jueves, agosto 30, 2007

La tiranía de los nombres propios

¿Por qué los nombres propios tienen género? Que el médico que me va a ver mañana se llame Antonio o Eva, ¿qué me aporta? Ahora mismo dos cosas: una, un nombre con el que dirigirme a él/ella, y dos, su género. Y digo yo, ¿para qué me interesa a mí si el médico que me va a ver mañana es hombre o mujer (para los que estén ya diciendo 'hombre, por temas de pudor, etc.,', de acuerdo, pero ése no es el tema, cambiad médico por juez, arquitecto o policía)?

He quedado con un amigo la semana que viene. Viene con otras dos personas: Eva y Antonio. ¿Qué me aporta a mí saber cómo se llaman? Por supuesto, ahora sé que una de ellas es una chica y otra es un chico, pero, ¿es siempre necesaria esa información en todas las situaciones?

Rotundamente NO. El que el nombre de pila indique el género es totalmente sexista, no por el hecho en sí, ya que claramente el lenguaje está para aportar información, y cuanta más aportemos con menos palabras mejor cumplirá su función, pero creo que el hecho de aportar esa información extra es en la mayoría de los casos innecesaria y a lo único que contribuye es a que asociemos unas características sexistas a una persona antes de conocerla, entendiendo por características sexistas prejuicios asociados a un género a lo largo de la historia. En el 90% de los casos, conocer el nombre de alguien debería servirme únicamente para tener un elemento con el que referirme a él. Si me interesa alguna otra cosa (edad, profesión o sexo) siempre puedo preguntarlo a posteriori.

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