lunes, septiembre 24, 2007

Sangre fresca

“¿Veis como está todo?. El silencio reina en cada rincón. Solamente el viento se atreve, tímido, a soplar brevemente en susurros. Es la canción de la muerte... ¡Mirad el cielo!. Está cubierto de nubes espesas y grises, que amenazan una lluvia que no termina de brotar. ¡Quiero que la lluvia lo llene todo para que limpie tanta sangre seca esparcida!. Pero el capricho de la naturaleza no atiende mis deseos. El amanecer sin embargo, ha sido tan limpio y tan claro...

Permitidme un momento que descubra mi cabeza. El casco me está dando un calor infernal. Tengo la cara sucia y el pello es todo de sudor y polvo.

¡Aquí está mi espada! , ya lo veis, compañera de tanta lucha, asesina infatigable ¿Cuánta sangre ha corrido hoy por este macabro filo?. La voy a limpiar con un poco de hierba fresca. ¿Podéis oler la sangre? Es un olor de una crudeza atroz. Si dejara que se secara más en el filo, llevaría consigo el perfume inconfundible de la muerte.

¡Mirad de nuevo alrededor!. Me estremezco por el terrible paisaje de desolación y muerte que se extiende a mis pies. Pero la verdad, es que en este momento, la calma más profunda relaja mis músculos. Todo está ya hecho. La tranquilidad serena mi alma y mi conciencia no se hace preguntas. ¿Para qué sirve ahora cuestionarse algo?. Se ha consumado, todo se ha cumplido. Ya no hay vuelta atrás y la muerte y el dolor se ha extendido para siempre. Pensaréis, como yo, que para el muerto ya no hay más remedio ni caridad que el de no dejar que su cadáver sea consumido por las alimañas, enterrándolo, en un acto de piedad sin mucho sentido. ¿Cuántas vidas se han segado en una sola mañana?. El número no tiene importancia, como tampoco lo tienen los motivos que han llegado a desencadenar los acontecimientos.

Detrás mi podéis ver mi bandera, hecha jirones, pero aún firme en la lanza que se sirve de mástil clavada en este suelo extranjero y hostil. Creo haber cumplido con mi obligación y quedo firmemente convencido que lo he hecho bien.

¡Pero no me miréis así!. Tampoco soy tan cruel. También tengo familia y sé lo que es el miedo. ¡Claro que paso miedo! ¡Mucho miedo! un miedo horroroso a morir, un miedo que me hace ser como un animal acorralado, como una bestia salvaje y me transforma en el más despiadado de los hombres. Se trata de matar o de morir. Y, sinceramente, prefiero matar a dejarme morir. ¿Qué soy un asesino?. ¿A quién le importa?. ¿Qué reglas hay cuando lo que se juega es la vida?. Mi propia vida...

24/09/2007
v.m.j.a.

viernes, septiembre 21, 2007

Sexo en Huelva York

http://sexoenhuelvayork.blogspot.com
No soy Neige, soy Miranda. Si os interesan las historias divertidas de verdad, pasaos por el blog. Abstenerse hombres sensibles.

El amor.

Hermanos: aspiren a los dones de Dios más excelentes. Voy a mostrarles el camino mejor de todos.
Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que bronce que resuena o platillos que aturden. Aunque tuviera el don de profecía, penetrara todos los misterios, poseyera toda la ciencia y mi fe fuera tan grande como para cambiar de sitio las montañas, si no tengo amor, nada soy. Aunque repartiera en limosnas todos mis bienes y aunque me dejara quemar vivo, si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece; no es mal educado ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, soporta sin límites.
El amor no pasará jamás.

jueves, septiembre 20, 2007

Tate Modern, London

Queridísima Alicia:

¡Qué bien hiciste al aconsejarme que no dejara de visitar la Tate Modern! La verdad es que hay cosas interesantes, alguna pintura, alguna escultura, arte muy conceptual. En su mayor parte lo vi de pasada, aunque ya te digo que alguna sala resulta muy atractiva. Y te preguntarás entonces, ¿a qué se debe esa euforia? Pues efectivamente, no se debe a la galería en sí, sino a que en ella he conocido a Elisabeth.

Ha sido una gilipollez, como lo son todos estos encuentros fortuitos. Resulta que hay unas escaleras mecánicas para subir y bajar a las distintas plantas. Al ir a subir a la quinta, casi me choco con ella, una chiquita de pelo muy negro corto, algo pálida de piel y ojos verde almendra. ¿Recuerdas a Helga, la alemana del este? Pues es muy parecida, pero Elisabeth es más guapa. Bueno, nos hemos cedido mutuamente el paso, y luego nos hemos separado, pero más tarde hemos coincidido en una de las salas. Ya sabes que los encuentros, en realidad, nunca son fortuitos, y menos si se vuelven a repetir. Así que me he acercado a ella, he sonreído de nuevo, y le he preguntado si era la primera vez que venía al Tate, porque yo andaba algo perdido. Le he debido hacer gracia, porque se ha ofrecido a darme unas vueltas por las distintas plantas que aún me faltaban por visitar y luego nos hemos tomado un té en la cafetería de la planta cuarta (por cierto, unas vistas asombrosas de la catedral de San Pablo). Hemos hablado de cine, música y libros, y por supuesto de sexo. Tanto hemos hablado de esto último que, prácticamente sin dejarme terminar mi segundo té, y después de hacer piececitos por debajo de la mesa, me ha cogido de la mano y me ha llevado a su casa. Su habitación te encantaría. Tiene una cama con un gran espejo en el techo y otro en la pared. Mientras la desnudaba podía ver mis manos recorriendo su espalda y su trasero, así que he aprovechado y le he dado la vuelta, he besado su cuello y, observándome en el espejo, he contemplado cómo mis manos desabotonaban su blusa, acariciando sus senos sobre la tela del sujetador, primero delicadamente y luego amasándolos descaradamente, y la cara de lujuria que ponía. Ha sido una pasada, esta chica no se corta un pelo. Cuando me la estaba chupando, tirado en la cama, podía ver su espalda desnuda y su pelo cayendo sobre mi verga. Y el vibrador entrando y saliendo de ella. La de juego que pueden dar un par de espejos, recuérdame que ponga alguno en casa :). No te cuento más porque lo reservo para cuando nos veamos. Bueno, te voy a contar algo más: tiene una bañera inmensa. No te preocupes, ya le he hablado de ti y está deseando conocerte, ya sea en Madrid o aquí en Londres, y así podremos probar esa bañera los tres juntos. Por supuesto, si te apetece primero podéis jugar todo el rato que queráis las dos solas, y así catas a Elisabeth en toda su esencia. Ya sabes que a mí no me importa mirar.

En resumen, que a partir de ahora voy a seguir al pie de la letra todos tus consejos turísticos, a ver si son tan productivos como éste.

Cuídate,

kikE

P.D.: sigo en época de celo. Debe ser algo coyuntural.

La puta cuchara

Creo que este sitio está bien. Ya no aguanto más y eso que el puto médico le hizo la receta a mi padre. Hoy solo he visto en sus ojos decepción. Le quedaba la esperanza de que saliera.Le he pedido que me haga un buen ataud de pino cuando me muera. Pareció que al asentir estaba diciendo que era lo mejor que nos podía pasar a todos, no lo niego, les he hecho daño. Lo sé y lo siento.Puta goma, se ha soltado.Me acuerdo de "El koke", la primera vez que nos fumamos un porro. Me decía: "Venga tío, que no pasa nada". Pedazo de desgraciado, ahora está chupando pollas en la cárcel.Al menos yo no he acabado todavía entre rejas. Eso sí que mataría a mi padre.Esta mañana, cuando me encontré con él iba con mi hermana pequeña. Ya tiene 14 años. Está hecha una mujercita preciosa. Ni se me acercó; noté el miedo en sus ojos. Nunca debí amenazarlos de muerte. ¿En qué estaría yo pensando? Joder, solo quería un poco de dinero.Aquel primer porro, vaya colores más vivos que era capaz de ver. Ahora ya no veo mucho, ni siquiera con esta mierda, sólo quiero que desaparezca el puto dolor.Aquí está, esta vena...Joder lo que me ha costado encontrar la puta cuchara y el puto mechero.Puto pinchazo, me ha dolido más de lo normal.Como me arrepiento de no ser más... fuerte... Sí, más fuerte... Ummm!...
Qué sensación más extraña... No es lo mismo de siempre... Nunca me había sentido tan ligero. Joder estoy alucinando, estoy volando. No alcanzo a pillar la cucharilla, me veo como en un espejo, pero ahí abajo estoy dormido. Nunca me había sentido así antes. ¿Y esa luz? Eso es nuevo. Esto es nuevo..., sí, me arrastra. Nunca me había sentido tan libre. Por fin soy libre.

miércoles, septiembre 19, 2007

Época de celo

Últimamente sólo veo tetas y culos. En el sentido literal. Se me irían los ojos continuamente detrás de las muchachas si mi raciocinio y mi cultura no ontrolaran a mis impulsos. Esas depresiones profundas bajo los senos en camisetas algo ajustadas, esas ondulaciones en las caderas, esas curvas que proliferan en campos de pieles tersas y apetitosas... El otro día casi tengo un accidente porque una moto paró delante mía, y de paquete llevaba a una muchachita con una camiseta corta que dejaba ver los hoyuelos de su espalda. ¡Ay, los hoyuelos de la espalda! ¡Cuantos versos atormentados, cuantas canciones apasionadas, cuantas palabras lujuriosas se habrán dicho teniendo en la cabeza esos hoyuelos de mujer, tan prohibidos, tan peligrosos, tan sensuales...! Ahora mismo me regodearía en la contemplación de esos hoyuelos, en la caída de una camiseta sobre un busto firme y redondeado, en el pequeño valle que forman la unión de la cadera de una mujer con su cintura...

Y ahora es cuando tendría que hablar del control de las emociones, y de cómo la cultura, el raciocinio y el autocontrol de los instintos es lo que distingue a (algunas) personas de (algunos) animales. Pero eso os lo dejo a vosotros. Mi mensaje hoy, mujeres de todo el mundo, es que en estos momentos soy un chico fácil. Hasta cierto punto.

martes, septiembre 18, 2007

Belleza

Me gusta tu aroma cuando no estás, pero prefiero tener tu presencia. En la soledad del alba, me despierto sin ti, entre una maraña de sábanas blancas. No me invade la tristeza porque tu recuerdo es suficiente para deshacer la angustia y el nudo en la garganta. Ahora me queda buscarte por los pasillos ocres de la mañana.

El sol ya se derrama a través de las vidrieras y camino buscando en cada sombra. Cada cuadro de la pared y cada escultura invitan a una reflexión. Pienso en las manos de los creadores, en el padre de cada obra, pienso en sus pensamientos y analizo a base de hipótesis infundadas sentimientos que un día quedaron plasmados para ser admirados. Sin embargo, en lo más profundo e interior, ¿quién asegura el verdadero significado de la realidad tangible?

Llego a la biblioteca y entro. La gran sala está vacía. Solo los libros en sus estantes descansan en su letargo calmado, tranquilo y paciente. Son miles. Paso mis ojos al azar por alguno de los lomos. Letras oscuras sobre fondo claro, letras claras sobre fondos oscuros, títulos dorados, plateados y grabados, holandesa piel, rústica, cartoné... formas y colores que no son nada comparados con la esencia que guarda. El olor inconfundible a papel viejo lo invade todo, lo llena todo y lo impregna todo. No tomo ninguno en mis manos. Prefiero imaginarlos desde la distancia de los estantes y hago juego de palabras mezclando los títulos de los unos con los otros, buscando la originalidad y la chispa de genio perdida.

Me asomo por la ventana que da al campo abierto. La mañana ha reventado en todo su esplendor. La luz llena todo. Al fondo las montañas, delante un valle verde por las primeras lluvias tímidas y árboles altos. Matices otoñales, colores ocres, marrones, verdes, grises fundiéndose en la claridad del día y en el azul de un cielo raso. Aire fresco que llena mis pulmones, y cierto olor a tierra mojada. Pronto el frío lo llenará todo y la nieve cubrirá cada rincón, pero de momento, la estampa guarda la esencia cálida del color.

Vuelvo al interior y sigo por los pasillos. Al fondo te veo. Menuda, desnuda, perfecta. Te acercas con pisadas felinas de tus descalzos pies sobre el frío mármol. Sonríes y tus labios me invitan a desayunar besos húmedos. Te tomo por cintura y te atraigo hacia mi. Siento tu piel y tus curvas, te abrazo y te aprieto. Fundo tu cara dulce en mi pecho, hundo mis dedos en tu pelo, aspiro cada gota de aroma que emana de tu cuerpo y suavemente, muerdo tu blanco cuello. Bebo el néctar del deseo, a sorbos pequeños, lleno mi boca de un sabor intenso y me dejo arrastrar hasta el infierno, para luego, en vertical vuelo, subir al cielo de tu universo.

(v.m.j.a.)
17/9/2007

lunes, septiembre 17, 2007

Una de baloncesto


Tenemos la mala costumbre de vender la piel del oso antes de cazarlo, costumbre por cierto muy de nuestra tierra. Hace apenas un par de horas, antes de la final de baloncesto, en todas las emisoras daban como favorita a España, sin ninguna duda. Es más, hubo un comentarista que dijo algo así como: "no digamos que somos tan buenos..." a lo que otro respondió rápidamente... "¡Es que lo somos!". Todo era casi un desprecio al contrario y un encumbrar lo nuestro. Siempre caemos en la misma piedra. Por entonces ya estaba sospechando lo que podía pasar (no soy gafe, pero veía venir que tanta euforia y tanta celebración anticipada no era buena). Tras el partido, mis temores se confirmaron. En fin, todos somos humanos y todos podemos tener un mal día. Eso es comprensible. Espero que la cura de humildad nos sirva y que de esto saquemos una lección para aplicar en todos los campos de nuestro día a día. Por cierto, desde siempre he oido que... "No hay enemigo pequeño" . Moraleja: Más respeto al prójimo y más humildad.

sábado, septiembre 15, 2007

¿Por qué las películas españolas son una mierda?

Excelente texto, sí señor! Ha dado en el clavo y no es políticamente correcto! UFS

"Pues porque las hacen pseudointelectuales para otros pseudointelectuales intolerantes que opinan que ver cine americano de acción es incultura. O inkultura, como se dice ahora.Es algo que me fastidia cantidad. Encontrarme al típico tío (o tía), que entre calada y calada se hace una paja mental sobre el último bodrio sexual que ha visto poniendo cara de asco si le cuentas que acabas de ver "La Jungla 4.0". Luego vienen los antipiratas que abogan por el canon y el cine español subvencionado y es entonces cuando yo, que gracias a Dios tengo cultura sin necesidad de pajearme el cerebro, me parto el pecho. Ahí andan los personajes que hace la Bebe y el Bolas, foll** en las pelis, eso sí, intelectualmente.Por fortuna son cuatro gatos los que ven esas mierdecillas y con suerte, ese tipo de cine rastrero, trasnochado con sabor a telediario y gran hermano se hunde definitivamente y surgen buenos artistas no politizados que nos alegren la vida en este valle de lágrimas."

miércoles, septiembre 12, 2007

Mi Lugar En El Mundo

De pequeña me daba por pensar que si alguna vez me iba muy mal en la vida, siempre podría ir a un convento, llamar a la puerta y pedir que me acogieran. Quizá por oír siempre a mi tía decirle a mi prima que se metiera a monja y así no tendría nunca ningún problema.

De adolescente pensaba que si alguna vez no tuviera dinero para pagar ni el alquiler, podría cometer algún delito para que me encerraran una temporada en la cárcel a pensión completa.

Al final, me fue mal en la vida y no elegí ninguno de los micromundos anteriores para refugiarme. Pero elegí perfectamente mi refugio. Hace dos años me presente aquí, con la cara descompuesta, las ropas desgarradas, gritando que no soportaba más vivir en el desquiciado mundo que me rodeaba, que necesitaba paz, sinceridad, solidaridad, confianza, amor. Me ofrecieron una habitación “sólo estarás aquí unos días, hasta que te calmes”. Unos días hacen ahora 731. Vivo en el manicomio de Carabanchel y la gente es muy amable conmigo. Aquí no soy invisible como ahí fuera, donde nadie me sonreía nunca, donde nadie me necesitaba, donde nadie me quería. Ese mundo que durante 33 años me ha mostrado una vida cruel, triste, sin sentido; de locos.

Hoy una enfermera me ha dicho que con un poco de suerte saldré pronto pero yo no quiero salir. Hay fuera están todos más locos que aquí. Por lo visto la cosa no ha cambiado desde que lo abandoné: egoísmo, hipocresía, odio, falta de respeto, cerebros huecos, almas grises. Además allí fuera nadie me espera, no tengo nada que hacer. Aquí ayudo a las enfermeras, hablo con mis compañeros de las habitaciones contiguas durante horas, nos escapamos por las noches para fumar y comer lo que hemos ido robando durante el día. Los locos llaman a mi puerta buscando mi compañía y yo llamo a la de ellos cuando requiero de la suya. Hace poco me pusieron a trabajar en la biblioteca “A ver si así se recupera” dijeron los médicos. Y vaya si me he recuperado, tanto que no quiero salir de aquí.

Hace poco leí un microrrelato de Chuan Tzu: “Soñó que era una mariposa y al despertar no supo si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que estaba soñando ser un hombre”. Y yo no sé si soy una persona cuerda fingiendo estar loca o una loca fingiendo estar cuerda. Lo que sé es que soy más feliz aquí dentro, en el micromundo de los locos cuerdos, que ahí fuera, en el macromundo de los cuerdos locos.

martes, septiembre 11, 2007

La última cena

Se están portando bien. No puedo decir lo contrario. Me han ofrecido para cenar lo que quiera. Por un momento se me ha pasado por la cabeza pedir tallarines a la boloñesa, mi comida favorita. Un gran plato de jugosos tallarines, con su tomate y su abundante carne, regado todo ello por un vino tinto suave. Inmediatamente viene a la cabeza la figura de mi madre, su sonrisa bondadosa, su cariño... y no puedo soportarlo. En esos momentos lo que menos quiero en mi mente y en mi corazón es el recuerdo de los míos, y menos, mucho menos de mis padres. Quiero que esas horas previas al desenlace sean aséptica, sin recuerdos, sin historia y por supuesto sin los fantasmas del pasado que en las últimas semanas no me han dejado dormir.

Finalmente pido un par de yogures. Me insisten amablemente en que solicite cualquier cosa que me apetezca, pero en estos momentos ya no deseo nada. Mi hambre y mis ganas de seguir viviendo se evaporan entonces en el mismo instante. Suplico, con toda la educación que puedo, que respeten mi decisión, y así lo hacen. Me traen dos yogures y apenas llevo a mis labios un par de cucharadas, grandes arcadas me sobrevienen. Tengo que correr al váter, y allí vacío lo poco que queda en mi estómago. Mi boca se llena de amargos jugos, como las amargas horas que me tocan vivir. Las náuseas no cesan y el dolor de estómago se hace tan intenso que me doblo sobre mi. Entran para ayudarme. Intentan ponerme en pie, pero me siento mareado, muy mareado. La paradoja de la preocupación por mi estado de salud, me hacen reír, en mi mente, porque mi cuerpo está lo suficiente maltrecho ahora como para no demostrar ni la más irónica y escondida de las muecas.

Me tumban sobre la cama. La cabeza me sigue dando vueltas y me ofrecen un calmante ("para que pases bien la noche"). Es curioso el grado de humanidad que despierta un hecho tan inhumano como quitar una vida. Rechazo las pastillas, prefiero pasar esta noche, al menos, consciente.

No soy inocente, y nunca he sollozado suplicando perdón como lo he visto hacer a tantos otros criminales. Tengo aún dos dedos de frente para saber que solo soy merecedor de mi propia suerte, pero ahora, en este último momento, reconozco un miedo atroz. Pienso en la no existencia que me espera, en el momento de la muerte y cómo, superada la barrera de la vida, se disiparán para siempre las preocupaciones, los problemas, el dolor y la propia maldad. En realidad, creo que no debo preocuparme por nada, y sin embargo, ahora vienen a mi memoria de nuevo mis seres queridos. Los imagino fuera, en la intemperie, aguantando la lluvia de las últimas horas, mojados y muertos de frío, agarrados a una imposible esperanza. Pienso ahora que la condena no ha sido para mi sino para ellos. Mi daño, el dolor que he desatado no lo estoy pagando yo realmente. Son ellos los que arrastran su pena, son ellos los que han destrozado su vida, son ellos, los que en realidad, están pagando con su sufrimiento todo mi mal. En ese mismo instante, deja de tener sentido mi condena. ¿A quién se castiga?. ¿a mi?. Mañana a estas horas no sentiré nada absolutamente, no seré nada, no sufriré... Pero los que quedan, los que me sobrevivan y aún guarden en su corazón un trozo de mi recuerdo, seguirán llorando cuando el sol se ponga de nuevo.

* * * * * * * *

El amanecer llega lentamente, tras una noche larga, muy larga, en la que no he pegado ojo. Me he arrepentido de no haber tomado los tranquilizantes. Hubiera sido todo más rápido. Esta vigilia eterna no ha servido más que para hacer que mi sufrimiento se haga más profundo y agudo.

Recibo con agrado la visita de un sacerdote. Hace años que olvidé las oraciones que me enseñaron mis padres, pero guardo aun el respeto suficiente a ese viejo Dios, como para permitir a mi lado a uno de sus emisarios en esta podrida Tierra. Charlo con él abiertamente y comparto mis reflexiones. Se limita a escucharme. Ya nada tengo que ocultar y muestro mi alma desnuda y transparente, descargando el peso de mi culpa en las palabras, pero no la angustia que me ahoga. Ahora sí me lamento, y llego a sollozar y me acuerdo de otros compañeros que pasaron por este mismo trance, ahora mi arrogancia se ha desvanecido y soy más humano y vulnerable que nunca: "Voy a morir y sólo tengo treinta años". "Voy a morir por algo que hice hace más de ocho años". "¿Esto es una condena o una venganza atroz?". "¿Se puede rectificar un daño haciendo aún más daño?". "¿Se puede compensar a una familia rota destrozando a otra familia inocente?". "¿De qué sirven estas preguntas, para alguien que va a morir en menos de media hora?". Mis ojos están llenos de lágrimas. El sacerdote se limita a poner su mano sobre mi hombro, en un gesto que intenta animarme y transmitirme resignación y consuelo. Pero ahora estoy desesperado. Le oigo murmurar una oración. Me bendice y se marcha. Me quedo solo un instante que me parece un mundo. Todo está ralentizado diabólicamente. Todo es tan lento.

No aguanto la soledad en este momento de angustia espantosa y de dolor sin límite. Tanto es así, que casi agradezco la presencia de la visita que recibo. Es la muerte encarnada en tres funcionarios que me van a acompañar a dar el último paseo de mi vida. No son los que siempre han estado trabajando con nosotros y apenas los conozco de vista. Supongo que evitan en estos momentos cualquier vinculación emocional. Me parece muy oportuna la medida. De esta forma es todo mucho más diáfano y ningún sentimiento se puede interponer en el inevitable camino a seguir.

Me pongo en pie y me dirijo por el pasillo hasta la estancia maldita donde me espera el final. Las piernas me tiemblan y apenas puedo caminar con firmeza. Dos de los vigilantes, comprensivos, me llevan casi en volandas por los brazos. Saben por lo que estoy pasando, o al menos lo intuyen, y me ayudan a dirigirme al patíbulo.

Ha sido todo muy rápido. Lo lento de las horas precedentes ha desembocado en una ráfagas de pequeños hechos que me llevan ahora a estar tumbado con los brazos extendidos y atados con unas correas de cuero y una aguja clavada en mis venas. Ya no siento nada. Ni arrepentimiento, ni pena por los que atrás dejo. Absolutamente nada.

Oigo la orden y veo como el líquido pasa a través del catéter encharcando mis venas. Me entra un sueño terrible. Me pesan los párpados. Sé que no despertaré y sé que con mi muerte, no se remediará nada, absolutamente nada.


(v.m.j.a.) 10/sep 2007

domingo, septiembre 09, 2007

Los tíos sois muy estúpidos; nunca os dais cuenta de nada

La noche que me lié con Anne habíamos ido a bailar salsa a un garito de Huertas. A mí ella me gustaba desde el principio, pero cuando me dijo que tenía novio me relajé y me dediqué a disfrutar de su compañía los dos meses que pasó en Madrid. Pero esa noche, ya en sus últimos días por aquí, me di cuenta de que podía haber algo; no recuerdo muy bien si fue bailando, quizás percibí algo de forma inconsciente, lo que sí recuerdo bien es que al dejar el bar cogí su mano con la excusa de abrirnos paso entre la gente; ella presionó algo más de lo normal, y ahí sí que me dije, vaya; llevamos a Xosé a casa, nos besamos y nos fuimos a la mía.

Lo interesante es que la noche anterior también fuimos a bailar salsa al mismo club, y también acabamos tres personas en mi coche. La diferencia es que, en vez de Xosé, estaba Yolanda. Cuando hablamos de a quién dejaba primero, Yolanda insistíó en la dejara primero a ella y luego llevara a casa a Anne; yo no entendía por qué, ya que a mí me venía mejor el orden inverso y tirar después directamente a casa, que es lo que al final hicimos. Pues bien, al pasar el tiempo y hablando del tema Anne me comentó que esa noche en concreto, mientras Yolanda y yo discutíamos a quién dejar primero, ella pensaba: 'que deje a Yolanda primero, que deje a Yolanda primero'; y con la retrospectiva que da el tiepo y lo que sucedió a posteriori, he pensado que quizás Yolanda percibió el deseo de Anne, o la atracción que existía entre ambos, y estaba intentando echarnos una mano.

Yo por supuesto no me di cuenta de nada, y he recordado esta situación porque recientemente una amiga pronunció la frase que da título a este post: Los tíos sois muy estúpidos, nunca os dais cuenta de nada. El sexto sentido femenino, o como queráis llamarlo.

viernes, septiembre 07, 2007

El espejo

No la he vuelto a ver en el espejo
se ha difuminado lentamente
se ha difuminado ciertamente
lejos, muy lejos...
Hubo un tiempo en que siempre estaba enfrente
cuando la vida era gris
cuando la vida era así
de diferente, tan diferente...
Quizás eche de menos su forma de mirar
profundamente herida
profundamente decidida
a cambiar, cambiar...
para permitir que me reconozca.

martes, septiembre 04, 2007

La nueva estación

- Qué paz tan grande se respira ahora. Después de la lluvia, todo ha quedado tan tranquilo, tan pausado, tan limpio y tan sereno. Me encanta el ambiente que queda. ¿Sabes José?.
- A mi también. Este olor a tierra mojada... tan fresco. He dejado las ventanas abiertas, para que el bochorno se marche y entre este aire tan rico que ha quedado. Luego, un poco más tarde, saldré a la calle.
- Llévate algo de manga, que en este tiempo, se pasa del airecito al frío en un momento.
- No te preocupes que eso haré.
- Esta tormenta me ha librado de regar hoy en el patio, pero tengo que salir a limpiar todas las hojas que han volado, no sea que se atasque el sumidero y nos llegue el agua hasta aquí.
- No exageres mujer, que no es para tanto, en fin, tu haz lo que quieras.
- Sí, porque si no tuviera yo cuidado del patio, estaría totalmente salvaje.
- Tu fuiste la que te empeñaste en tantas plantas y flores, ya te dije que darían mucho trabajo.
- Bueno, pero así también me entretengo.
- Entonces no te quejes que sarna con gusto no pica. Ahora salimos los dos y en un momento lo limpiamos.

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- Ves como no es para tanto. Cuatro hojillas por aquí tiradas y poco más. Ten cuidado no vayas a resbalar que la piedra está muy mojada.
- No resbalo, por la cuenta que me trae.
- Bueno, bueno, luego no digas que no te he advertido. Es que esas zapatillas de andar por casa no son para salir al patio y menos después de la lluvia.
- Pues son muy cómodas y no creas, que la suela de goma no resbala nada. Además, como tengo los pies últimamente, no me puedo poner otra cosa. Anda, vete a dar el paseo antes que se haga más tarde, ya recojo yo estas cosas.
- Vale, me marcho entonces, que luego se va el poco sol que ha quedado y hay que salir pitando.
- No te olvides de llevarte una chaqueta.
- Que no me olvido, mujer. Hasta luego.

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- Qué rica está la sopa de ajo. Hoy con la tormenta, el fresquito y tu que has hecho esta sopita, que además se apetece, bien parece que el verano se ha acabado.
- Es que estamos a tres de septiembre, y después de este agosto tan poco veraniego que hemos tenido, el otoño se ha adelantado. ¿Se nota que la gente ha terminado ya las vacaciones?
- Pues sí. He subido hasta el centro y la verdad es que se nota el movimiento de coches, las prisas. Ah y los estudiantes, que ya están aquí para los exámenes de septiembre. Hay universitarios por todos lados.
- Bueno, estas son las cosas que dan vida a la ciudad, que se pasa el verano medio muerta.
- En eso mujer, tienes razón. Por cierto, ¿qué ponen hoy en la tele?
- Pues basura, como siempre. ¿No lo has visto en el periódico?, entre reposiciones de series pasadas de moda, concursos horteras y películas baratas, no hay nada de nada. Y luego están los anuncios, vamos, que ponen quince minutos de película y veinticinco de publicidad.
- ¡Es lo que más asco me da! No se puede ver nada decente. Bueno siempre nos queda ver algo que tengamos grabado.
- Hoy, no tengo yo muchas ganas de ver nada en la tele.
- Pues mejor, así nos acostamos tempranito, que esta noche, seguro que hace fresquito y vamos a dormir muy bien.

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- Hasta mañana amor.
- Hasta mañana cielo.

3 / septiembre / 2007
v.m.j.a.