He vuelto a Wellington para tocar en el concierto que organizó Joe. La actuación transcurrió sin pena ni gloria, la gente aplaudía cuando paraba de tocar, pero más creo yo porque de repente no había sonido y algunos amigos aplaudían y vitoreaban, y como todo el mundo estaba de buen rollo pues se dejaban llevar. Lo lógico si toco el penúltimo, sólo con el didgeridoo y los shakers y entre bandas que nos hicieron movernos como posesos (una banda latina, otra gypsie balkan, otra afrobeat...). Pero todo siempre merece la pena, me gustó tocar con micro, me gustó tocar delante de gente (voy recuperando las tablas, que ya casi no me acuerdo de mi época de estrella del rock), alguno hubo que escuchó y se dio cuenta de lo versátil que puede ser un didgeridoo. Al final no existen buenas o malas experiencias, sólo experiencias. Está en nosotros sacar algo positivo de ellas. Todo está en nuestra percepción. Si te doy una bolsa de pipas, puedes decir, vaya mierda, las pipas hay que pelarlas, qué coñazo. Si le doy esa misma bolsa a un muerto de hambre, no habrá ninguna queja. La acción es la misma, la percepción es distinta.
Lo mejor del fin de semana fue sin duda el reencuentro con la marquesa. Sigue bien, y se iba ahora a hacer un retiro vipassana de diez días, uno de esos en que no puedes hablar, ni escribir, ni leer, ni llevar tu propia comida. Creo que tampoco puedes tener contacto visual, así que le dije que si se cruzaba con alguien y ese alguien miraba hacia el suelo, le estaba queriendo decir “I’m disabled!!!”, una broma particular, sacada de IT Crowd. Se echó a reír y me dijo que era un cabrón, que ahora cuando se cruzara con alguien durante el retiro se iba a descojonar, y que eso no era serio.
He estado tentado de irme con ella, pero es en Northland, de donde acabo de venir, y no me apetece estar de nuevo dos días a dedo, sin garantías de llegar a tiempo. Así que me quedo en Wellington una semana y el lunes o el martes me cojo el avión a Sydney. Igual en un par de años vuelvo para el hangi en los Catlins. Igual entonces vengo antes, en Noviembre o Diciembre, para pillar la primavera, compro una furgona con kayak y tabla de surf en Auckland, y cuando me vaya la vendo. Igual vengo con la Xina.
Hoy me he venido a correr con Shamira a la playa. Joe me ha dejado sus zapatillas, que son una talla 43 cuando yo uso una 39-40. Son cómodas pero me han salido un par de ampollas en la planta de los pies. Shamira se ha vuelto a casa corriendo, porque tenía una reunión, yo he aprovechado y me he quedado por aquí, con la excusa del cansancio y las heridas en los pies, escuchando el mar y escribiendo este post. Todo es una cuestión de percepción.