domingo, enero 28, 2007

El camello

¿Cuántas veces nos creamos, nosotros mismos, ataduras que nos impiden progresar?. Pienso que esas mismas ataduras son las que nos hacen vivir "cómodamente". ¿Para qué voy a ir más allá si no puedo? ¿No véis que estoy atado?. Y así, creyéndonos atados a una situación, no avanzamos y nos quedamos tranquilamente con lo que tenemos, con una actitud extremadamente conformista.

Dicho esto dejo esta historia encontrada en la red:

El Camello

"Había una vez un árabe que viajaba de noche. Sus esclavos, a la hora del descanso, se encontraron que no tenían mas de 19 estacas para atar a sus 20 camellos.

Cuando consultaron al amo, éste les dijo: " Simulen que clavan una estaca. Cuando lleguan al camello número 20 creerá que esta atado."

Así lo hicieron efectivamente, y a la mañana siguiente todos los camellos estaban en su sitio, y el número 20, al lado de lo que se imaginaba, sin moverse de allí. Al desatarlos para marcharse, todos se pusieron en movimiento menos el número 20 que seguía quieto sin moverse. Entonces el amo dijo:

- "Hagan el gesto de desatar la estaca de la cuerda, pues el tonto aun se cree atado".

Así lo hicieron, y el camello entonces se paró y se puso a caminar con los demás"

2 comentarios:

Ricardo dijo...

otro relato encontrado en internet viene muy bien como respuesta:

"Se cuenta de un viejo y lejano pueblo que dejó un día de reir. Sus habitantes fueron olvidando poco a poco la alegría.

Los más ancianos aún recordaban aquel día en que los Dioses, enfurecidos, levantaron la Tierra, formando junto al pueblo una inmensa montaña, que ocultaba para siempre la luz del cielo. Los lugareños nacían, crecían y morían sin ver el Sol, ni la Luna; ahogando sus tristes vidas en un eterno sollozo arrepentido; nadie sabía de qué.

Y así pasaron siglos y siglos entre sollozos; arrastrando su existencia de una lúgubre semitiniebla a una tiniebla absoluta. Ahí ya nadie sabía lo que era reír o cantar.

Un día se declaró un revuelo inédito hasta entonces: el anciano mayor se dirigía hacia la montaña con aire decidido llevando en su mano una cucharilla de te. Al ser interrogado, responció que iba a vaciar la montaña para dejar pasar la luz.
-Pero eso es imposible- increpó el más joven.-Tardarías siglos-.
-Alguien tiene que empezar-, repuso el viejo; y siguió su camino."

Victor Manuel Jiménez Andrada dijo...

Buen relato. Alguien tiene que empezar. Gracias por tus palabras.