lunes, julio 30, 2007

Monicca (y III)

(continuación de este relato)

La brisa era fresca, y Monicca llevaba una camiseta de tirantes. Le ofrecí mi camiseta de manga larga.

- ¿Tú no vas a tener frío?

- De momento no.

Bajamos la calle despacio, disfrutando el momento.

- ¿Sabes?, le dije, hay una conexión increíble entre nosotros y mucho feeling, pero percibo algo, como una disonancia, que no sé qué es ni me incumbe, pero es como si hubiera algo ahí... a veces tienes los ojos tristes.

- Bueno, acabamos de conocernos, y yo tengo una historia por ahí, que te contaré algún día, de la que estoy intentando salir... dudó, es que es un poco complicada.

- Nada, no te agobies. Ya surgirá el momento, si es que surge, para que me cuentes tus temas.

Seguimos bajando la calle abrazados, en silencio.

- Mira, dije señalando hacia arriba, ¿ves esos balcones? Ésa es mi casa.

- ¿Ah, sí? Qué bien situada.

- Sí, esto es como un pueblo pequeño. Y hay unas vistas cojonudas.

Llegamos al jardín.

- Menos mal, de lejos pensé que estaba cerrado.

- Estás ciego, rió.

- Ciego no. Sólo un poco miope.

Entramos. El parque estaba vacío. Las dalias eran rojas, moradas, azules y amarillas. Monicca pasó su mano sobre ellas.

- Qué bonitas. Pero no huelen.

Pasé mi mano también por encima.

- Aquí la flor más bonita eres tú.

- ¿Sabes que me gustan mucho los piropos?

Nos acercamos a la iglesia. Monicca se subió a una piedra para oler más dalias al fondo. La abrazé por detrás. Se dio la vuelta y me echó los brazos alrededor del cuello.

- ¿Pero tú de dónde has salido?

Me besó de nuevo. Bajó y caminamos hasta el fondo del parque. Se apoyó en la barandilla. Volví a abrazarla por la cintura. Olí su cuello y su pelo. Contemplamos la luna, en silencio. Un escalofrío me recorrió el cuerpo.

- ¿Tienes frío? ¿Quieres tu camiseta?

- No, no hace falta, pero mejor si nos vamos yendo.

Salimos del parque y cruzamos el semáforo. Dejamos mi casa a la derecha.

- Te diría que te subieras a casa a fumarnos un porro y tocar el didgeridoo, pero es que me apetece estar en la calle.

- Kike... no estoy muy segura de querer subir esta noche a tu casa...

- Pues, si no estás segura, lo mejor es que no subas. Sonreí. Pero, de todas formas, estaría de puta madre pasar la noche contigo.

- Eso es muy bonito..., dudó un momento, antes de continuar, ¿tú a qué hora te levantas?

- A la misma que tú.

- Yo tengo que estar a las 9 en Atocha.

- Pues mañana a las 9 te dejo en Atocha.

Llegamos al Tío Timón.

- ¿Me dejas que te invite?

- Por supuesto.

- ¿Qué quieres?

- Un zumo de piña.

- ¿Un zumo de piña?, preguntó, arqueando una ceja.

- Sí, contesté. Es que quiero ser consciente del momento.

Sonrió y fue a pedir. Fui tras ella. No quería separarme ni un instante.

- Sólo tienen de naranja y de melocotón. ¿Cuál prefieres?

- ¿Tú qué vas a pedir?

- Otro zumo

- Pues si te parece, pedimos uno de cada, y los compartimos.

Apareció Cuca. Estaba más delgada.

- Hey Cuca, qué tal.

- Hola, cuanto tiempo.

- He andado algo ocupado. Mira, ésta es Monicca. Monicca, Cuca.

- Hola.

- Encantada.

- ¿Os atienden?

- Sí, gracias, ya hemos pedido.

- Bueno, pues si necesitáis cualquier cosa, me lo decís.

Salimos a la calle. Comenzó a llover de nuevo.

- Chicos, no se pueden sacar bebidas fuera.

Nos quedamos en la entrada hablando y riendo un rato. Se hacía tarde. El melocotón sabía dulce.

- ¿Cambiamos? Bebí del otro vaso. El problema de alternar uno con otro, dije, es que, después del melocotón, la naranja sabe insípida.

- Eso es porque hay que mezclarlas. Monicca cogió los dos vasos y los juntó en uno. ¿Ves? Mucho mejor.

Nos miramos en silencio.

- ¿Nos vamos a tu casa?

- Cuando quieras.

Dejé los vasos en la barra y nos fuimos. Llegamos a mi portal y subimos. Cinco pisos fatigan, para quien no esté acostumbrado.

- Sí que es verdad que hay una vistas preciosas.

- Sí, el piso está muy bien. ¿Quieres beber algo?

- Sólo un vaso de agua.

Fuimos a la cocina. Por el pasillo cruzó Sergio.

- Ése es mi compañero de piso.

Monicca me abrazó del cuello y me besó.

- Quiero estar a solas contigo, me susurró al oído.

- Ahora mismo, contesté.

Fui para mi habitación y encendí el ordenador. Monicca me miró con aire interrogador.

- Estoy poniendo música.

- Informáticos. Una vez me lié con uno y dije, '¡nunca más!'

Se dejó caer perezosamente sobre el colchón. Encendí algo de incienso.

- ¿Tienes algo para ponerme?

- Algo hay, por ahí.

- No lo necesito, siempre duermo desnuda, pero como es tu habitación, pues no sé...

- Ah, mejor entonces. Yo también suelo dormir desnudo.

Me desnudé y me metí en la cama. Nos abrazamos. Su cuerpo temblaba ligeramente bajo las sábanas.

- Vamos a dormir, ¿no?, dijo al tiempo que me besaba.

- Sí, claro, a dormir.

Le devolví el beso. Su piel blanca se pegaba a la mía. Mi sexo dolía como si fuera la primera vez.

Besé su cuello y un leve suspiro se escapó de sus labios.

Recorrí con mi boca todo su cuerpo, me hundí en su mar de cristal y, saturado de su olor, me sumí en la inconsciencia.

Sonó el despertador. Abrí los ojos y ella seguía allí, a mi lado.

- Buenos días, princesa, dije, besando su frente.

- Bueeee...eenos díííías... respondió con los ojos aún medio cerrados. Me has abrazado toda la noche...

- ¿Es una pregunta, una afirmación...?

- Una afirmación. Qué guay.

- Es que no quiero que te me escapes.

Sonrió, al tiempo que se desperezaba.

- He dormido muy bien. ¿De qué es la cama?

- De goma espuma. ¿A que se duerme estupéndamente?

- ¿De goma espuma? Pues es verdad que se duerme bien. Pensaba que era de éstas... sintéticas.

- No, que va, esto es de una tienda aquí al lado. Lo más ancho es 1'80, en blando, medio y duro. Éste es el duro, de 1'80 x 1'80. Así puedes dormir del lado que quieras.

- Yo he dormido super a gusto. Se incorporó y se sentó en la cama. Las curvas de su cadera se acentuaban sobre el borde del colchón. Y el cojín es también una pasada. ¿Dónde compraste el relleno?

- También en otra tienda, cerca. Fui a comprarlo y dije: 'quiero relleno para un cojín con el que se folle bien'.

Volvió a sonreír y me miró con sus pestañas infinitas.

- ¿Te apetece... commo dicci, 'echar un polvo'? No me gusta, ¿no hay otra forma de decirlo?

- Echar un casquete.

- ¡Ja...! ¡Sí hombre... pues eso...! Que si te apetece 'echar un cahquete...'

A las diez de la mañana la dejé en Lavapiés. Quería pasarse por su antiguo piso, recoger algo de ropa...

- Que tengas un buen día, preciosa.

- Tú también. Tengo que resolver un asunto esta tarde, cuando acabe te llamo.

- Estupendo. Podemos ver una peli tranquilos en casa, o salir, o lo que tú quieras.

- Vale, me apetece.

- Que, me lo he pasado de puta madre. Todavía estoy alucinando.

- Yo también. Me has hecho mucho bien.

- No más que el que tú me has hecho a mí.

Nos besamos de nuevo antes de que se bajara.

- Te llamo luego.

- Venga.

La vi alejarse calle abajo. Mientras arrancaba le dije adiós con la mano, y me fui a trabajar.

Al llegar al trabajo le envié un mensaje, 'Ya te estoy echando de menos'. Me contestó que ella también. Pasé el día como un niño con zapatos nuevos. Que fuera todo tan fácil, que hubiera tanta conexión, que nos compenetráramos tan bien... Yo estaba alucinando. Pasé todo el tiempo como en una nube.

A las 6 de la tarde sonó el teléfono. Era Monicca. Parecía triste.

- ¿Qué te sucede?

- Nada, lo que te conté ayer, mis historias... ¿dónde estás?

- En el trabajo.

- ¿Todavía?

- Sí, pero termino un par de cosas y te llamo. Dame una hora.

- Vale, te espero.

Lo solucioné todo en 30 minutos. Cogí el móvil y marqué su número. Tras un tono, cortaron la llamada. Qué raro, pensé. Debe estar medio dormida. Así que cogí el coche y me fui para su zona, aunque no sabía exáctamente dónde vivía.

Al llegar paré el motor y volví a llamarla. Su voz sonaba preocupada. Me dijo que ese día no podía verme. Que estaba sentada en el salón y que necesitaba estar sola. Que ya me llamaría. Y colgó.

Arranqué el coche y me fui para casa.




Ha pasado ya algún tiempo, y no he vuelto a saber de Monicca: igual de rápido que vino, desapareció. Sé que no puedo quejarme, y aunque me quejara, ¿de qué serviría? Lo cierto es que cada momento que me regaló fue maravilloso, y a pesar de que durante un tiempo, y aún hoy en día, a veces, cuando hago cosas, me imagino que está a mi lado, ver una peli, pasear por el parque, tocar la guitarra, y lo paso mal, todo lo compensan los escasos instantes que pasamos juntos. De vez en cuando vuelvo al jardín de dalias, y la veo de nuevo subida en la piedra, o apoyada en la barandilla; entonces recuerdo que la felicidad es posible, aunque sea sólo por una noche. Quién sabe, igual algún día el cosmos se ponga de nuestra parte y volvamos a encontrarnos en circunstancias más favorables. Mientras tanto, sólo me queda recordarla, agradecer el bien que me hizo, y desear que se encuentre a gusto, donde quiera que esté.


viernes, julio 27, 2007

El faro desafiante

sábado, julio 21, 2007

El país de las maravillas.

Soy una persona liberal conservadora que practica la religión judeocristiana (no he dicho católica). Mucha gente simplifica mi visión de la realidad llamándome "facha" y cosas por el estilo, pero yo ya no suelo darle importancia. Simplemente, no me conocen y no se han parado a hablar tranquilamente conmigo de mi ideología, que dista mucho de lo que se denomina fascismo, socialismo, nacionalsocialismo o todo lo que implique una visión radical del mundo.
Afortunadamente, unos de mis hobbies es estudiar otras culturas y religiones, acercándome a la concepción de la vida que tienen otras personas de bien, ya que las malas personas no son malas por su ideología sino por sus acciones y por su corazón. A estas últimas procuro evitarlas y lucho a diario para no volverme como ellas. Sigo la célebre frase de Jesús que todo cristiano conoce: "ve a un pueblo y difunde la Palabra, si te aceptan quédate, si no sacúdete hasta el polvo de tus sandalias".
En Andalucía, que es donde vivo, la mayoría de la gente se hace llamar con orgullo "rojo" y progresista (cosa que yo respeto), y tienen bastante tendencia a llamar facha a todo lo que se mueva y no piense como ellos (eso ya me fastidia más), pero es sorprendente hasta que punto algunos que van de progresistas e intelectuales resultan cerrados de mente e hipócritas.
Y todo esto viene a colación de una triste experiencia que tuve el otro día en un bonito pueblo andaluz que se llama Mazagón.
Estaba yo sentada con mi madre en una terracita de una heladería hablando de cosas mundanas, por ejemplo, de la desgracia que tengo, según mis amigas, de que en las discotecas o pubs los hombres más feos se me acerquen. No me importa lo guapos o feos que sean, pues no aspiro a conocer a nadie interesante en medio de un lugar lleno de humo, con la música a todo volumen.
El caso es que a mi lado, en la puerta de otro establecimiento estaban sentados un chico español de unos 25, y otros dos de origen probablemente rumano de unos 30. En el medio de la placita había 4 inmigrantes negros sentados en un banco.
Por un momento mi madre y yo nos quedamos en silencio y me da por escuchar la conversación del español y los dos rumanos. El español, andaluz y chulapo, les dice sin cortarse un pelo a los rumanos: "yo a otros vale, pero a los negros... Esos que ni se acerquen". Los rumanos le llaman racista y se ríen. De repente, me da un vuelco el estómago y me avergüenzo de la actitud del andaluz, uno de los muchos que presumen de ser graciosos, progresistas y tolerantes.
Sé que la mayoría son buena gente o al menos eso deseo, pero algunos son tan hipócritas, tan racistas y tan machistas...
Para más inri, el chaval se vuelve a mí y me dice: "te voy a dar un consejo para cuando un tío feo se te acerque..." Yo flipando, mi madre también. El tío continua: "...cuando se te acerque un feo dile que tienes novio". Y le contesto: "tengo novio". Y me dice: "no pero tú di que tienes novio para que no se te acerquen los feos". Y le repito: "es que tengo novio. O ¿qué quieres? ¿que te diga que eres feo?". El tío se da cuenta de que yo, lo del novio, lo decía irónicamente. Y me contesta: "a lo mejor es verdad que soy feo". Y sin poder reprimirme le espeto: "el problema no es que seas feo, es que además me molesta la gente tan racista que odia a los negros". A lo que contesta: "es que yo no odio a los negros". Mantengo una mirada de "sí, claro y lo de antes que era?" que hace que el tío se levante y se vaya, mirándome con ojos de odio.
Y yo vuelvo a avergonzarme de la actitud de mi compatriota.
Lo que más me apena es que es una actitud que he visto a menudo en gente que va de guay y de tolerante. Debajo de esa capa de seguidismo intelectualoide, subyace una costra de odio a lo diferente, de subestima a otras ideologías, de hipocresía y de radicalidad.
He tenido la oportunidad de observar el mundo a través de los ojos de gente de otros continentes. A través de los maravillosos ojos azules de un buen amigo negro que me contaba sus vivencias de cuando vivía en Guinea. A través de una alumna musulmana que no entiende por qué en España, y más concretamente por estos lugares, la gente la mira raro porque se pone velo. A través de un musulmán senegalés que me explicaba que el Islam promueve el amor al otro.
Todos tenemos que sufrir ser señalados por la radicalidad de las minorías. Si un sacerdote es un pederasta, todos los cristianos son puestos en el punto de mira, cosa que no les ocurre a los profesores, informáticos, hombres casados o niñeros, aunque de esos gremios también haya tantos o más pederastas.
A los musulmanes se les acusa de terroristas, a los judíos de genocidas, a los conservadores de fascistas... Es triste ver como se generaliza dentro de nuestra sociedad, mientras debajo de nuestro disfraz de país tolerante y libre se esconde la censura a la prensa por determinados dibujos que tienen que ver con nuestra monarquía, se justifica a los asesinos y se crucifica a las víctimas, se buscan explicaciones cuando muere un español que se cae de un andamio, pero no cuando 70 inmigrantes negros que están siendo rescatados se ahogan. Un país donde un tercio de los jóvenes fracasan en los estudios, donde se matan mujeres cada día y aún nos congratulamos de tener leyes de discriminación positiva, donde más cocaina se consume.
Nos felicitamos de los que parecemos ser; y deberíamos avergonzarnos de lo que realmente somos. Porque sólo siguiendo el camino de la autocrítica podremos llegar a ser buenos ciudadanos.

martes, julio 17, 2007

DECEPCIÓN

A menudo sentimos que la gente nos decepciona, causándonos este hecho un gran pesar, cuando en realidad nada ni nadie debería decepcionarnos puesto que no deberíamos esperar nada de los demás. Lo que hay que hacer es actuar en consecuencia y nunca, nunca, decepcionarnos a nosotros mismos. Que al fin y al cabo el camino lo haremos siempre en nuestra compañía. Y si lo hacemos bien puede que hasta contagiemos a los demás.

Esta semana, la primera con 33 años, he sentido un aura alrededor de mi cuerpo, de mi mente y de mi alma en todo momento. Me he sentido plena, confiada, he disfrutado de mí misma y me he dado cuenta de que se me había olvidado lo que era sentirse en paz. Ser consciente en todo momento del aquí y el ahora. Bailar bajo la ducha y no importarme nada más. Si bien es cierto que las circunstancias me han sido muy favorables esta semana, en todo momento he intentado estar donde quería y con quién quería. O bien sola o bien acompañada mi sensación de plenitud no se ha evaporado en ningún momento. Me he recuperado a mi misma y he de reconocer que me echaba de menos.

Los pensamientos circulares, esos que no tienen solución y sólo sirven para recrearnos en nuestra miseria, han intentado colarse en mi cabeza y me he dado cuenta de la gran pérdida de tiempo que me han supuesto a lo largo de estos dos últimos años en especial y de toda mi vida en general. Perder el tiempo en echar de menos a quién ya no está en nuestras vidas en lugar de disfrutar de los que siguen todavía aquí me ha parecido durante esta semana un gran absurdo. No disfrutar de las nuevas compañías también.

Paso más tiempo quejándome de que no tengo amigas que saboreando la compañía de los grandes amigos que me rodean. Paso más tiempo pensando en aquéllas que sólo les interesa ligar con mis amigos y me hacen creer que quieren verme a mí, proyectándome sus sombras, que en las que conoceré mañana y verán como yo la luz al final de famoso túnel. Si pierdo demasiado tiempo molestándome por la actitud de las primeras, perderé la oportunidad de encontrarme a las segundas.

Esta semana, tras muchos meses de lucha contra mis demonios, he sentido que yo decido lo que hacer con mi vida y que tengo tantas opciones al alcance (olvidamos la suerte que hemos tenido de nacer en una parte del mundo donde la vida es mucho menos injusta que en el 90% del planeta) que sería un error no disfrutar de las que me hacen sentir bien y perder el tiempo amargándome con las que no. Una vez que sabemos lo que queremos y lo que no queremos, empezaremos un nuevo camino en el que a veces pararemos a descansar en una roca, a mirar los árboles, a escuchar los pájaros, a quitarnos las molestas chinas que se nos cuelan en las botas y nos causan un dolor que nos impide disfrutar del camino... Eso es precisamente la vida, no siempre se puede correr y volar, a veces es necesario detenerse. Pero lo que no hay que hacer es salirse del camino por el que hemos elegido avanzar a menos que decidamos conscientemente que queremos cambiar de rumbo. Avanzando sólo por el placer de caminar, sin ninguna expectativa. Sintiéndonos en paz podremos transmitir la calma a los demás.

Y puede que este post suene a lo de siempre porque en realidad es lo de siempre. Que la vida es para disfrutarla y no para desperdiciarla, que hay que empezar por quererse a uno mismo para querer a los demás, que no hay que ser un pozo negro que absorbe energía del resto si no una fuente de luz que ilumine a quienes nos rodean etc. etc. Es sólo que por fin esta vez, para mí no son palabras a realizar sino realidades a escribir.

Y dar las gracias a quiénes han seguido a mi lado a pesar de mis meses de agujero negro. Ahora yo también podré irradiarles luz.

Cieza, Murcia

Estaba llegando a Albacete. Sonó el móvil. Era Alfonso.

- Tío, te juro que las dos únicas veces que me he dejado el móvil en el coche este año, las dos veces que me has llamado.

Sonreí.

- No hace falta que te disculpes, hombre. Como si fuera tan importante.

Eran las 14:35h.

- Escucha, acabo de parar a tomar algo, estoy llegando a Albacete.

- Entonces te queda sólo una hora.

- Guay. ¿Tú estás en casa?

- Estoy volviendo, en 20 minutos llego.

- Vale, nos vemos en un rato, pues. Si no me pierdo.

La autovía seguía su curso, jalonada por algún coche a uno y otro lado. Tras pasar Albacete y tomar el desvío a Murcia, las Montañas Rocosas hicieron su aparición, paisaje del desierto de Almería, patria del spaghetti western de Sergio Leone, Cint Eastwood y Claudia Cardinale. Me gusta este entorno, me resulta muy atrayente. España es diversa.

Llegué a casa de Alfonso y Ester sobre las 16h. Otto empezó a ladrar nada más sentirme. Otro perro se oía a su lado. Tardaron en abrirme.

- Fonso, chaval, cómo vas.

- Ké hay kike, cuanto tiempo.

Nos dimos un abrazo. Es agradable tener amigos a los que casi no ves pero con los que existe un nexo de unión profundo. Claro que quizás ese nexo se mantiene precisamente por no verlos a menudo. Sea como fuere, Alfonso y Ester pertenecen a este grupo.

Los conocí hará tres años, en una playa nudista en Almería. Yo iba de vacaciones creativas con Judit y su sobrina. Fue el verano en el que compusimos Silent World. Al llegar a la playa, montamos la tienda al lado de una parejita con un perro. Eran Ester y Alfonso. Permanecimos cinco días juntos, y al subir hacia Valencia nos quedamos una noche en su casa. Me chocó ver a Ester con ropa, se me hacía raro, después de estar viéndola desnuda durante una semana.

- ¿Y Ester, no está por aquí?

- Está de celebración, es el último día de trabajo. Tío, me coges empanao. Según llegué me eché a dormir, y hasta ahora.

Nos sentamos y hablamos un rato de cómo nos iba en nuestra vida.

- ¿Quieres algo de beber? ¿Una cerveza, una coca cola...?

- Una coca cola está bien, gracias.

Se levantó y cogió un cogollo de hierba de una caja de madera.

- Este año estoy fatal de marihuana, tuvimos poca cosecha y en abril ya se acabó. Me quedan unos restos de una caja que estaba aquí, en el salón, donde meaba la perra. Y un día fue Ester a tirarla y resulta que había unos restos.

- ¿Meados?, pregunté con una sonrisa irónica.

- ¡Sí, meados y todo! Alfonso se echó a reír. Ostia, no tendrás tabaco, ¿verdad?

- No, pero voy a por él. ¿Dónde es, en la gasolinera?

- Enfrente

- Y para salir, al revés que para entrar, ¿verdad?

- Sí. ¿Quieres que vaya contigo?

- Como quieras, no hace falta.

- Venga, te acompaño.

- ¿En tu coche o en el mío?

- ¿El tuyo tiene aire acondicionado? No, Otto, tú esta vez te quedas aquí.

Montamos en el coche y en diez minutos estábamos de vuelta.

- Eso que tenías puesto en el coche, ¿qué era?

- Ni puta idea, música del Kevin, mi ex-batería. El tío también pincha, así que está muy metido en temas de electrónica. De hecho es el que me metió a mí, aunque ahora se ha vuelto muy popero. Muy electro-pop, vamos.

- ¿Conoces a Pink Martini? Es música parecida.

- No me suenan.

Se acercó a la estantería a poner un cd. Aproveché para ir al coche.

- Por cierto, estoy aprendiendo a tocar el didgeridoo. Lo tengo en el coche, voy a por él.

Cuando volví sonaba una música que me resultaba familiar. Alfonso se estaba terminando de hacer un canuto. Me senté y soplé por el tubo, intentando acoplarme a la melodía.

- Eso suena muy bien.

- Gracias, no es difícil. Sólo tienes que hacer vibrar los labios y luego bajar la intensidad.

- Pero tú respiras sin dejar de tocar.

- Eso se llama respiración circular. Físicamente es imposible soltar aire de los pulmones al mismo tiempo que inspiras, así que lo que haces es que de vez en cuando inspiras rápido por la nariz y utilizas el aire de la boca para mantener el sonido, haciendo fuerza con la lengua y las mejillas. Me pasó el porro, le di dos caladas. Como la intensidad del sonido decae en ese momento, intentas respirar acoplándote al ritmo, creando de esa manera un patrón rítmico. Escucha.

Me concentré en el drone, siguiendo el compás de la canción. Las vibraciones del didge hacían resonar los huesos de mi cabeza, atrapándome desde el interior del tubo y transportándome junto con el aire que expulsaba en un ciclo continuo: aspirar por la nariz, bajar a los pulmones, salir a través de los labios por el didge y volver a entrar por la nariz. Era hipnótico. Y la hierba cumplía su función. Alfonso siempre tenía buena marihuana.

Me vino a la cabeza una escena de hace tiempo.

- Ey, esto sí que lo he escuchado. Aquí en tu casa, el año pasado. También me pusiste a los Pink Martini.

- Puede ser, puede ser.

Seguimos fumando y tocando el didge un rato.

- ¿Y a qué te estás dedicando, aparte de currar y hacer la casa?

- Pues mira, se levantó y trajo un libro, hemos creado una asociación para recuperar el Segura. Este libro lo presentaron la semana pasada.

Era un volúmen grande, titulado 'El Segura: el río que nos une'. Estaba lleno de fotos con un pequeño texto que las conectaba.

- Ves, aquí es donde nace. Y éstas son las Pozas de Claver. El tío se ha tirado dos años, claro, ha hecho las fotos en el mejor momento. Porque la última vez que estuve yo aquí, dijo, señalando otra foto, el verano pasado, estaba totalmente seco.

- ¿Y con la asociación ésta, hacéis algo?

- Ahora mismo no, acabamos de fundarla y con el verano estamos todos muy liados, ya para septiembre. Pero se trata de organizar cuadrillas de limpieza, dar charlas, organizar seminarios, concienciar a la peña...

Seguimos pasando páginas.

- Oye, si te cansas de ver fotos dímelo, que igual te aburres.

- Qué va tío, si están de puta madre.

Terminamos de hojear el libro. Muy interesante. Alfonso se levantó un momento. Sonó mi móvil. Era Ester, pero al ir a cogerlo se cortó, por la cobertura. Sonó el móvil de Alfonso. Era Ester de nuevo.

- Fonso, es Ester. ¿Lo cojo?

- Sí, cógelo, cógelo.

Descolgué.

- Hoooolaaaaa.

- ¡Hola kike! ¿Qué tal, cómo vais?

- Pues aquí, relajados, tocando el didgeridoo y viendo fotos. ¿Y tú, de fin de curso?

- Ya ves, aquí en el pueblo, que como no te voy a ver he dicho, le voy a llamar, y así hablamos un rato. ¿Qué tal estáis?

- Bien, como siempre, ni bien ni mal, sino todo lo contrario. ¿Y tú?

- Pues bien también, ya de vacaciones. ¿Qué vais a hacer ahora?

- Espera. ¡Alfonso, que dice Ester que qué vamos a hacer ahora!

- ¿Ella dónde está?

- ¿Tú dónde estás?

- En un bar, con la gente del curro.

- ¡En un bar, con la gente del curro!

- Dile que ahora la recogemos y nos vamos al parque a fumarnos un porro.

- ¿Le has oído?

- Sí, sí le he oído, dile que no, que la gente con quien estoy no es de fumar porros.

- Dice Ester que la gente con la que está no es de fumar porros.

- Ya, rió Alfonso.

- ¿Por qué no os venís un rato a tomar un café y así nos vemos?

A mí no me apetecía meterme en un bar ligeramente fumado con gente que no conocía, aunque fuera para ver a Ester.

- Pues no sé, niña, ahora lo hablo con Alfonso, aunque no creo.

- Bueno. ¿Y el domingo a la vuelta?

- Ya veremos, no te prometo nada. Cucha, ¿te paso a Alfonso?

- Sí, pásamelo. Cuídate.

- Un beso.

Le pasé el móvil a Alfonso. Cuando terminó cogimos el coche. Me llevó al Segura. Unos muchachos hablaban sentados en un banco. Otros se bañaban en el río. Atardecía. Los tonos eran ocres y rojizos. Una chicharra se oía a lo lejos, anunciando el anochecer.

- ¿Has cogido el tabaco?

- No, qué va.

- Bueno, habrá que preguntarles a los chavales.

Me acomodé en el banco. Qué bien se estaba allí. ¿Qué hago yo en una ciudad tan grande y masificada como Madrid? Ya son nueve años. Mi ciclo acabó hace tiempo.

Alfonso regresó con dos cigarros en la mano.

- Bien, ¿no?

- Me ha costado un porro.

- Qué caro, sonreí.

- No, bueno, se lo he ofrecido yo.

Rebuscó en su bolsillo. Puso cara de resignación.

- Papel tampoco tienes, ¿verdad?

- Pues... ¿no?

- Espera, voy a pedírselo a los mismos chavales.

Pasó una pareja con un perro.

- Joder, aquí se está de puta madre.

- Sí, vinieron unos del ayuntamiento, voluntarios, y lo limpiaron todo.

- Se nota.

- Pero es que la gente no se conciencia. Se echó a reír. El otro día estoy aquí tranquilamente al mediodía y viene un tío con la mujer y los niños, para el coche, se baja, y saca ¡una barbacoa! ¡Aquí, en medio de un pinar! Fui para él y le dije: '¡Pero tío, qué estás haciendo, no sabes el multazo que te puede caer como te vean!'

- Ya ves.

- Pues sí, con los niños. Eso es lo que están aprendiendo, a hacer fuego en una zona de alto riesgo en pleno verano. Por lo menos el tío se acojonó con lo de la pasta.

- Es lo triste, que la gente no se conciencia, y estamos enseñando a nuestros hijos a ser como nosotros. Estamos acabando con todos los recursos como si fueran ingaotables.

Fumamos en silencio. El sol seguía su recorrido diario. La luna tardaría poco en aparecer.

- Qué bien se está aquí.

- Ya ves.

- Tío, estoy pensando que, en Madrid, todo son coches, prisas y contaminación. Y aquí, al contrario. Te metes en la vorágine y te olvidas de que la vida es otra cosa.

- Pero tú estás bien en Madrid, ¿no?

- Estoy cansado, llevo ya mucho tiempo. En breve me iré, en cuanto solucione unos temas.

- ¿Y a dónde te quieres ir?

- Pues no lo sé, pero cobra mucha fuerza la idea de irme a Asia. Allí se puede vivir muy barato, por 10€ o menos comes y duermes. Quiero ahorrar pasta e irme para allá un tiempo.

- ¿A algún sitio en concreto?

- No sé, Tailandia, Laos...

La tarde era cada vez más ocre. El tiempo fuera de la capital transcurre más lentamente.

- ¿Qué hora es?

- Las ocho y media. Nos vamos a ir yendo.

- Sí, yo tengo que estar en Torrevieja a las diez.

Regresamos a casa en silencio, disfrutando del viaje. Al llegar recogí el didge, nos dimos un abrazo y me monté en el coche.

- Pues nada kike, un placer, como siempre.

- Lo mismo digo. Hasta la próxima vez que vaya a otro sitio y me caigáis de camino.

Cogí de nuevo la autovía, hacia el este. El sol, a mi espalda, agonizaba en colores rojos y anaranjados. La luna jugaba al escondite con las montañas de mi izquierda.

Luna llena, luna bella
que cabalgas a mi vera.
¿Traes noticias de mi amada,
de mi dulce compañera?

Cogí una curva y me miró de frente.

Bajo ella, el mar.

Y más allá, el infinito.

Para Ester,
que no pudo estar con nosotros.

De revolutionibus #3 - This corner of the earth

En línea con mi blog anterior sobre el Avatamsaka, que ha despertado una expectación sin precedentes :-), y con la nueva línea de versos y canciones, aquí va una maravillosa canción de Jamiroquai. Totalmente Hua-yen. Espero que os guste.

This corner of the earth

Little darlin' don't you see the sun is shining
Just for you, only today
If you hurrry you can get a ray on you, come with me, just to play
Like every humming bird and bumblebee
Every sunflower, cloud and every tree
I feel so much a part of this
Nature's got me high and it's beautiful
I'm with this deep eternal universe
From death until rebirth

This corner of the earth is like me in many ways
I can sit for hours here and watch the emeral feathers play
On the face of it I'm blessed
When the sunlight comes for free
I know this corner of the earth it smiles at me
So inspired of that there's nothing left to do or say
Think I'll dream, 'till the stars shine

The wind it whispers and the clouds don't seem to care
And I know inside, that it's all mine
It's the chorus of the breakin' dawn
The mist that comes before the sun is born
To a hazy afternoon in May
Nature's got me high and it's so beautiful
I'm with this deep eternal universe from death until rebirth

You know that this corner of the earth is like me in many ways
I can sit for hours here and watch the emeral feathers play
On the face of it I'm blessed
When the sunlight comes for free
I know this corner of the earth it smiles at me
I know this corner of the earth it smiles at me
I know this corner of the earth it smiles at me
I know this corner of the earth it smiles at me
I know this corner of the earth it smiles at me

This corner of the earth is like me in many ways
I can sit for hours here and watch the emeral feathers play
On the face of it I'm blessed
When the sunlight comes for free
I know this corner of the earth it smiles at me

domingo, julio 15, 2007

Kike el seductor.

Leo las historias de Kike con gran admiración. ¡Qué tío! Con su aire "jipi" romántico escribe esas novelescas andanzas que tan bien quedan en los barrios bohemios por los que se mueve. No sé si es que vive continuamente en una película de Amélie o es sólo una estrategia para mojar, pero en cualquier caso, indudablemente, leerle resulta francamente agradable, sobre todo cuando se presenta un día estresante o de gran dificultad.
Acercarse a esa visión del mundo donde las almas desnudas se encuentran como si fuera un milagro, donde los ojos de la gente parecen el mar y una sonrisa se compara con un cielo lleno de estrellas. Es que es bonito, ñoño pero bonito.
Hubo un tiempo, en el que yo era así de romántica y de gilipollas, por cierto. Los ojos de mi primer ex eran francamente bonitos, pero pare usted de contar. Claro que en aquel momento hasta su barriga me parecía de utilidad, porque reconozcamos que los tíos con tableta en el abdomen no sirven precisamente de almohada.
Solía regalarle flores, cosa que tuve dejar de hacer cuando su padre me dijo una vez que aquello era una mariconada.
De mi segundo ex, para qué hablar, otro momento gilipollas en mi vida. Eso sí, romántico, un huevo. Pocas personas lo dejan todo, y cuando digo todo es todo, por alguien. Y yo lo hice, y no me arrepiento, porque fui fiel a mis principios, pero está claro que, ahora que lo veo con perspectiva, fui absolutamente imbécil. Las épocas de imbecilidad suelen ser debidas a esos momentos de autoestima baja donde uno está madurando. Lo importante es darse cuenta de que es una fase de la vida que hay que pasar.
Cuando por fin la pasas, te das cuentas de la cantidad de cuentos que la gente cuenta con respecto al amor, al sexo y a todo los demás. Te das cuenta de que muchas veces la gente no busca una pareja sino no quedarse solo. Te das cuenta de lo importante que es el tamaño. Te das cuenta de que no existe un único amor sino que cualquiera puede ser susceptible de ser la persona ideal si se cumplen, simultáneamente, atracción, amistad y reciprocidad. Y aun así queda lo peor: aguantar, no vale de decir eso de te quiero mucho pero no estoy enamorado, se ha acabado el amor, ... Vamos todo eso que la gente dice para ocultar las verdaderas razones que suelen llevar a la ruptura: el egoismo y el amor, casi obsceno, a uno mismo.
Pero de vez en cuando, los que nos movemos en este mundo real, donde el dinero (ese maravilloso caballero), no da la felicidad pero la compra, donde no hay sitio para las pajas mentales ni la filosofía porque hay que invertir el tiempo en recalcular la hipoteca, donde existe la enfermedad, la muerte, la debilidad y la injusticia. Donde los amigos lo son hasta que se convierten en los peores enemigos, donde hay una pugna constante por medrar a costa de lo que sea. Los que nos revolcamos en el fango de este mundo capitalista que les sirve a los bohemios igual que el culo a los animales, asqueroso pero necesario, necesitamos de vez en cuando tirar de la cadena y asomarnos al maravilloso mundo de las ideas, de la felicidad etérea y del amor puro y romántico.
Muchas gracias.

jueves, julio 12, 2007

frases de cançoes

Hola, os dejo aquí una perlita de la canción 'Chega de saudade', de Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes. Lleva unos días rondándome la cabeza, y se me ha ocurrido compartirla y que a la vez dejéis vuestras frases de canciones, porque os gusten o porque sí, y que indiquéis el título y el autor para poder buscarla y escucharla. Abro la veda, un saludo.

que coisa linda, que coisa louca,
pois há menos peixinhos a nadar no mar,
do que os beijinhos que eu darei na sua boca

De revolutionibus #2 - Sutra Avatamsaka

Hola amigos,

Este es un breve fragmento del sutra con el que braseé ayer a algunos de los miembros de esta insigne comunidad :-) y, a continuación algunas reflexiones de D. T. Suzuki (extraído de Notas para una introducción al estudio del Budismo Mahayana - Editorial Almagesto – Colección Mínima, 1991). Espero que os guste:

“En el cielo de Indra, se dice que hay una red de perlas, ordenadas de tal forma que si miras a una, ves a todas las demás reflejadas en ella. Del mismo modo, cada objeto del mundo no es sólo él mismo, sino que incluye a todos los demás objetos y de hecho es todos los demás” - Sutra Avatamsaka

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Permítaseme primero aclarar el significado del Avatamsaka y su filosofía es ininteligible a menos que experimentemos por una vez el estado conocido como abhishyanditakayacitta; pues, de otro modo, el sutra se transforma en mero balbuceo sin sentido: Abhishayandita significa “disolución”, kaya “el cuerpo”, y citta “mente”; es decir, un estado en el cual no se es más consciente de la diferencia entre mente y cuerpo. Eso parecerá imposible, pero, en realidad, la diferencia que hacemos entre mente y cuerpo es también conceptual y artificial y esta artificiosidad tiene un magnífico poder de cohesión sobre nosotros. Debido a esto, ¡cuánto tenemos que trabajar para darnos cuenta de un estado de disolución, aun cuando es el estado natural en que nacimos!

Este estado de completa disolución, en el que no hay diferencia entre mente y cuerpo, entre sujeto y objeto o entre noesis y noema, se conoce como la realización del Sunyata (vacío o Vacuidad) absoluto, es decir, la Realidad o la Mente, usando la terminología Avatamsaka. Sentados en ese centro, por así decirlo, miramos a nuestro alrededor y percibimos que éste es un mundo de hsiang-chi y hsiang-ju, “interrelación” e “interpenetración”, es decir, el Dharmadhatu; y esto es vividamente descrito por la imaginación india en el Avatamsaka sutra y explicado por Fa-tsang y su escuela.

Hsiang significa “mutuo”; chi, “relación e identidad”, y ju, “fusión” o “penetración”. Hsiang-chi y hsiang-ju son las ideas clave de la filosofía Kegon.

La relación hsiang-chi es especial y estática, mientras que la relación hsiang-ju es temporal y dinámica. Espacialmente hablando, cada objeto individual aparece como separado e independiente, y existente por sí mismo. Esto es en realidad una ilusión, pues las cosas están íntimamente interrelacionadas como una cadena y cada uno de sus eslabones contribuye al conjunto de la cadena. La idea misma de un universo o cosmos también sugiere ese hecho. Sin existir un orden, no habría mundo, y un orden significa interrelación. Los eruditos Kegon impulsan la idea hacia su fin lógico o, más bien, enfatizan este aspecto de la experiencia con el fin de alcanzar una visión sistemática del mundo.

Una de sus analogías favoritas para ilustra este estado de interrelación e interpenetración es la de la Indrajala, la red de Indra. Esta red, hecha de gemas preciosas, cuelga sobre el palacio de Indra. En cada una de esas gemas se encuentran reflejadas todas las otras que componen la red; por lo tanto, al tomarla, vemos en ella no sólo la totalidad de la red, sino cada una de sus gemas. De manera similar, cada objeto en este mundo Dharmadhatu está relacionado con todos los demás objetos y penetrado por él, no sólo espacial sino temporalmente también. Por esta razón, cada minuto que vivimos contiene la eternidad: El Ahora Eterno es nuestra vida; no debemos buscar la eternidad en ninguna otra parte más que en nosotros mismos. Lo mismo ocurre con la idea de espacio. El punto que ocupo es el centro del universo y, es en mí y conmigo que éste subsiste. Como un hecho de experiencia pura, sin embargo, no hay espacio sin tiempo y no hay tiempo sin espacio; también se interpenetran y en este sentido no hay blasfemia, como podría acusarme algún cristiano devoto, cuando yo proclamo que soy Dios, en quien el tiempo y el espacio yacen dormidos, como antes de la Creación. Esta fue, en realidad, la idea de Buda, de quien se dice que declaró en el momento de su nacimiento: “Yo únicamente soy el honrado, sobre el cielo y bajo del cielo.”

Una de las enseñanzas de Fa-tsang sobre el Kegon o Avatamsaka es conocida como la doctrina de los Diez Misterios y la idea de hsiang-chi y hsiang-ju corre a través de ella. Uno de los diez es el del monte Sumeru y un grano de mostaza. Frecuentemente se encuentran en los sutras mahayanas declaraciones tales como que un grano de mostaza contiene al Monte Sumeru o que la habitación de 3 metros cuadrados de Vimalakarti contiene todos los mundos con cada uno de sus habitantes, sin que no obstante se desborde o cause a todos los mundos inconvenientes o aprietos. De acuerdo con la filosofía Kegon, estos misterios son “inagotables” y por esta razón, los votos de Samantabhadra, votos para ayudar y salvar al mundo con todos sus seres, son también inagotables. Pues la salvación individual no es el único objeto de la vida budista.

miércoles, julio 11, 2007

Tampoco pido tanto

Sólo quiero una chica buena, hacendosa, y que se lo trague todo.

martes, julio 10, 2007

Cumpleaños

El sábado tuvimos fiesta de disfraces en casa. La temática era relacionada con la música. Abajo tenéis una foto de muestra, si pincháis en ella veréis el resto. Ahora tenéis que adivinar qué personajes aparecieron. Las fotos censuradas, cuando vengáis a casa. Suerte.


fiesta


La tarde moría ya en el horizonte. El sol se había perdido para siempre en ese día, pero aún su reflejo mostraba un maravilloso mundo de matices, que mi pequeña cámara pudo recoger.


viernes, julio 06, 2007

Monicca (II)

(continuación de este relato)

A la mañana siguiente me encontré un mail suyo al abrir el correo. Decía que se había quedado con ganas de hablar conmigo la noche anterior, y que el blog le había gustado mucho. Le respondí que a mí me había pasado lo mismo, pero que quizás era mejor así, porque andaba bastante borracho y casi no podía articular palabra. Pero que ese día ya no lo estaba y que por qué no quedábamos por la tarde. Contestó que le encantaría, pero que tenía un examen el jueves y lo llevaba justo. Pero que después del examen saldría a celebrar que volvía a ser una mujer libre, y que si me apuntaba. Por supuesto, le escribí, e intercambiamos móviles.

El martes lo pasé tranquilo, a la expectativa. El miércoles por la noche le mandé un sms deseándole suerte y que tuviera dulces sueños. Me contestó recordándome nuestra cita del día siguiente. No hacía falta, no se me iba a olvidar.

Quedamos a las 21:30h en El Viajero.

- ¿Dónde quedamos?

- Donde tú quieras.

- Dime tú, que eres de la zona.

- Bueno, pues en... Le di la dirección de mi casa.

- ¿Eso es tu casa? ¡Qué morro tienes!

- A mí me da igual, Monicca, has dicho que donde yo quisiera. ¿Conoces El Viajero?

- Sí.

- Bueno, pues es la misma calle de mi casa. Si quieres quedamos ahí.

Y ahí estaba yo el jueves por la tarde, dejando pasar las horas, minutos y segundos. Me llamó a las nueve y cuarto.

- ¡Hola kike, soy Monicca! Ya estoy aquí, me he adelantado un poco.

- Vale, estupendo, ahora mismo bajo.

Llegué al bar y la busqué con la mirada. No la recordaba muy bien, pero no parecía ninguna de las chicas que había por allí. Subí a la segunda planta y allí estaba, de espaldas, apoyada contra la barra. Puse mi mano en su hombro.

- Hola.

- ¡Hola! ¿Cómo estás?

Nos dimos dos besos. Definitivamente, me gustaba su olor.

- ¿Has esperado mucho?

- La verdad es que un rato, contestó sonriendo.

Tenía una cerveza en la mano.

- ¿Qué estás bebiendo?

- Una clara. ¿Qué quieres tú?

- Un tinto con limón. ¿Quieres sentarte o nos quedamos aquí?

- ¿Tú qué prefieres?

- Aquí se está muy bien, pero si quieres, nos sentamos.

- No, yo también estoy bien de pie.

La camarera trajo mi bebida.

- Bueno, he estado leyendo tu blog, porque claro, me he preguntado, este kike, ¿quién será?, y mirando en el blog he visto que hablas mucho de Sevilla...

La dejé hablar y pude observarla más detenidamente. Era más bonita de lo que pensaba.

- No te recordaba tan guapa.

- ¿Cómo?

- Que el otro día no me fijé en lo guapa que eres. Es que iba algo borracho.

Sonrió, coqueta. Su sonrisa sí que la recordaba.

- ¿Y tú, qué es lo que haces aquí en España?

Me estuvo contando algo de su vida. Que sus padres eran de pueblos cercanos, en Asturias, pero se conocieron en Milán, donde ambos habían emigrado. Que había estudiado algo de químicas en Italia y luego se había ido a vivir a Francia con un novio suyo de allí. Que hacía cuatro años se vino a Madrid con otro novio español, con quien ya no estaba hacía tiempo, pero con quien conservaba una buena amistad.

- ¿Y tú, qué eres?

- Yo, informático.

- ¿Informático? Pues no tienes pinta.

- Me lo tomaré como un cumplido.

Seguimos charlando. Había muy buenas vibraciones, las había habido desde el principio. Yo me perdía a veces, bien en su sonrisa, bien en sus ojos, preciosos, inmensos y atrayentes.

- Perdona, ¿qué me acabas de decir? Es que estoy algo empanado, por el cansancio.

- Se te nota. ¿Estás trabajando mucho?

- Sí, y que hoy me he ido a jugar al fútbol.

Había acabado su cerveza. Le pregunté si quería otra.

- Vale, pero en otro lado. ¿Podemos ir a un sitio algo menos... moderno?

- Por supuesto.

Pedí la cuenta. Todavía me quedaba media copa.

- Bébete eso.

La miré, divertido.

- Es que yo soy muy impulsiva.

Volví a mirarla y apuré el vaso. Dejé que bajara delante mía. Tenía un trasero muy bonito.

Fuimos al Aimak. Nos metimos al fondo.

- Yo me voy a pedir un vino tinto. ¿Quieres tú otro?

- Vale.

- ¿Y algo de comer?

- También.

Pedí dos tintos y dos tostas. Bajamos abajo. Todas las mesas estaban vacías.

- No hay nadie.

- Mejor, así tenemos más intimidad.

Me senté en una mesa. Monicca se sentó enfrente mía.

- Pensé que te ibas a sentar en esta silla, dije mientras me cambiaba para estar a su lado. ¿Cuál de los dos quieres? Uno es de salmón con algo, y el otro es de champiñones... con otra cosa.

- Qué buenos. Me da igual. Éste mismo.

Comimos y bebimos. La conversación seguía su curso.

- ¿Y qué hicísteis el domingo, después del Max?

- Nada, fui con Pedro (Pedro es mi vecino) a un parque a fumarnos un porro, y luego nos fuimos a casa.

- Lástima. Merteuil (la chica que estaba conmigo) y yo nos fuimos a la Asociación. Os iba a decir que os viniérais, pero no hubo oportunidad.

- ¿La asociación de la calle Calatrava?

- No, ésta está en la calle Almendro, también le dicen el Floro. Tienen un bar y sólo puedes entrar si eres socio o vas acompañado de socio. La marquesa y yo lo somos, la verdad es que llegamos bastante borrachos y salimos de allí más borrachos todavía. Fue una noche muy divertida, además, por supuesto, de haberte encontrado.

Sonrió aún más.

- ¿Estás a gusto?

- Sí, mucho.

- La verdad es que cuando hay tanto feeling... porque ya desde el principio, cuando entrasteis al bar y nos miramos, hubo un momento ahí de tensión sexual... increíble.

- Es que me miraste a los ojos... y claro, me entraste dentro y fue como... buff.

- Y luego hiciste el movimiento típico ése que hacéis las tías de apartar la mirada, sonreír y arreglaros el pelo...

- ¡No, eso no fue así!, dijo, riéndose.

- Bueno, da igual. El caso es que ha habido feeling desde el principio. Y eso está de puta madre.

Comenzamos a jugar con nuestras manos. Entrelazamos dedos. Nos acariciamos.

- Me da la impresión de conocerte de antes.

- Probablemente. Igual en otra vida.

- ¿Tú crees que nos hemos conocido en otra vida?

- No lo sé. Pero esto no es normal.

Nos miramos a los ojos. Quedamos en silencio.

- ¿Puedo darte un beso?

- Claro que puedes darme un beso.

Acerqué mis labios a los suyos. Podía sentir su respiración. Me recreé en el momento. Tenía la piel suave, y los labios húmedos. Nos separamos. Besé su mejilla y su mano. Otra pareja se sentó en una mesa cerca.

- Tengo en la cabeza un post que se va a titular algo así como, 'Nunca me han besado'.

- Eso no me lo creo.

- En realidad, va a tratar sobre el hecho de que el primer beso normalmente siempre lo da el chico, la chica es más pasiva y el chico es más agresivo. Y a veces es una putada, porque en mi caso concreto, yo en el fondo soy muy tímido...

Sonrió, divertida.

- ...y ya ves, muchas veces no me atrevo a dar el paso, y como mucho termino pidiendo el beso por temor a que me rechacen. Y eso es muy injusto.

- Pero es que los primeros besos siempre se piden, si no son robados. Anda que no me han robado a mí besos.

- Vale, pero alguna vez (las pocas) me he sentido deseado y es una sensación, de puta madre. ¿Por qué tiene que ser el hombre siempre quien dé el primer paso? Yo no me siento incómodo con el rol activo, pero también me encantaría que este paso del primer beso alguna vez lo dieseis vosotras. Y esto se puede extrapolar también a los distintos papeles que tiene cada sexo en la sociedad, el hombre más activo, agresivo, ocupando puestos determinados de trabajo, y la mujer más pasiva y siempre a la espera.

- Jo, si lo sé te habría besado yo.

- No pasa nada. Puedes besarme ahora.

Seguimos besándonos y acariciándonos. Cada vez me gustaba más esta chica.

- Lo que no me gusta es que me miren mientras beso, dijo, haciendo referencia a la pareja que teníamos al lado.

- Bueno, ya tendremos otra ocasión más íntima. ¿Nos vamos?

Salimos a la calle. Eran las once y media. Lloviznaba ligeramente.

- Te iba a decir, ¿quieres que te lleve a un jardín de dalias que hay aquí al lado? Lo acaban de inaugurar y todavía no he ido.

(Fin de la segunda parte)

martes, julio 03, 2007

Dragon Fest (II)

Nas, os dejo un enlace a un post de sergio que completa a éste de aquí. El resto de la página está dedicada a su vida como escalador, es decir, en estos momentos, y está de puta madre. El post es éste. Que lo disfrutéis.

lunes, julio 02, 2007

METAMORFOSIS

Hace algún tiempo, tan lejos y tan cerca, yo era una mariposa que extendía sus hermosas alas al sobrevolar los campos de flores. En uno de mis vuelos divisé, posada en una margarita, una pequeña mariposa macho tan dulce que no pude sino enamorarme de ella, con tal fortuna que ella también se enamoró de mí. Disfrutamos unas primaveras intensas y felices. Durante ese tiempo ví que era todavía muy tímida, que tenía miedo de volar porque apenas se había esforzado en extender sus alas y quiso cupido que me cansara de esperar a que volara, que no supiera decirla que sus alas serían preciosas allá en lo alto del cielo, que no tenía de que avergonzarse, que el miedo es el que se crea uno mismo...La abandoné en mitad de su metamorfosis, en su fase de querer olvidarse de su anterior vida de oruga y echar a volar.

La vida permitió que siguiéramos siendo amigos y pude ver a mi pequeña mariposa empezando a volar, con tenacidad, con ganas de vivir, cada vez llegaba un poco más alto. Ví a mi vez cómo yo, abandonada por la vida, dejándome abandonar con ella, empecé a dejar de tener ganas de volar. Me quedé posada en los cardos y olvidé a qué olían las lilas, las violetas, mis queridas margaritas... Observé a mi pequeña y querida mariposa que seguía firme en querer aprender a volar, sus alas se habían vuelto más brillantes. Y me volvió a atraer el olor que desprendía, así que me acerqué. Pero ahora no quería volar conmigo, quería volar sola y disfrutar de su creciente metamorfosis. Se dedicaba a disfrutar de su vuelo, a ver los campos desde la diferente perspectiva que tenía desde el cielo. Y yo me quedé abajo, lamentándome de que los cardos no huelen a nada, entristeciéndome por el recuerdo de nuestras patitas enlazadas al volar, cuando nos mirábamos a los ojos y su color se mezclaba con el de las flores. Me di cuenta de que ahora no me merecía ni su amor, ni mis alas, a las que estaba dejando perder su brillo.

Llega el verano y estoy decidida a levantar otra vez el vuelo. Por mí bien, porque si tengo alas son para volar y si no vuelo me convertiré otra vez en oruga y me arrastraré por el suelo. Perderé como me merecería el placer de reír al volar. Así que me mudo de este árido campo de cardos al que el sol pronto quemará. Me vuelvo a donde realmente quiero ir, abandono el miedo y la tristeza y vuelvo a la vida, a donde el sol hará brillar otra vez mis alas.

Y cuando vuelvan a brillar, cuando vuelva a reír, a volar más allá de donde mis alas me pueden llevar, entonces, y sólo entonces, si la vida quiere, si nosotros queremos, volveré a buscar a mi pequeña gran mariposa, me posaré con ella en una flor, la cogeré las patitas, la besaré las antenas y la diré que la quiero, que me perdone, que la perdono, que ahora somos dos brillantes mariposas que pueden disfrutar juntas del vuelo. Que cuando se aprende de la vida, que cuando se aprende a quererse a uno mismo, que cuando se aprende a querer a alguien, que cuando se sabe lo que realmente se quiere, entonces, las segundas partes son las mejores.