La Inmortalidad
Quien me conozca un poco sabe que soy (supongo) bastante científico. Una amiga me dijo el otro día que la serie Big Bang le recordaba a mí (¿Quizás por Leonard? ¿Quizás por Sheldon? ¿Tal vez por Penny?), y entre otras cosas, mi convicción de que todos somos uno en conjunción con el universo no comulgaba mucho con la idea de que cada persona, animal o cosa es un individuo desligado de todos los demás en una carrera por iluminarse, salir del samsara y disfrutar de una vida eterna sin sufrimientos.
Y entonces se me ocurrió lo siguiente: sabemos, por la ciencia, o sospechamos, porque todo lo que dice la ciencia es aceptado hasta que se encuentra una teoría que explica mejor las cosas, y SIEMPRE se encuentran nuevas teorías que explican mejor las cosas, que las partículas que conforman nuestro organismo son tan infinitesimalmente pequeñas que cuando morimos se reparten por todos y cada uno de los organismos vivientes que hay en ese momento en la Tierra. Es decir que, básicamente, en ti tienes partículas que alguna vez pertenecieron a Jesucristo, Buda o Stalin. O al pescadero de la esquina.
También hay teorías (probablemente menos aceptadas) que sugieren que sentimos a nivel celular (en este caso parece que cuando nos encontramos en una situación propensa a despertar en nosotros algún sentimiento concreto el hipotálamo inunda la corriente sanguínea de péptidos asociados a dicho sentimiento, que van a parar a nuestras células; de aquí podemos también deducir que somos adictos a nuestras emociones, pero ésa es otra historia que igual trataremos en otro post, si es que no lo hemos hecho ya).
Yo voy a llevarlo un poco más allá (aunque estoy seguro de que no seré el primero): no sólo sentimos a nivel celular, sino que nuestra forma de ser, de sentir, lo felices que somos, influye en 'algo' a nivel de partículas. Por definirlo de alguna manera, digamos que existe una correspondencia directa entre nuestro camino hacia la iluminación (o la felicidad) y el nivel vibracional de nuestras partículas (algo así como, cuanto más iluminado estés, mayor nivel energético tendrán tus partículas, y al contrario). Por supuesto, no es que lo crea literalmente, es simplemente una forma de explicarlo.
Y lo que me viene a la cabeza entonces es: ¿qué pasa si yo, como individuo, no existo, y lo que existe y permanece tras mi muerte son mis partículas subatómicas vibrando al nivel energético en el que las haya dejado? ¿Y si mi concepto de 'yo' emerge únicamente como consecuencia de una agrupación de un conjunto de estas partículas, y por lo tanto existo simplemente como un medio que utilizan éstas para elevar su nivel de vibración? ¿Y cuando muero ese 'yo' deja de existir y cada partícula se desliga del resto y se junta con otras, que a veces ya forman parte de otro ente existente y a veces forman un ente completamente nuevo?
Esta teoría me resulta más aceptable para explicar 1 – la reencarnación aunando los puntos de vista budista y científico, pues cuando 'yo', mi consciencia, el medio, muere, mis partículas subsisten y se adhieren a otros entes (quizás al azar, quizás a otras partículas de nivel vibracional parecido), con lo que efectivamente el 'yo', el conjunto de todas mis partículas, ya ha vivido y vivirá incontables vidas y 2 – el que todos somos uno con el universo, pues mi 'yo' inmortal, mis partículas, a veces pertenecen a un ente, a veces a otro, siempre a varios a la vez, y mi misión en esta vida (la misión de mi 'yo' temporal) quizás sea conseguir, no sólo que mis partículas eleven su vibración, sino ayudar también a que el resto de partículas del universo la eleven. Al fin y al cabo, 'yo' soy el conjunto de estas partículas de igual manera que podría haber sido las del vecino.
Así pues, en este momento soy sólo un medio para elevar el nivel vibracional del universo en su conjunto (o su nivel de consciencia, como les gusta decir a los gurús del New Age).
Claro que esto que os cuento es sólo una teoría.