sábado, marzo 20, 2010

Día de pesca

De niño solía pescar, junto a mis amigos, en un pequeño regato. Nuestros aparejos consistían en un anzuelo, un palo, una boya diminuta, un plomo y un trozo de sedal. En muchas ocasiones no usábamos cebos. Los pececillos, atraídos por el brillo metálico del anzuelo en el agua, se dejaban atrapar. Pronto teníamos un cubo lleno.
Un día nos cruzamos con un pastor y nos dijo que a esos peces pequeños les llamaban pardillas. Un buen nombre para animalitos tan ingenuos.
El regato ya se secó, pero las pardillas —y pardillos— aún viven y se reproducen por todos lados.


Víctor Manuel Jiménez Andrada

1 comentario:

madi dijo...

No creo que la ingenuidad sea mala, sí indadecuada para determinadas situaciones. Pero me incluiría entre este tipo de denominaciones de vez en cuando.

No creo (y es mi opinión) que el problema estuviera en mí, como sujeto, sino en la persona que "juega". Allá ellos. Yo soy más feliz y plena como soy.

;) Saludos.