domingo, marzo 23, 2008

Atardecer

El viento los juncos quiebra
cuando el día muere
en una orgía de sangre
que tiñe el cielo de rojo y negro.
El sol yace herido en su horizonte
y refleja su cara
en las oscuras aguas.
Todo final es un comienzo
y con la muerte del sol
nace la luna
que reina bajo el tupido manto
de brillantes estrellas.
Todo se funde en la frontera
que marca la vida y la muerte,
en un ciclo infinito
del que somos lo simple,
pequeñas partículas
que se arrastran al antojo
de los elementos.

v.m.j.a. 13/8/2002

1 comentario:

Natacha dijo...

Muy bonito... y real. Somos una pequeñísima parte de un complicado pero hermoso engranaje, que pareciera que está ahí para algo, ¿verdad? no se entiende muy bien que todo esto funcione por simple inercia...
Un beso.
Natacha.