jueves, julio 24, 2008

PODREDUMBRE

El alma rota se me escapa entre los jirones de piel de mi cuerpo descosido. La aguja que debería coserlos se me ha perdido o más bien la he dejado perderse. Nunca he sabido cuidar de las cosas importantes. Tirada en la acera observo cómo los borbotones de amor van haciendo regueros en el suelo como un estuario rojo que va a parar al mar de la alcantarilla. Si el suelo fuera plano tendría un lago bajo mi cuerpo; no me hubiera gustado pudrirme en un charco. He tenido suerte de caer sobre una pendiente, era más probable de todas formas, siempre intentando alcanzar la cumbre sin disfrutar de la ladera. Con el alma resbalando quedaré primero bien seca por dentro, sin un hálito de vida, lentamente la iré perdiendo y mis ganas de ella en cada gota. Lo prefiero así, el olor será menos y no llamaré la atención de nadie, me pudriré sola sin que nadie tenga que respirar el hedor de mi inmundicia.

Las horas pasan, quizás los días, y a veces me viene la idea de recomponerme, de hacerme parches con ilusión rescatada de algún bolsillo...mas la alegría de vivir no existe ya en mi cuerpo. Si sus manos quisieran coserme todo sería distinto, pero sé que esas manos están muy lejos de pasar ya por aquí. También se me perdieron, o más bien las dejé perderse. Nunca he sabido cuidar de las cosas importantes.

1 comentario:

Victor Manuel Jiménez Andrada dijo...

Admiro la belleza que impregna cada palabra, tristes palabras, de tu historia.