Pesadillas
Algunas mañanas, el tirano sonido del despertador, suena como música celestial, que me saca de las pesadillas y fantasmas de la noche. Poco importa que aún no haya amanecido, que mi boca esté seca y mi cuerpo empapado en sudor frío, el bip-bip metálico me transporta a una realidad deseada. No importa las horas de sueño descontinuadas, nada profundas y quebradizas, el cansancio se paga sin pensarlo, por ver la luz del día romper el horizonte de una noche amarga. No importan las ojeras, el sabor de boca amarga, el dolor de cabeza o que sea lunes; todo se agradece por salir del laberinto de sueños terribles.
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