No somos nadie
Desde que por prescripción facultativa me cuido, soy tremendamente vulnerable a los excesos, a veces mínimos que se presentan. Esto viene a cuento porque el pasado viernes noche quedamos con unos amigos para tomar unas cañas, pinchar algo y poco más. Bien es cierto que regamos las raciones con abundante cerveza. También es verdad que todo estaba condimentado de manera sabrosa, y que las grasas ingeridas en menos de una hora superaban con creces todas las que durante una semana entran en mi organismo. También es verdad que tras la copiosa cena, para eso de la digestión, nos metimos entre pecho y espalda un par de aguardientes de hierbas. Finalizamos todo con una copita de ron con coca-cola y ahí quedó todo. Pero por la noche una gran pesadez de estómago, me hizo dar más vueltas en la cama que una peonza. El amanecer llegó y me encontraba como si me hubieran dado una paliza. Era algo parecido a la resaca ¿Pero era posible tener resaca con el alcohol ingerido?
Ya poco tengo que ver con aquel chaval de diecinueve años y ciento quince kilos que se tragaba una noche de sábado quince bacardís con limón, tras llenar bien la barriga con un gran bocadillo de prueba de cerdo grasienta acompañado de patatas fritas. Y es que no somos nadie. Al final uno termina como en la canción de Sabina, cuando dice eso de “oiga doctor, que ya no se me empina desde que me mandó tener cuidado con la nicotina”
1 comentario:
Yo hace dos años que tengo el tobillo jodido, y aún no me han encontrado que tengo. La edad se nota, por mucho que te cuides (bueno, miento, si te cuidas mucho no se nota tanto, pero, ¿quién se cuida?). Fumar, beber, comer mal y salir de forma continuada afecta al organismo a largo plazo; aunque suene a tópico, al menos físicamente, ya no tenemos veinte años (algunos).
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