Tomando Consciencia: Homofobia
El otro día quedé con un par de amigos a los que veo muy de vez en cuando. Nos tomamos un café, hablamos de nuestras cosas (en un espacio emocional que no nos cuesta crear cuando estamos juntos, olé por vosotros) y luego nos fuimos a tomar una copa a un local cercano. El chico que nos atendió era muy simpático y muy femenino, cosa que comentamos cuando se retiró. No recuerdo en qué contexto, porque he dicho que fue el otro día pero en realidad hará de esto como uno o dos años. Nada ofensivo, de eso estoy seguro, porque si no sí que me acordaría.
Antes de irnos Luis y yo fuimos un momento al lavabo y Manuel se quedó pagando la cuenta.
Al salir, Manuel preguntó '¿Sabéis lo que me ha pasado con el camarero cuando he pagado la cuenta?' a lo que Luis contestó 'Que te ha dado su número de teléfono'.
Fue un comentario jocoso, que me hizo gracia. Reacción que me hizo ser consciente de mi homofobia inconsciente.
¿Qué hay de gracioso en la idea de que un camarero que quizás fuera gay le diera su número de teléfono a Manuel? O, siendo más específicos, ¿qué le encontré de gracioso a la situación?
Pensando en ello, me parece que lo que me hace gracia, y a Luis y a Manuel, es que este hecho (imaginario) implicaría que el camarero piensa que Manuel también es gay, por la razón que sea (su forma de hablar, sus movimientos...).
Y eso nos hizo gracia.
Insinuar que alguien tomara a Manuel por gay nos hizo gracia. Al igual que nos habría hecho gracia si el objeto de la burla hubiera sido yo, o Luis.
Pero, ¿qué tiene de gracioso?
¿Es que considero que alguien gay es alguien inferior, y por eso implicar que sea gay alguien que no lo es me hace gracia?
Por más que lo pienso, lógicamente no le encuentro la gracia por ningún lado. Y, sin embargo, me hace sonreír. Lo que me demuestra hasta qué punto existe una homofobia inconsciente oculta dentro de mí.
De esta experiencia saco dos enseñanzas:
La primera, que no debo subestimar el poder del condicionamiento inconsciente por muy consciente que crea ser de determinados condicionamientos.
La segunda, que hay que ser infinitamente compasivo, pues yo soy el primero que debe ser compadecido.