La rebelión del cordero
Acaba de llegar a casa. Se descalza con precipitación en el pasillo, tiene los pies deshechos. Se deja caer en su sillón favorito y, sin cambiarse de ropa, aguarda su regreso. En ese instante se oye la puerta. El hombre entra como una bestia. Mira aterrorizada, pero segura: mete el dedo en el gatillo y agarra con fuerza la culata de la pistola que esconde bajo el vestido.
Víctor Manuel Jiménez Andrada
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