jueves, abril 01, 2010

Percepciones y subjetividad

Hablando el otro día con Didgewind, me decía que, en ocasiones, proyectamos sobre los demás y éstos actúan en consecuencia.

Yo pienso que, al igual que sin comerlo ni beberlo, hay moobing, muchos hombres nos tratan como si fuéramos ganado y tuvieran derecho de pernada y un largo etcétera, existen la subjetividad, los prejuícios y, lo que es peor, el acomodo de la edad: a medida que cumplimos años, nos acomodamos en lo que creemos y nos va siendo más difícil abrirnos a nuevos conocidos, nuevas ideas...

Por mi parte, soy muy sociable, desde que era chica y mi manera de ser es natural y abierta. Si me cierro, es porque noto una pared en el otro, es decir, ningún interés hacia mi persona y, sencillamente, no me molesto. No proyecto nada, ni siquiera estoy pensando en nada y no me van a convencer de lo contrario.

¿Qué opináis?

6 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Madi,
pienso, lo primero, que no te conozco, así que no puedo decir si proyectas o no proyectas.
Una vez dicho esto, creo que es muy difícil no proyectar nada, cuando buscas cariño, cuando estás irritable, cuando cuidas... estás proyectando (creo) porque esperas que el otro te dé cariño, discuta, se deje cuidar...
Por otra parte, creo que es muy difícil conocerse a uno mismo lo suficiente como para decir que no proyecta. Yo he creído que no tenía problemas de genero toda mi vida hasta que fui a un taller específico para tratar el tema y, por supuesto que los tengo, como todos. Es muy difícil ignorar o desaprender toda la cultura que nos rodea.

madi dijo...

Bien, se supone que en el taller has aprendido a no hacerlo. Tu entorno seguirá interactuando quieras o no lo quieras, a eso me refiero. Creo que hay de las dos cosas.
De todas formas, digo lo de antes, si proyecto o no, me trae sin cuidado: sería inmaduro por mi parte pretender caerle bien a todo el mundo y con la edad tengo muy claro a quien quiero a mi alrededor.
Dice el dicho que "No hace daño quien quiere, sino quien puede".

Unknown dijo...

En el taller fui consciente de en qué tengo que cambiar, otra cosa muy diferente es cambiar realmente. Por ejemplo, me doy cuenta de que al recibir educación como hombre (no sólo de la familia sino de todo mi entorno) me cuesta llorar, ahora de ahí a empezar a llorar hay un paso MUY grande.

No entiendo qué quieres decir cuando dices "a eso me refiero" ni "Creo que hay de las dos cosas".

Tampoco sé por qué relacionas proyectar con caer bien. Y tampoco sé por qué terminas con ese dicho, aunque estoy de acuerdo con él.

Lupa dijo...

Todos estamos proyectando la energía de nuestras emociones seamos o no conscientes de ello.
Cuando interaccionamos unos con otros las frecuencias de nuestros deseos, miedos, alegrías, frustaciones...componen una melodía que estará o no sintonizada. Sintonizar no significa que nos gustemos o no, que sea bueno o malo, que tengamos razón o no, simplemente se crean realidades que no vemos pero sentimos.
Si prestamos más atención con el cuerpo (no con la mente) sentiremos estas vibraciones, y despertando a esta nueva consciencia, el trabajo (que con la práctica acaba apareciendo de manera natural) no habrá hecho más que empezar: no contaminar a los demás con nuestras bajas frecuencias y que no nos contaminen a nosotros.
Aceptando como estamos (no como somos porque todo es cambio)nos sinceramos y podemos empezar a cambiar lo que nos hace daño, lo que hace daño a los demás; desarrollamos la compasión porque entendemos que todos sintonizamos bajas frecuencias durante más o menos largos intervalos de tiempo. Cuando uno está en paz, las bajas frecuencias de los demás no le afectan porque sintoniza otra emisora. La buena comida, los árboles, el AMOR, la música que nos hace brillar, una caricia, uan mirada, jugar al tenis, hacer piruetas...nos ayudan a subir.
No se trata de caer bien a todo el mundo Madi, pero sí de que nos traiga por cuidado, y mucho, lo que proyectamos.
Los únicos que nos hacemos daño somos nosotros mismos aunque estemos empeñados en pensar que son los demás o el entorno los que nos lo causan.
Yo soy cada día más consciente de lo que proyecto y proyectan los demás pero eso no me evita, todavía, que el sufrimiento aparezca. La sanación requiere un esfuerzo que es duro pero no difícil.

No sé si me explico :))

Cada vez conozco a más hombres que se dan cuenta que son incapaces de llorar y a mujeres que son incapaces de reir, lo que nos hace sufrir a unos y a otras. Yo lo asocio al apego del hombre al placer y al apego de la mujer a sufrir. Apegos ambos educacionales y transmitidos genéticamente y al final creados para no resolver los problemas de incomunicación que venimos arrastrando.

Un abrazo

madi dijo...

Gracias a los dos por permitirme ver desde vuestra óptica este tema. Me habéis convencido.

Ricardo, sólo es mi opinión, no intento convencer a nadie: es como pensar en alto.

Lupa, gracias!

Unknown dijo...

Hola Madi,

yo tampoco pretendo convencer a nadie, sólo intentaba comprender. Son los problemas de no hablar cara a cara. La comunicación por aquí se hace más difícil.