viernes, octubre 05, 2007

Alicia: el O(H)TP aplicado

- ¡Hola kike!

- ¡Hola! ¿Alicia?

- ¡Sí, soy yo! ¿Cómo estás?

- ¡Bien, bien, como siempre! ¡Qué guay escucharte! ¿Qué tal tú, sigues por Almería?

- Sí, sigo por allí, pero ahora estoy en un curso en Toledo. Es hasta el miércoles, pero en el trabajo he dicho que es hasta el jueves, para quedarme un día más. Había pensado en acercarme a Madrid a verte.

- Claro, mujer, gran idea.

- ¿Puedo pasar la noche en tu casa?

- Por supuesto. No esperaba menos.

- Tengo muchísimas ganas de verte.

- Sí, yo también.

Llegó por la noche, así que quedamos directamente en el metro de Tirso de Molina. Alicia y yo nos habíamos conocido en un cámping en el Cabo de Gata, un par de meses antes. Yo había bajado con un amigo, ella con una amiga, plantamos la tienda, os echamos una mano, jí jí jí, já já já, yo soy kike, yo Alicia, y anduvimos juntos un par de días. No pasó nada en sí, pero hubo muy buen rollo, así que no me sorprendió mucho que me llamara estando cerca de Madrid.

- ¿Qué tal el viaje?

- Bien, gracias. Toledo está muy cerca, ¿no?

- Sí, muy cerca. Mi casa está muy cerca también, si te parece dejamos tus cosas y luego vamos a comer algo por ahí.

- De acuerdo.

Dicho y hecho. Dejamos sus cosas en casa y salimos por el barrio. Pincho en La Tomasa, mojito en el Delict, copa de vino en el Vara Vara, un rato al Marula, paso esporádico por el Contra Club. A la 1 nos fuimos a casa y nos preparamos un té con velas en el salón.

- Ali, yo me voy a acostar, he tenido una semana muy dura y mañana trabajo.

- Sí, claro, no te preocupes. ¿Dónde duermo?

- Pues, aquí en el salón hay varios colchones, elige el que quieras.

- Pero aquí en el salón, no sé... ¿no pasa gente?

- Bueno, sonreí, si quieres podemos meter uno de los colchones en mi habitación.

- ¿Tu habitación es ésa de la cama tan grande?

- Sí, la del colchón inmenso.

- Bueno, a mí no me importa que durmamos juntos.

- Pues por mí, perfecto.

Entramos a mi habitación. Me quedé en calzoncillos y me acosté. Alicia se quitó la ropa despacio, se quitó el sostén, apagó la luz y se metió en la cama. Pegó su cuerpo semidesnudo al mío y me besó. Y la noche se nos quedó corta.

A la mañana siguiente se volvió hacia mí, me miró muy seria con sus grandes ojos negros y dijo:

- Oye, tú esto... lo tenías planeado desde el principio, ¿verdad?

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