miércoles, junio 16, 2010

Ropa Interior

Ya está llegando el verano, y ya voy sin ropa interior. Es mucho más cómodo, en general. El hecho de no usar falda y sí ropa interior hace que los hombres mantengamos como mínimo una doble capa de protección durante todo el año que en cuanto hace algo de calor resulta un tanto agobiante. Pero claro, la ropa interior tiene su utilidad. Una de ellas es la de absorber las gotas que quedan después de orinar, para que no pasen a la capa exterior (en mi caso normalmente un pantalón de tela o algodón). A mí antes no me pasaba, cuando digo antes me refiero a mucho antes. Recuerdo en 2º de carrera, cuando vivía con Javi y Migüelo, y Javi se quedaba un rato después de mear de pie frente al orinal. Cuando le pregunté que qué hacía, respondió, '¡Goteándola, didge, goteándola!'. Entonces no le entendí, pero unos años después (pocos) me di cuenta de que a mí también me goteaba. Nunca he sabido el porqué de este cambio en mi cuerpo, igual es por la cantidad de pajas que me he hecho, y me sigo haciendo, en mi vida. De tanto usar el músculo eyaculador termina resintiéndose. O algo así. Desde entonces me limpio con papel la punta del pene cada vez que orino, aunque la mayoría de las veces no es suficiente. También entiendo ahora por qué las mujeres usan papel siempre que van al baño. Su musculatura debe estar menos reforzada que la de los chicos por defecto (este por defecto es una expresión informática que quiere decir algo así como de fábrica, y es una traducción directa de by default).

La segunda utilidad de la ropa interior es la de ocultar las erecciones. Esto es especialmente relevante en verano, en el que se suele usar ropa ligera, porque se nota más. Resulta que cuando el pene se iergue, lo cuál muchas veces sucede de forma incontrolada, los calzoncillos ejercen de barrera, manteniéndolo en un plano horizontal ligeramente inclinado que lo hace pasar desapercibido a ojos no lo suficientemente entrenados. Sin embargo, en el momento en que dicha barrera no existe la erección se hace mucho más evidente, digamos que pasamos del plano horizontal a una perspectiva en 3D, y sin necesidad de llevar puestas esas gafas de colores que tanto se están poniendo ahora de moda.

Esto antes me creaba algún inconveniente, y me lo sigue creando ahora, pero menos. Me sigue dando vergüenza que alguien vea que estoy empalmado, pero de un tiempo a esta parte intento asumirlo como algo natural. Si me empalmo, me empalmo, no pasa nada, yo soy así y si te gusta bien, y si no, pues qué se le va a hacer. Entiendo que esta vergüenza viene por la presión social que existe sobre el sexo, mi educación, mi sentimiento de culpabilidad por mi pasado católico... pero es lo que hay. Lamentándome no consigo nada (aunque llorar está bien), así que lo que intento es asumir esa energía sexual como algo no negativo. Si todos somos maravillosos yo soy maravilloso con mis erecciones. Estoy empalmado. Vale. No tiene por qué molestarte. También estoy contento, o respirando, y no parece que te moleste.

Poco a poco.

3 comentarios:

Madi dijo...

Bueno, Didgewind: en mi opinión, nuestra libertad termina donde empieza la del otro, aparte de la higiene, etc., etc., etc. Todo ello ha ido apareciendo en la civilización por algo, al igual que la comida cocinada. No deseo ver a nadie haciendo su necesidad donde le plazca. Para mí es bastante desagradable aguantar lo que aguanto en el metro. Eso no quita que intente tener paciencia y aplicarme el cuento, pero es así.

didgewind dijo...

Hola madi. No entiendo la relación de tu comentario con el artículo. ¿Podrías explicarlo mejor? Un beso.

Madi dijo...

Llevas razón, no tiene nada que ver. La verdad es que en su día sí me lo pareció. Malentendidos? Fruto de conversaciones? Lo he juntado con otra cosa? Ni me acuerdo y, sinceramente no me importa. De todas formas era mi opinión. Ahí queda.
Bs.