domingo, mayo 20, 2007

Mi Zahir mi Soledad

Estoy leyendo El Zahir, un libro en el que Paulo Coelho nos viene a recordar que el amor es el motor del mundo. Un Zahir es aquello con lo que una vez entramos en contacto, acaba poco a poco ocupando nuestro pensamiento, hasta que no somos capaces de concentrarnos en nada más. Para Coelho es una mujer. Para mí, en éstos, los peores años de mi vida, mi Zahir es mi soledad. Lo ocupa todo. Vaya donde vaya, mire donde mire, mi Zahir no me deja nunca. Nadie a quién amar ni nadie quién me ame. Nadie con quien pasear, nadie con quién soñar. Si el amor mueve montañas, si es la esencia de que está hecha la vida, los que no aportamos ni recibimos amor somos seres muertos e inútiles que deambulamos por las calles incapaces ni de mover una roca. Si no hay amor no hay movimiento, si no hay movimiento no hay vida y si no hay vida no hay amor...y si no hay amor no hay movimiento...y doy otra vuelta más a mi círculo vicioso.

Mi Zahir me lleva a veces al puente Segovia, y por suerte (buena o mala, nunca se sabe) tengo vértigo, así que no me asomo demasiado. En realidad, el ayer, el hoy y el mañana me producen más vértigo aún y no dejo por ello de asomarme y caer en su abismo, en el de recordar como una a una fui perdiendo a todas mis amigas, en el de vislumbrar un hoy en el que nadie desea mi compañía, en el de un futuro vacío, ni siquiera negro. La vida pasa, pesa y pisa mis sueños pero nada se posa en ella. Me dejo arrastrar por las horas que pasan y pesan y pienso: cuando uno siente hambre, come, cuando siente sed, bebe, cuando tiene un sueño lo persigue, pero cuando no siente nada no hay nada que perseguir porque nada nos alivia. Y si no se persigue nada no hay movimiento...Así que me repito cada día: si no venzo a mi Zahir más me valdría morir. (Repeating in my head__ If I can't be my own__ I'd feel better dead).

Es curioso como un libro que se supone optimista y lleno de frases que inducen a vivir, a mi me inducen a no encontrarle ningún sentido a mi vida. Quizás porque Coelho para vencer o conseguir a su Zahir se ayuda del misticismo y ese es un lenguaje que a mí no me llega. Quizás porque su victoria hace más patente mi derrota. Quizás porque me recuerda que no tengo nada ni nadie que me haga saltar hasta tocar las nubes.

Sigo con el viaje de mi vida, con mi Zahir al lado recordándome que lo haré sola y que vaya donde vaya nadie estará esperándome. Esa sensación me vuelve loca cada día, nadie con hablar, nadie con quién reír, nadie a quién le importe si vivo o muero, ni siquiera a mí... y entonces vuelvo otra vez a pensar en lo innecesario de mi presencia.

Tengo que acabar con él, con mi Zahir, con mi soledad, porque ella esta acabando conmigo, debo impedir que siga ocupándolo todo porque si no seré un pez muerto al que se lo lleva la corriente del río y no hay nada más triste y despreciable que estar muerta en vida. Pero sin ilusiones, sin sueños, sin nadie a mi lado, no sé cómo voy a conseguirlo... o más bien no sé para qué.

3 comentarios:

Carlos Rebate dijo...

Querida Mertehuil, mi consejo: vete al viaducto de Segovia con el libro, tíralo por el puente con cuidado de que no jodas ningún coche :-) (apunta a los árboles). Lo mismo el libro no está todavía preparado para leerte. Después de tirarlo tómate una caña fresquita en el bar que está junto al puente, ese que tiene esas maravillosas vistas de la Almudena y el palacio real. Mientras degustes esa rica cerveza piensa que eres absolutamente indispensable para que el mundo conocido sea como es. Lo mismo otro día bajas a por el libro (cuestan una pasta) pero hoy yo creo que te ayudará (que le den por culo a Coelho y a su restregosa felicidad :-) Muchos besos y cuídate mucho,
Carlos

Anónimo dijo...

Durante años he sido una persona desafortunada. Al menos, eso creía.
Sola, cada año me pasaba, al menos, algo muy grave. Mis padres han pasado los dos por la UVI. Con un pie en el otro mundo y otro en éste. Engañada por mi pareja y abandonada. Sintiendo el desprecio o el acoso de algunos compañeros de trabajo. Hasta que un día, llena de rabia y de desesperación, pegué un portazo a una puerta que tenía una parte hecha de cristal. El cristal se rompió y me seccionó un dedo. Quedó casi colgando. La sangre a mi alrededor. Y entonces toqué fondo. De esto hace un año. Y desde ese instante, soy feliz.
A veces para salir del pozo, hay que tocar fondo, porque es la única manera de tomar el impulso definitivo. Parece una tontería pero en ese momento pensé todo lo que podía perder, y lo afortunada que era porque el cristal me había seccionado el dedo y no la cara o la garganta. Lo afortunada que era porque mis padres estuvieron con el pie en el otro mundo pero se quedaron en este. Afortunada porque un ser despreciable me engañó y me abandonó. Muy afortunada. Y, efectivamente, vivo sola, pero no estoy sola.
Está la gente en este blog, están amigos y conocidos, está la gente a mi alrededor... La soledad es relativa. Nosotros decidimos si estamos o no solos. Y a veces la soledad es necesaria, para encontrar nuestra autoestima. Porque a fin de cuentas, el miedo a la soledad no es más que el resultado de apreciarnos poco a nosotros mismos. Pensando que si estamos solos es porque no valemos o no importamos.
Estás en este blog, lo que escribes interesa, porque te leemos y lo que escribes es parte de ti y por tanto eres tú. Luego tú nos interesas y, por tanto, no estás sola.

Victor Manuel Jiménez Andrada dijo...

De acuerdo con Carlos. Tira el libro por el puente y tómate una caña fresquita. La soledad a veces ahoga incluso rodeado de gente. Los malos tiempos parecen no tener fin, pero estoy seguro que hay más gente que te quiere de lo que piensas. Ánimo, y ten presente que, al menos en este ricón de internet tienes un puñado de amigos que leen lo que escribes.