por la gravedad e intento disolverme en mi carrera. Si me concentro puedo incluso recrearme en ella, disfrutarla como atracción de feria. El tiempo debe ir pasando hay fuera, o aquí dentro o no sé donde... No sé si llevo días o años cayendo. Cuándo llegaré? A dónde voy?

Y así creo que he llegado aquí, sí, a este suelo húmedo y blando. Esta debe ser la tan esperada caída. No parece que me haya roto nada. Mi dolor parece más en algún lugar del alma que del cuerpo. Estos alfileres que se me clavan por dentro deben ser mis miedos. O puede que sean todos mis huesos rotos. No lo sé, y la incertidumbre se apodera otra vez de mí, la cabeza va a empezar a recorrer espirales infinitas y otra vez volveré a recordar el túnel, otra vez sabré que estoy tumbada en el suelo, que tira de mi como un imán. Otra vez querré moverme y otra vez veré que no puedo porque duele demasiado. Trato de mover la cabeza. Ahhh. Siento como una puñalada en la sien. Intento mover un pie. Ahhh. Otra puñalada.Quizás deba aceptar sin más el estar aquí quieta como acepté la caída por el túnel. Pero allí al menos pensaba que podía llegar a alguna parte. Y aquí se qué no voy a ningún sitio. Un momento, oigo una puerta que se abre. Estoy en casa? Abro los ojos y todo sigue a oscuras. No, estoy aquí, y aquí no se donde está. Ah, el suelo húmedo, ya recuerdo, el túnel, la caida...otra vez la espiral de pensamientos...pero algo me había despertado...Creo que hay alguien cerca...

- Holaa.
Estoy escuchando mi voz, me parece increíble.Vaya, puedo hablar.

- Sí, ahora puedes hablar.

Una voz de mujer se acerca.

- Quién eres?

- Digamos que una enfermera

- Enfermera? Yo no estoy enferma

- Bueno, estoy segura de que sientes alfileres clavándose en tu cuerpo en este momento... Eso es por la vuelta, siempre duele.

- La vuelta? Dónde estaba antes? Dónde estoy ahora?

- Cada vez que vuelves me preguntas lo mismo y cada vez te respondo igual. Dónde te gustaría estar?

Me quedo en blanco. La verdad es que no lo sé

- Cualquier respuesta te dejaría inconforme. No te preocupes, en un momento dejará de dolerte. Quizás me he retrasado un poco y eso te ha hecho entrar en el túnel; se que se pasa mal, lo siento, pero también sé que se olvida. Ahora respira profundo, relájate y déjate llevar, es lo mejor, es la única manera en que conseguirás sonreir.

Veo como se acerca a mí con una diminuta jeringuilla.

- No, no quiero. Qué quieres hacerme?

- Lo mejor para tí....Nunca quieres al principio pero luego me lo agradecerás. Siempre es así.


-Siempre? ... Por qué?... pues.. entonces cambiemos hoy, a ver que pasa...

- Lo siento, no se puede cambiar, tu viniste aquí voluntariamente, firmaste un papel...ya lo sé , no te puedes acordar. No importa, no importa nada de lo que digas o sientas. Firmaste en varias copias, releiste lo que firmabas, estabas conforme...

- Bueno, sea lo que sea quiero borrar mi firma...me estoy empezando a marear, ya no puedo soportar el dolor ni sin moverme.

- Lo sé, necesitas lo que te traigo. Deja de pensar, no te llevará a ninguna parte...relájate, aceptálo, no hay marcha atrás. Lo ponía en la cuarta página; por más que supliques volver no podemos dejarte hacerlo... la vida sólo te producía sufrimiento.

Durante unos instantes parece que recuerdo algo...Sí, vivir me dolía más que éstas alfileres por todo mi cuerpo...el alma desgarrada...sin descanso...

- Allí donde vas ahora, allí de donde vienes, nada de todo esto importa, allí eres feliz, sonries, quieres y te quieren...

Las lágrimas me corren por las sienes, ahora recuerdo todo, ahora recuerdo la seguridad con que firmé aquellos papeles.

- Pero nada es real allí, sólo existe en mi mente.

- Y eso es lo que cuenta. Lo que no se ve no existe y tú no vas a ver nada de esto en unos momentos, para tí todo será real, tu mente engañará a tu corazón y tu corazón a tu mente.

Mientras hablamos ha debido ir haciendo su trabajo, ya no me duele nada. Tengo sueño.

-No me dejes volver al túnel....no me dejes ver esto, no me dejes despertar.

-No te preocupes, no volverá a suceder, lo siento. En cualquier caso he aumentado la dosis, pasará tiempo antes de que necesites otra. Relájate, controla tu mente, llévala a donde quieras, si no lo haces así tendrás un mal viaje y allí si que no te podemos ayudar. Allí todo depende de tí.

Desearía que la enfermera me abrazara hasta que la droga hiciera efecto pero ya no puedo hablar. Los ojos se me cierran...Veo un sol rojizo sobre un cielo morado, una playa sembrada de flores amarillas, el mar es verde intenso...Unos brazos fuertes me abrazan por detrás, un cuerpo se pega al mío, me aparta el pelo suavemente y me besa la nuca, sus labios besan mis hombros, sus manos se posan en mi cintura... Un susurro en mi oido: Te echaba de menos. Sonrío, aprieto más su cuerpo contra el mío...

sábado, abril 26, 2008

viernes, abril 25, 2008

Acabo de llegar a Italia...

...y esto promete. ¡Está lleno de italianas!

La respiración abdominal en 8 tiempos

Inspira – pausa breve – inspira – pausa breve – inspira – paaaaauuuuuusssssaaaa – expira - pausa breve – expira - pausa breve – expira - paaaaauuuuuusssssaaaa

Respira siempre con el abdomen, obsérvalo; obsérvate mientras lo haces.

No sé si es así pero a mí me funciona. Sobre todo en ocasiones de estrés o cuando necesitas concentrarte.

martes, abril 22, 2008

El semáforo

Te veo cercana a mi, parada y mirando al frente el muñeco rojo del semáforo. Estamos esperando a cruzar la calle. Es otoño y a esa hora de la mañana aún no ha amanecido. Las luces de las farolas emiten destellos naranjas, iluminándolo todo de forma irreal y onírica. Te miro por el rabillo del ojo, disimuladamente. Me encanta contemplar sin ser visto.

Eres muy hermosa. Tu pelo recogido, informalmente, se levanta por encima de tu cabeza en una graciosa coleta, quedando tu nuca al aire. Ahora me gustaría acercar mis labios a tu cuello desnudo y besarlo muy despacio, desde atrás, terminando en tu garganta y volviendo a empezar en un ciclo infinito, deleitándome en cada milímetro de tan fino terciopelo.

Llevas gafas de marco negro que te favorecen. El color de tus ojos no lo distingo, pero los intuyo negros y profundos, rodeados de unas pestañas largas y erguidas.

En tu mejilla se adivinan unas pecas que delatan la palidez cerámica de tu piel. Tus labios, rosáceos, suaves, hermosos y bien perfilados conmueven intensamente mis anhelos y siento un escalofrío cuando me detengo una décima de segundo en esa parte de tu anatomía facial.

Llevas una carpeta entre los brazos cruzados frente a tu pecho. Tu abrigo claro, hasta las rodillas, poco delata de ti, pero lo prefiero. Así mi imaginación vuela entre cada pliegue de tu ropa. Voy desenvolviéndote, poco a poco, lentamente, como un regalo inesperado...

¡Maldición!

El color verde intenso del semáforo despierta mi letargo con insultante brusquedad y el piar electrónico y artificial, que indica a los invidentes que el paso está abierto, me molesta en sobremanera.

Cruzamos a la vez, y al llegar al otro extremo de la calle te vas hacia la derecha. Yo sigo mi camino, de frente, pero no puedo evitar dirigir una última mirada más hacia ti. Te desvaneces entre un montón de gente y así, de esta forma, te pierdo para siempre sin nunca haberte tenido.

Sigo mi camino y pronto mi mente se entretiene en pensar historias. Te olvido en menos de cinco minutos.

Al final de la calle, un semáforo en rojo detiene mi paso. Miro a mi lado, y allí estás. Alta, rubia, con tu pelo muy cortito y tus ojos tan claros como el agua de un río de la verato ....

v.m.j.a.
nov 2006