La desgracia ajena
Cuando me lo contó, fingí torpemente tristeza. Deseaba delatar el gozo que se cuajaba en mi negro corazón con su desgracia. Pronto vi el odio brillar en sus ojos húmedos y supe que había averiguado mis verdaderas intenciones.
Cuando me lo contó, fingí torpemente tristeza. Deseaba delatar el gozo que se cuajaba en mi negro corazón con su desgracia. Pronto vi el odio brillar en sus ojos húmedos y supe que había averiguado mis verdaderas intenciones.
Publicado por
Victor Manuel Jiménez Andrada
a las
6:20 p. m.
Etiquetas: victor
3 comentarios:
Me alegra verte de nuevo por aquí. Un abrazo.
je te ech'abamos d menos!!!
un besooo
Un abrazo para vosotros también. Un gustazo volver.
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