miércoles, febrero 13, 2008

El asilo

Huele a rosas marchitas,
en jarros de aguas ya sucias,
aguardando con resignación desesperada
su destino.
Se oyen himnos victoriosos,
de viejas glorias ,
añejos y cantados con la desentonación
de bocas desdentadas,
acompasado por el ruido sordo
de pies arrastrados hacia la nada.
Se ve la tristeza,
habitando en el silencio de paredes blancas,
y en cada rincón dolorida,
se encoje el alma,
evaporándose en las lágrimas del olvido.

v.m.j.a.
16/06/2000

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