martes, julio 17, 2007

DECEPCIÓN

A menudo sentimos que la gente nos decepciona, causándonos este hecho un gran pesar, cuando en realidad nada ni nadie debería decepcionarnos puesto que no deberíamos esperar nada de los demás. Lo que hay que hacer es actuar en consecuencia y nunca, nunca, decepcionarnos a nosotros mismos. Que al fin y al cabo el camino lo haremos siempre en nuestra compañía. Y si lo hacemos bien puede que hasta contagiemos a los demás.

Esta semana, la primera con 33 años, he sentido un aura alrededor de mi cuerpo, de mi mente y de mi alma en todo momento. Me he sentido plena, confiada, he disfrutado de mí misma y me he dado cuenta de que se me había olvidado lo que era sentirse en paz. Ser consciente en todo momento del aquí y el ahora. Bailar bajo la ducha y no importarme nada más. Si bien es cierto que las circunstancias me han sido muy favorables esta semana, en todo momento he intentado estar donde quería y con quién quería. O bien sola o bien acompañada mi sensación de plenitud no se ha evaporado en ningún momento. Me he recuperado a mi misma y he de reconocer que me echaba de menos.

Los pensamientos circulares, esos que no tienen solución y sólo sirven para recrearnos en nuestra miseria, han intentado colarse en mi cabeza y me he dado cuenta de la gran pérdida de tiempo que me han supuesto a lo largo de estos dos últimos años en especial y de toda mi vida en general. Perder el tiempo en echar de menos a quién ya no está en nuestras vidas en lugar de disfrutar de los que siguen todavía aquí me ha parecido durante esta semana un gran absurdo. No disfrutar de las nuevas compañías también.

Paso más tiempo quejándome de que no tengo amigas que saboreando la compañía de los grandes amigos que me rodean. Paso más tiempo pensando en aquéllas que sólo les interesa ligar con mis amigos y me hacen creer que quieren verme a mí, proyectándome sus sombras, que en las que conoceré mañana y verán como yo la luz al final de famoso túnel. Si pierdo demasiado tiempo molestándome por la actitud de las primeras, perderé la oportunidad de encontrarme a las segundas.

Esta semana, tras muchos meses de lucha contra mis demonios, he sentido que yo decido lo que hacer con mi vida y que tengo tantas opciones al alcance (olvidamos la suerte que hemos tenido de nacer en una parte del mundo donde la vida es mucho menos injusta que en el 90% del planeta) que sería un error no disfrutar de las que me hacen sentir bien y perder el tiempo amargándome con las que no. Una vez que sabemos lo que queremos y lo que no queremos, empezaremos un nuevo camino en el que a veces pararemos a descansar en una roca, a mirar los árboles, a escuchar los pájaros, a quitarnos las molestas chinas que se nos cuelan en las botas y nos causan un dolor que nos impide disfrutar del camino... Eso es precisamente la vida, no siempre se puede correr y volar, a veces es necesario detenerse. Pero lo que no hay que hacer es salirse del camino por el que hemos elegido avanzar a menos que decidamos conscientemente que queremos cambiar de rumbo. Avanzando sólo por el placer de caminar, sin ninguna expectativa. Sintiéndonos en paz podremos transmitir la calma a los demás.

Y puede que este post suene a lo de siempre porque en realidad es lo de siempre. Que la vida es para disfrutarla y no para desperdiciarla, que hay que empezar por quererse a uno mismo para querer a los demás, que no hay que ser un pozo negro que absorbe energía del resto si no una fuente de luz que ilumine a quienes nos rodean etc. etc. Es sólo que por fin esta vez, para mí no son palabras a realizar sino realidades a escribir.

Y dar las gracias a quiénes han seguido a mi lado a pesar de mis meses de agujero negro. Ahora yo también podré irradiarles luz.

2 comentarios:

malabarista infernal dijo...

La vida es un libro abierto, tu cuerpo es una pluma, tienes tinta en tus venas,..... adelante..

Ricardo dijo...

Aunque casi no te conozco, me parece genial el cambio de visión/actitud/percepción de la vida.

Y da igual que suene a lo de siempre si es lo que sientes. :D